Arranca la era de Rajoy en La Moncloa
El l¨ªder del PP, investido presidente con los votos del PP, UPN y FAC No logra la abstenci¨®n de CiU, molesta por la forma en la que trat¨® sus reivindicaciones
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ya est¨¢ en los libros de historia y empieza la etapa de Mariano Rajoy al frente del Gobierno. Al tercer intento, el l¨ªder del PP ser¨¢ desde hoy presidente del Gobierno, una vez que ayer super¨® el ¨²ltimo tr¨¢mite, el de la votaci¨®n de investidura en el Congreso de los Diputados.
La abultada mayor¨ªa absoluta le permiti¨® alcanzar la investidura con 187 votos, los correspondientes a los de su partido y aleda?os, es decir, los del Grupo Popular m¨¢s el del diputado de UPN (Carlos Salvador), que fue con el PP a las elecciones, y el del diputado del Foro de Asturias (Enrique ?lvarez Sostres), una escisi¨®n de los populares.
Votaron en contra PSOE, CiU, IU-ICV, UPyD y la mayor¨ªa del Grupo Mixto, y 14 se abstuvieron: PNV, Coalici¨®n Canaria y, sorprendentemente, Amaiur. La formaci¨®n abertzale no se abstuvo, obviamente, por afinidad ideol¨®gica ni program¨¢tica, sino por una posici¨®n de principios, la de considerar que como fuerza independentista no le corresponde votar la investidura del presidente del Gobierno espa?ol. De esta forma, Amaiur, que intent¨® ayer mantener una posici¨®n moderada en su primera intervenci¨®n en el Pleno del Congreso, logr¨® hacerse notar y asumir el protagonismo de la segunda jornada del debate. Por eso y por la primera confrontaci¨®n con Rajoy, que se sald¨® con una llamada del portavoz abertzale, I?aki Antig¨¹edad, al di¨¢logo ¡°para superar el conflicto pol¨ªtico¡± y la respuesta contundente y medida del l¨ªder del PP con la exigencia a ETA para que se disuelva. ¡°Yo a usted no lo debo nada y la sociedad espa?ola tampoco¡±, le dijo el l¨ªder del PP al portavoz de Amaiur, despertando los aplausos de los esca?os de la derecha del hemiciclo.
Rajoy, que jurar¨¢ hoy ante el Rey como sexto presidente de Gobierno de la democracia, protagoniz¨® la liturgia de los elogios emocionados de sus diputados tras la votaci¨®n, la felicitaci¨®n a modo de besamanos de todos los parlamentarios y el saludo de su antecesor. El futuro presidente cerr¨® el debate con una breve intervenci¨®n de afecto a Zapatero, tras siete a?os y ocho meses de enfrentamiento descarnado: ¡°Le deseo lo mejor. Creo que usted acert¨® y se equivoc¨®, como todos¡±.
La ¨²nica sombra en el gran d¨ªa de Rajoy fue el voto en contra de CiU. No porque el l¨ªder del PP necesite el apoyo de los diputados nacionalistas catalanes, pero s¨ª porque hab¨ªa hecho de su abstenci¨®n uno de los objetivos para compartir el coste de las medidas de sacrificio que haya que tomar y porque la compa?¨ªa de CiU le sirve para alejar la sombra del rodillo, la falta de consensos y la ausencia de voluntad de acuerdos.
De hecho, Rajoy escenific¨® la pasada semana una entrevista con Josep Antoni Duran i Lleida para se?alarle como socio preferente y el PP cedi¨® un puesto a CiU en la Mesa del Congreso. Pero no fue posible la abstenci¨®n, porque los nacionalistas catalanes est¨¢n muy molestos por la forma en la que Rajoy respondi¨® el lunes a Duran.
¡°Hablaremos¡±, le dijo el l¨ªder del PP al portavoz de CiU en el Pleno del Congreso, cuando Duran le plante¨® sus reivindicaciones sobre el pacto fiscal para Catalu?a, el desarrollo del corredor Mediterr¨¢neo y el pago del llamado fondo de competitividad. En la reuni¨®n del grupo de CiU en la que se decidi¨® el sentido del voto hubo unanimidad en descartar la abstenci¨®n porque los nacionalistas aprecian en el futuro presidente una cierta displicencia. Al menos al responder sobre las reivindicaciones de Catalu?a, porque fuentes de CiU consideran que s¨ª qued¨® patente una coincidencia en las propuestas econ¨®micas, como la del mercado de trabajo, la de las pensiones y la del sistema financiero, entre otras.
Antes de la votaci¨®n, Rajoy debati¨® con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, y, despu¨¦s de varias florituras dial¨¦cticas, le arranc¨® el compromiso de contar con los nacionalistas vascos para hablar del final de ETA.
En la primera jornada, Rajoy eludi¨® el asunto del terrorismo, sabiendo que ayer ten¨ªa que entrar de lleno, y lo hizo para mantener la posici¨®n de firmeza, pero tambi¨¦n para desmarcarse en parte de los sectores m¨¢s duros de su partido. Por ejemplo, al asegurar que ¨¦l s¨ª se cree el avance de la declaraci¨®n de ETA sobre el final definitivo del terrorismo y al proclamar su voluntad de acabar con la banda terrorista.
El pr¨®ximo presidente del Gobierno debati¨® con todos los miembros del Grupo Mixto y, con alguna excepci¨®n notable como la de Uxue Barkos (Geroa Bai), a la que trat¨® con amabilidad pese a la lejan¨ªa ideol¨®gica, fue especialmente duro con casi todos. Sobre todo con el diputado de Comprom¨ªs, Joan Baldov¨ª, que consigui¨® sacar de sus casillas a Rajoy. Primero por la descripci¨®n que hizo de la Comunidad Valenciana, asolada por la corrupci¨®n, y segundo porque asegur¨® que su llegada a la C¨¢mara supon¨ªa que, al fin, habr¨ªa un diputado hijo de un ama de casa y un trabajador.
Rajoy le respondi¨® casi con el mismo tono agrio con que la v¨ªspera replic¨® a Rosa D¨ªez (UPyD), quejosa con la ley electoral y la nula voluntad del PSOE y el PP para reformarla. Sin clemencia, cuando un diputado del Grupo Mixto le afe¨® que cierre el paso a Amaiur para crear grupo propio, sepultando al resto de los minoritarios, ¨¦l respondi¨® que tampoco hablaban los 184 miembros del PP y no protestaban.
Por si ten¨ªa dudas, Rajoy, tras la votaci¨®n de ayer, ya se sabe poderoso, tiene la capacidad de mantener en vilo a centenares de ministrables, hasta que esta tarde anuncie la lista de agraciados con un ministerio. Hasta entonces, silencio total, emulando la advertencia que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar hac¨ªa a quienes comunicaba que ocupar¨ªan un lugar en su Gobierno: ¡°Solo lo sabes t¨², y como se sepa antes ya no ser¨¢s ministro¡±.
Zapatero sali¨® del Congreso en el coche de los expresidentes camino de su nueva casa, y Rajoy en el de presidente del Gobierno. Esta noche, el l¨ªder del PP dormir¨¢ en el palacio de la Moncloa.
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