"No es tiempo de fiestas"
Rajoy sabe que la responsabilidad de la victoria del PP el 20-N puede ser un ¡°regalo envenenado¡±
Debe de ser muy duro esperar 30 a?os la noche so?ada, y no poder disfrutarla cuando llega. O al menos, no poder demostrar que la disfrutas. Mariano Rajoy, un hombre que conoce como pocos el sabor de la derrota, vive desde el domingo el v¨¦rtigo de la victoria en plena tormenta financiera. De poco sirve el resultado extraordinario: los mercados no dan tregua, y aunque ¨¦l est¨¢ intentando desaparecer del ojo p¨²blico para no quemarse, incluso en su entorno coinciden: la crisis ya ha empezado a cebarse tambi¨¦n con Rajoy antes incluso de que tome posesi¨®n. En la primera semana de la nueva era, la bolsa ha perdido un 6,67% y la prima de riesgo sigue descontrolada.
La noche electoral, Rajoy visualiz¨® claramente la que se le ven¨ªa encima. Todos los que pasaron con ¨¦l esas horas en su despacho coinciden: estaba serio, muy serio. Algunos incluso dicen que asustado, con una especie de ataque masivo de responsabilidad. A su alrededor, algunos se dejaban llevar por el entusiasmo de una victoria aplastante. ?l trataba de calmar a todo el mundo. ¡°No es momento para fiestas. El pa¨ªs no est¨¢ para fiestas¡±, repet¨ªa a algunos de los suyos. A los que le felicitaban agradec¨ªa sin alharacas, y enseguida a?ad¨ªa: ¡°S¨ª, es un gran resultado, pero sobre todo, una enorme responsabilidad¡±.
¡°Una victoria as¨ª siempre es un regalo. Este ven¨ªa envuelto con un lazo precioso, 186 diputados, pero cuando lo abres ves que dentro solo hay un mont¨®n de problemas, est¨¢ envenenado¡±, sintetiza uno de sus fieles.
Para saber lo que le pasa al l¨ªder, los rajoy¨®logos suelen mirar a su mujer, Viri. ?l es un profesional del disimulo. Ella no. Y todos vieron que estaba contenta por la victoria, pero tambi¨¦n la cara de susto que ten¨ªa al salir al balc¨®n de la calle G¨¦nova. Nada que ver, eso s¨ª, con lo que pas¨® en 2008. Entonces ella llor¨® y ¨¦l se despidi¨® con un ¡°adi¨®s¡± que parec¨ªa definitivo. Esta vez, los militantes, como locos, le hicieron botar a ¨¦l y despu¨¦s se lo pidieron a ella. Lo mir¨® como pidiendo permiso. ¡°Bota, bota¡±, le dijo. Ella hizo un saltito m¨ªnimo, con disimulo, como todo en esa noche.
Rajoy es un hombre que conoce la derrota. Debe de ser muy duro esperar 30 a?os la noche so?ada, y no poder disfrutarla
Rajoy es un hombre muy acostumbrado a la contenci¨®n. Su principal objetivo es siempre lograr que los dem¨¢s no sepan lo que est¨¢ pensando. Y eso implica esfuerzos ¨ªmprobos, desde hace muchos a?os, para disimular sus emociones. Es un especialista. Pero lo de la noche electoral era algo m¨¢s. Era una especie de instrucci¨®n general: nada de entusiasmos. Se cuid¨® todo. Se cancel¨® la habitual fiesta en el Hotel Intercontinental. No hubo confetis en la salida al balc¨®n. Y los que quisieron celebrar tuvieron casi que esconderse: unos, los veteranos, en un bar de al lado. Otros, los m¨¢s j¨®venes, en casa de Jorge Moragas, el todopoderoso jefe de gabinete. En G¨¦nova no pod¨ªa verse nada de eso.
Incluso el viernes, en el ¨²ltimo gran acto, en las invitaciones se cambi¨® la expresi¨®n habitual de ¡°gran fiesta-mitin de cierre de campa?a en el pabell¨®n de los Deportes de Madrid¡± para eliminar la palabra fiesta. Y s¨ª, en la noche electoral hubo cava y camareros en el despacho de Rajoy, y brindis, y algo de whisky, pero todo muy contenido. Nada que ver con la verdadera fiesta de Rajoy, la de mayo, cuando la aplastante victoria en las municipales y auton¨®micas ya le adelant¨® lo que iba a pasar.
