Palabras de la viuda de Javier Pradera en el homenaje en La Moncloa
Rodr¨ªguez-Salmones le recuerda con una intervenci¨®n titulada: "El rigor intelectual de 480 palabras"
El rigor intelectual de 480 palabras
"Hace dos viernes, el presidente de Gobierno me llam¨® para decirme que el Consejo de Ministros hab¨ªa concedido a Javier la medalla al M¨¦rito Constitucional. A Pradera, que siempre rehuy¨® premios y honores, creo que esta era la ¨²nica medalla que le hubiera gustado recibir, aunque con los amigos la hubiera comentado entre risas y sarcasmos. Yo, que soy mucho mas elemental, sencillamente me emocion¨¦ y pens¨¦ que se la ten¨ªa bien merecida. Muchas gracias presidente, muchas gracias Ram¨®n (J¨¢uregui), por haberla propuesto en tu condici¨®n de ministro de la presidencia y gracias tambi¨¦n al Consejo de Ministros por haberla aprobado.
Javier muri¨® el domingo 20 de noviembre, d¨ªa de elecciones generales, y ese mismo d¨ªa se public¨® en EL PA?S una columna suya titulada ¡°Ante el abismo¡±. Cinco d¨ªas antes, Joaqu¨ªn Estefan¨ªa y Emilio Ontiveros hab¨ªan estado visit¨¢ndole en su cama pues ya no se pod¨ªa mover y casi no pod¨ªa hablar. Para despertar su inter¨¦s le preguntaron si cre¨ªa que el Gobierno en funciones pod¨ªa tomar medidas ante la crisis de la deuda que se avecinaba. Lo neg¨® con la cabeza, pero me dijo: ¡°Llama a Paco", a Paco Rubio (Francisco Rubio Llorente, presidente del Consejo de Estado). Este coincidi¨® en el dictamen. Al d¨ªa siguiente me pidi¨® que le buscara en la Ley del Gobierno los art¨ªculos referidos al Gobierno en funciones; se los imprim¨ª en un cuerpo muy grande porque casi no pod¨ªa ver, subray¨® lo que le interesaba y me dict¨® la columna.
Un a?o antes, en el verano de 2010, cuando sali¨® de la UVI tras una primera visita de la muerte, intent¨¢bamos que volviera a la vida y le cont¨¢bamos los partidos del mundial y el triunfo de la selecci¨®n espa?ola, pensando que no hab¨ªa asunto que m¨¢s le pudiera interesar. Con el mismo hilo de voz de sus ¨²ltimos d¨ªas pregunt¨®: ¡°?Ha salido la sentencia del Estatuto de Catalu?a?¡± Al confirm¨¢rselo pidi¨® que le consigui¨¦ramos un ejemplar. Llam¨¦, como siempre a Paco Rubio e inmediatamente recib¨ª una llamada del magistrado Manuel Arag¨®n que me dijo que se la enviaba al hospital. Y con ella entre las manos, reclamando los votos particulares, volvi¨® poco a poco a la vida.
Estas dos reacciones suyas en momentos tan cr¨ªticos de su vida ilustran lo que fue su m¨¦todo de trabajo diario. Era incapaz de opinar de materia alguna sin saber a fondo se lo que hablaba, pero mucho m¨¢s cuando el asunto entraba en el ¨¢mbito de la Ley y del Derecho. Entonces emprend¨ªa una lectura extenuante de autos y de sentencias, de recursos, de anexos, de votos discrepantes, de jurisprudencia. Nunca recurr¨ªa a fuentes secundarias ni utilizaba res¨²menes; por el contrario, una vez estudiados a fondo los documentos contrastaba su opini¨®n con la de sus amigos juristas: Paco Rubio, Clemente Auger, Tom¨¢s de la Quadra, Mat¨ªas Cort¨¦s, con los que alguien tan al¨¦rgico al tel¨¦fono pod¨ªa dedicar largo tiempo a debatir sobre la materia. En su mesa de trabajo hay una Constituci¨®n de la editorial C¨ªvitas manoseada, llena de post-it, de subrayados, de anotaciones, junto con un ejemplar de ¡°Las Leyes pol¨ªticas del Estado¡± y otro de ¡°La Legislaci¨®n b¨¢sica de Derecho de la Informaci¨®n¡±, textos que comparten protagonismo y espacio con La Biblia y con el Diccionario de la RAE. Adem¨¢s, la Constituci¨®n espa?ola en distintas ediciones se puede encontrar por cualquier rinc¨®n de la casa.
El texto del Real Decreto se?ala de manera inmejorable los m¨¦ritos por los que se le concede esta medalla: ¡°por su compromiso infatigable, expresado a lo largo de todo su vida, en la lucha contra la dictadura y en el establecimiento y la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a y de los valores constitucionales y por la calidad excepcional de su contribuci¨®n intelectual al debate pol¨ªtico y a la cultura en nuestro pa¨ªs¡±.
Pero yo quisiera a?adir aqu¨ª y ahora el reconocimiento por la condensaci¨®n de conocimiento y de rigor intelectual que se concentraban en las 480 palabras de cada una de sus dos columnas semanales, un esfuerzo que quiz¨¢ le quit¨® tiempo para otras tareas intelectuales de car¨¢cter m¨¢s personal, pero que ¨¦l consideraba una obligaci¨®n moral o , como dir¨ªa ir¨®nicamente, ¡°obedezco a ese peque?o jesuita que todos llevamos dentro¡±.
Presidente, quiero agradecerte tu delicadeza al llamarme e imponerme personalmente la medalla buscando un hueco imposible en una legislatura agotada. Lo tomo como un signo de amistad y me alegro de que haya habido tiempo de recibirla de manos de un Gobierno socialista".
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