Mois¨¦s
Mientras Rajoy prepara su inminente Plan de Estabilizaci¨®n, el PSOE vive una lucha por el poder
Mientras el flamante presidente Rajoy prepara su inminente Plan de Estabilizaci¨®n, el partido socialista se debate en una impaciente lucha por el poder, tratando de decidir qui¨¦n se queda con las riendas de su maquinaria organizativa. Aqu¨ª aparecen dos bandos enfrentados que lideran los cabezas de lista electos por las circunscripciones de Madrid y de Barcelona, igualados ambos por la original caracter¨ªstica de haber sufrido la derrota m¨¢s estrepitosa de su historia pero a la vez presuntamente diferenciados por representar el primero a la c¨²pula del partido, en cuyos aleda?os anida desde hace un cuarto de siglo, y la segunda a los sedicentes militantes de base, pese a que solo le debe su cargo al marketing medi¨¢tico del anterior secretario general, que fue su padrino. ?Qu¨¦ cosa m¨¢s triste si no resultase tan pat¨¦tica!
Parece que en el PSOE nadie est¨¢ dispuesto a rendir cuentas asumiendo responsabilidades por tan descomunal fracaso: ni la c¨²pula del partido, que consinti¨® y respald¨® las fallidas pol¨ªticas de Zapatero, ni las organizaciones territoriales de base, cuyo divorcio de la ciudadan¨ªa mientras se dedicaban tan solo a defender sus intereses corporativos y clientelares (por no hablar de la vergonzosa corrupci¨®n pol¨ªtica) les ha hecho perder por completo la confianza de sus electores. Convendr¨ªa recordarles a unos y a otros que mucho antes de la llegada de la crisis las encuestas ya demostraban la ca¨ªda en picado de la fidelidad de sus votantes. Y de esta desconfianza ciudadana deben responsabilizarse tanto la c¨²pula del partido como sus militantes de a pie.
No, lo que ahora se precisa no es un nuevo candidato al liderazgo del partido previamente desautorizado por la soberan¨ªa popular sino una especie de nuevo Mois¨¦s: un profeta que les ayude a recorrer su traves¨ªa del desierto (despoblado tanto por la falta de cargos que ocupar como por la ausencia de ciudadanos dispuestos a prestar cr¨¦dito a sus siglas), pero que sin embargo no llegue a contemplar en activo la llegada a la tierra prometida de la recuperaci¨®n del poder. Estoy pensando en alguien con el perfil de Javier Solana, por ejemplo, que nunca llegase a ser candidato electoral pero que sin embargo, y quiz¨¢ por eso mismo, podr¨ªa estar en condiciones de reorganizar el partido y de dirigir la recuperaci¨®n de su credibilidad, coordinando las deliberaciones para dise?ar un nuevo programa que sirva metaf¨®ricamente como futuro c¨®digo de mandamientos de la ley: no prevaricar¨¢s, no te corromper¨¢s, no defraudar¨¢s a tus electores, no desear¨¢s el poder de tu pr¨®jimo¡ Y aparte de esas prohibiciones de conductas impropias, ?qu¨¦ prescripciones positivas deber¨ªa imponer ese hipot¨¦tico Mois¨¦s socialista? Dos en especial, a modo de haz y env¨¦s de un mismo programa estrat¨¦gico: hacer una profunda autocr¨ªtica, evaluando para ello las razones del fracaso de las pol¨ªticas aplicadas, y repensar a partir de ah¨ª una estrategia socialdem¨®crata reformista e innovadora.
?Por qu¨¦ se saldaron los mandatos de Zapatero con un fracaso tan sonoro? De poco sirve echar las culpas a la crisis financiera, que desde luego no se supo prevenir ni abordar con un m¨ªnimo de sensatez, pero en la que tambi¨¦n tropezaron los dem¨¢s Gobiernos europeos. Y sirve de poco porque, para cuando la crisis por fin advino de forma oficial (oto?o de 2008), ya era de dominio p¨²blico que la ejecutoria del Gobierno socialista hab¨ªa resultado fallida en lo esencial. Sobre todo a partir de dos fracasos tan notorios como la reforma del Estatuto catal¨¢n y la negociaci¨®n con ETA, que revelaron una ceguera pol¨ªtica descomunal. Pero con ser tan graves estos dos lamentables errores, lo peor fue que bajo su fallido intento subyac¨ªa una manera de enfocar el ejercicio del poder que revelaba un profundo desacierto b¨¢sico, sobre todo para un planteamiento que se pretendiera de izquierda progresista. Me refiero al hecho de renunciar a la pol¨ªtica del cambio social para sustituirla por una pol¨ªtica de marketing medi¨¢tico.
En lugar de favorecer las oportunidades materiales de emancipaci¨®n de j¨®venes y mujeres mediante las pol¨ªticas de empleo y de vivienda, se prefiri¨® invertir todos los esfuerzos en meros gestos simb¨®licos de cara a la galer¨ªa, con un pretendido republicanismo c¨ªvico que no obtuvo ning¨²n resultado pr¨¢ctico. Es lo que ocurri¨® con la ley de dependencia, el ¨²nico intento serio de abordar una pol¨ªtica de aut¨¦ntica transformaci¨®n social (aunque sin planificar su financiaci¨®n con un m¨ªnimo de rigor). Pero en lugar de crear una buena red de servicios sociales como se pretend¨ªa, lo m¨¢s que se logr¨® (al igual que con el reaccionario cheque beb¨¦) fue subvencionar a las cuidadoras familiares para retenerlas en la dependencia dom¨¦stica. Con estrategias tan fallidas, ?c¨®mo no iba a sentirse defraudada la ciudadan¨ªa?
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