Esa contenci¨®n la vieron quienes estaban en ese despacho: adem¨¢s de los miembros de la c¨²pula, un mont¨®n de amigos y familiares, tambi¨¦n los de Viri, todos de Pontevedra, su refugio f¨ªsico y mental, su terru?o. Pero sobre todo lo vieron los ciudadanos. En cuanto la victoria estaba ya clar¨ªsima, Rajoy abandon¨® su despacho para rematar en soledad un discurso a la naci¨®n que ya estaba muy preparado, que hab¨ªa pensado mucho con su principal asesor, Pedro Arriola. Y decidi¨® leerlo en la sala de prensa, para mayor solemnidad y para evitar los gritos y los extremismos del balc¨®n, al que sali¨® despu¨¦s para comprobar inc¨®modo c¨®mo mientras ¨¦l ped¨ªa moderaci¨®n los suyos gritaban ¡°Rubalcaba, el chollo se te acaba¡± y exhib¨ªan una enorme pancarta de ¡°aborto abolici¨®n¡±.
Esta vez, todo estaba medido. Nada que ver con el caos de hace cuatro a?os, cuando Arriola improvis¨® un discurso en un par de hojas y Rajoy lo ley¨® como perdido mientras Viri lloraba. Entonces el l¨ªder, que estaba seguro de su victoria, se llev¨® un enorme chasco y vio como en las siguientes horas empresarios, pol¨ªticos y periodistas se mov¨ªan para echarle. Esta vez comprob¨® que todos compet¨ªan por achucharle, por agasajarle. ¡°Es la vida misma¡±, suele decir ¨¦l. Hace cuatro a?os nadie quer¨ªa estar en el balc¨®n con ¨¦l. Esta vez Moragas, con su cuerpo como escudo, organiz¨® a todos lo que quer¨ªan salir: solo pod¨ªan hacerlo los muy fieles, los que le acompa?aron en la traves¨ªa del desierto. Al final Esperanza Aguirre, la gran rival que no sali¨® en 2008, se col¨® esta vez, la ¨²ltima, en una esquina, mientras los marianistas viv¨ªan su momento. ¡°?Que se va a caer, que no aguanta tanta gente!¡±, gritaban algunos de la organizaci¨®n.
Solo pod¨ªan salir al balc¨®n de G¨¦nova los muy fieles. Al final se col¨® Esperanza Aguirre, la gran rival
El l¨ªder del PP quiere tener ahora un cuidado exquisito. Incluso despu¨¦s de su aplastante victoria, insiste en intentar no molestar. Sus fieles analizaron con ¨¦l el resultado electoral y llegaron a una conclusi¨®n: la victoria es inapelable, pero el Congreso que queda ser¨¢ complicado de gestionar pese a la mayor¨ªa absoluta. IU muy reforzada, UPyD tambi¨¦n, Amaiur que le har¨¢ la vida imposible, los nacionalistas de CiU crecidos, el PNV compitiendo con Amaiur¡ Y sobre todo, una oposici¨®n en la calle que se espera muy fuerte frente a los recortes. Por eso Rajoy insisti¨® una y otra vez: ¡°nada tienen que temer¡± los que no han votado al PP. Quiere entrar con buen pie. Cuando m¨¢s tarde en quemarse, mejor. Y sabe que pasar¨¢.
Fue una noche de s¨ªmbolos. Rajoy es un hombre al que le gusta mucho hablar del pasado. Recuerda cada una de sus primeras batallas, m¨¢s que las ¨²ltimas. A veces parece mayor de lo que es ¡ª56 a?os¡ª porque siempre utiliza an¨¦cdotas de hace 30 a?os para explicar situaciones actuales. En ese contexto se entiende bien el placer ¨ªntimo que debi¨® sentir cuando, en el momento m¨¢s extra?o de la noche, en su despacho se unieron Antonio Hern¨¢ndez-Mancha ¡ªque pas¨® a saludar¡ª y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, enemigos irreconciliables, para abrazarse con ¨¦l en la victoria. Tambi¨¦n estaban otros hist¨®ricos como Rodrigo Rato, Federico Trillo, su mentor Jos¨¦ Manuel Romay... Faltaba solo el anciano Fraga, al que visit¨® el martes, y toda la historia del PP estar¨ªa a los pies de este hombre de aparato de toda la vida, este chico del partido que conoce a todos y de todos sabe miserias y virtudes.
Rajoy es un tipo con muchas derrotas a la espalda. Primero le torci¨® el brazo Manuel Fraga, cuando se enfrent¨® con ¨¦l. Eso le hizo abandonar brevemente la vida p¨²blica y ocupar su puesto de registrador en Santa Pola (Alicante). Pero le pudo su pasi¨®n por la pol¨ªtica, y volvi¨®. Despu¨¦s apost¨® por Hern¨¢ndez-Mancha, y acab¨® perdiendo otra vez frente al aparato, en el que estaban Aznar y Rato. Vivi¨® el desierto de los manchistas. Luego fue rescatado por Aznar y Cascos, y m¨¢s tarde vivi¨® en G¨¦nova la derrota de 1993. En el Gobierno sufri¨® el Prestige y sobre todo las derrotas de 2004 y 2008, estas ya en primera l¨ªnea.
Ha demostrado que estaba preparado para sobreponerse a la derrota. Para resistir. ?Y para gestionar una victoria? Esa es la gran pregunta que se hacen algunos veteranos. Rajoy fue un invento de Aznar, que le eligi¨® como sucesor. Pens¨® en ¨¦l como un presidente ideal en un momento de bonanza para reconciliar a Espa?a con el PP, un partido al que Aznar hab¨ªa convertido en un nasty party, una formaci¨®n antip¨¢tica. ?l ha conseguido que Espa?a ya no le tenga tanto miedo al PP. O al menos que le tema mucho m¨¢s a la crisis. Pero tambi¨¦n sabe que ha ganado sobre todo por el desplome del rival, porque ni siquiera en una situaci¨®n tan dif¨ªcil ha logrado crecer mucho, solo 500.000 votos.
Rajoy, dicen los veteranos, se va a aferrar al poder real, los banqueros, los grandes empresarios. No en vano ha convocado a tres banqueros a su despacho nada m¨¢s ganar las elecciones, antes que a ning¨²n dirigente pol¨ªtico. ?l sabe que es un mundo muy cercano al PP y los populares tienen puesta toda la confianza en ellos para tratar de empujar en la salida de la crisis y para ayudar a los emprendedores.
Pero lo que m¨¢s le preocupa es Europa. Hasta ahora, Rajoy no se ha trabajado nada este terreno. Es nuevo, nunca ha estado c¨®modo en las relaciones internacionales, por su timidez natural y sus problemas con los idiomas ¡ªest¨¢ estudiando mucho ingl¨¦s pero a¨²n no parece en condiciones de usarlo¡ª. Durante estos a?os ha preferido hacer m¨ªtines por toda Espa?a en vez de viajar fuera. Ha aplicado lo que Carlos Aragon¨¦s le recomend¨® a Aznar en 2000 para ganar elecciones: ¡°Menos Siria, y m¨¢s Soria¡±. Pero ya est¨¢n ganadas, m¨¢s que ganadas, y ahora le toca ir a Bruselas cada semana, a ¨¦l que muchas veces incluso ha faltado a las citas del PPE previas a las cumbres. En la ¨²ltima, la m¨¢s importante, en la que critic¨® mucho el resultado y la mala negociaci¨®n de Zapatero, falt¨® a una cena en la que pod¨ªa haber hablado con la canciller Merkel o el presidente Sarkozy para pedirles un trato m¨¢s favorable para los bancos espa?oles.
El PP est¨¢ ahora inquieto porque muchos quieren ser ministro y muy pocos lo ser¨¢n. La rumorolog¨ªa interna se ha desatado, aunque nadie sabe nada cierto. Pero adem¨¢s de eso, los dirigentes con m¨¢s perspectiva se preguntan si Rajoy ser¨¢ capaz de sacar adelante el entuerto en el que se ha metido. Incluso ¨¦l mismo parece pregunt¨¢rselo. Y los primeros d¨ªas no han hecho m¨¢s que disparar inquietudes.
Muchos, incluso en el PP, temen que Rajoy no tenga realmente un plan trazado. ?l es un improvisador nato, siempre lo ha sido, aunque tiene una enorme capacidad para disimularlo. Piensa mucho las cosas pero espera para tomar la decisi¨®n por si las circunstancias cambian en el ¨²ltimo momento. Y al final decide en el ¨²ltimo minuto.
¡°Rajoy mata los toros de uno en uno. Hasta el domingo solo pens¨® en ganar las elecciones. Ahora cree que tiene un mes para hacer su Gobierno y luego a¨²n m¨¢s tiempo para empezar con las medidas. Pero esto ha cambiado. El mundo ya no es lo que era. Es cruel, y no te da ni la media hora que ¨¦l ped¨ªa. Eso de manejar los tiempos puede servir con Camps, con Cascos, juegos de mu?ecas al lado de esto. Pero los fondos criminales de las jubiladas escocesas se r¨ªen si les dices que hay que esperar a Rajoy. Ya nadie espera¡±, se?ala un dirigente.
Rajoy, mientras, est¨¢ escondido ¡ªy no informa de nada de lo que hace¡ª aunque no para de hablar con casi todos los que mandan algo en Espa?a y en el mundo. Siempre con int¨¦rprete en conversaci¨®n a tres, como la noche electoral, cuando los dirigentes le ve¨ªan hablar con presidentes de todo el mundo apartado en la mesa de su secretaria de siempre, Ketty, que en alg¨²n momento tuvo que despejar un despacho atestado de pol¨ªticos intentando acercarse al l¨ªder para que no se olvidara de ellos al formar el Gobierno.
Rajoy aparece para todos como un hombre que se est¨¢ haciendo al cargo. ?l, dicen los que le conocen, se toma su vida como una especie de larga carrera funcionarial a la que le ha llegado el momento clave. An¨ªmicamente debilitado por la muerte reciente de su gran amigo y exjefe de gabinete Paco Villar, a quien dedic¨® la victoria en el mitin de cierre de campa?a, muchos creen ver en sus expresiones a un hombre pregunt¨¢ndose si estar¨¢ a la altura del reto.
No es casual que haya repetido en casi todas las entrevistas, y en el debate televisado con Rubalcaba, una especie de mantra que parece pensado para convencer y convencerse: ¡°Estoy preparado para ser presidente, mucho m¨¢s que hace ocho a?os, llevo 30 a?os en esto y lo he visto todo¡±.
Rajoy reflexiona mucho sobre su propia capacidad. Ha meditado sobre sus debilidades. Y sabe que no es un l¨ªder que entusiasme, pero s¨ª cree conocer a fondo la pol¨ªtica. Lo mejor que tiene es que no es fr¨ªvolo, es serio, y va a saber afrontar la situaci¨®n con la calma y la serenidad necesaria, dicen los suyos.
Sus esc¨¦pticos le atribuyen una enorme pereza e incapacidad para la acci¨®n. Los suyos la transforman en prudencia. ¡°?l vive prudencialmente y est¨¢ obsesionado con una idea vital: cada d¨ªa tiene su af¨¢n. No es pereza: es una personalidad introspectiva. Le gusta digerir las cosas, carece de ansiedad, es capaz de aguantar cualquier cosa, incluso la presi¨®n de Angela Merkel, como se ha visto estos d¨ªas¡±, sentencia un marianista.
Otro veterano augura problemas: ¡°Rajoy ha planteado estos a?os una estrategia muy clara: esperar a que el rival se hunda solo. Y ha funcionado, mucho mejor de lo esperado, pero ahora llega el momento de la verdad y esa estrategia se puede volver en su contra si no cambian las cosas muy pronto. Porque esa destrucci¨®n del rival tiene una consecuencia nefasta para un pa¨ªs tan equilibrado pol¨ªticamente como Espa?a. Es mejor tener a un PSOE fuerte en el Parlamento. Si no, la oposici¨®n se va a la calle, y ah¨ª no tienes a nadie con qui¨¦n negociar un alto el fuego¡±.
Llega el momento de la verdad. Treinta a?os despu¨¦s, un hombre que siempre crey¨® en el estudio y la meritocracia, que solo se siente realmente c¨®modo entre la burgues¨ªa funcionarial de provincias a la que pertenece, se enfrenta a su oposici¨®n m¨¢s dif¨ªcil. Y como tal la est¨¢ afrontando: encerrado, estudiando. Pero los examinadores esta vez no son objetivos y razonables: son crueles e irracionales. Son los mercados, que antes incluso de que salga de su despacho ya le est¨¢n suspendiendo. ?l conf¨ªa en su aliado de siempre: el tiempo. Pero esta vez parece que tiene menos que nunca.
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