El baltarismo pasa de padre a hijo
El hijo de Jos¨¦ Luis Baltar sucede a su padre en la Diputaci¨®n con el apoyo del partido
El exbar¨®n del PP de Galicia se despidi¨® el viernes de dos d¨¦cadas holgadas al frente de la Diputaci¨®n y del partido en la provincia de Ourense. Jos¨¦ Luis Baltar Pumar (Esgos, 1940), el ¡°cacique bueno¡± ¡ªcomo ¨¦l mismo se ha autodefinido¡ª, dio carpetazo en su feudo de la instituci¨®n provincial, entre r¨¢fagas de v¨ªtores y l¨¢grimas, a la primera era del baltarismo. E instaur¨® la siguiente: su hijo, Jos¨¦ Manuel Baltar Blanco (Ourense, 1967), anunci¨® ayer que tiene el respaldo del grupo y del partido para suceder a su padre dentro de 15 d¨ªas. Fue elegido candidato ¡°por unanimidad¡±.
El fundador de la saga presidi¨® el ¨²ltimo pleno de la Diputaci¨®n con la misma soltura a manos llenas con la que ha gobernado este organismo y la provincia: cruzando chascarrillos con decretos y concesiones a dedo. Estuvo arropado por cerca de 400 enchufados (buena parte de cuyos contratos investiga la fiscal¨ªa), que formaron pacientes en las escaleras del pazo provincial con la esperanza de poder agradecer al patr¨®n su deferencia. La mayor¨ªa, descendientes de alcaldes de la provincia o cargos del partido a quienes el ya exl¨ªder del PP orensano amarr¨® sus fidelidades ¡ªlos innumerables votos que le permitieron esas mayor¨ªas impenetrables que hicieron arrodillarse al PP de Fraga y de Feij¨®o¡ª con la dulce soga del puesto de trabajo.
El exbar¨®n bes¨® a docenas, los palmote¨® en la espalda y, emocionado antes de tiempo, se vio impelido a huir camino ya de su jubilaci¨®n sin dejarles completar el besamanos. ¡°Hoy es un d¨ªa para tener la fiesta en paz¡±, hab¨ªa instado minutos antes a los eternos grupos de oposici¨®n (PSOE y BNG) desde el sill¨®n presidencial de la corporaci¨®n provincial. Y el pleno fue una balsa. Despu¨¦s, agasaj¨® a los medios de comunicaci¨®n con palabras de agradecimiento a su trabajo.
El ¡°buen cacique¡± no toc¨® el tromb¨®n. No enton¨® esta vez la cantinela de ¡°si no eres del PP, j¨®dete¡±, con la que cada apertura de campa?a insuflaba ¨¢nimos a los suyos, pero mostr¨® igual talante. Se dej¨® fotografiar a diestro y siniestro ¡ª¡°?Alguien quiere alguna foto m¨¢s?¡±, exhort¨®, sin dejar su sonrisa y campechan¨ªa¡ª y avis¨® distendido a los periodistas de que su ida era dejarles sin titulares. Adem¨¢s, tuvo palabras de aliento hacia al n¨²cleo duro de sus alcaldes, los que hicieron con ¨¦l la traves¨ªa hacia el PP desde aquel partido de Centristas de Ourense que ¨¦l mismo se invent¨®, a finales de los ochenta, con su predecesor en la Diputaci¨®n, Victorino N¨²?ez. Estos no han tenido m¨¢s remedio que asumir el sacrificio de la renuncia sucesoria ¡ªsaldada con los empleos¡ª a favor del v¨¢stago.
El ¡®heredero¡¯, que ya dirige con mano de hierro el partido,
Baltar se despide convencido de que deja atado el baltarismo. En enero de 2010 leg¨® a su hijo la presidencia provincial del PP a trav¨¦s de un congreso tildado de fraudulento por el sector oficial del partido (el fundador de la saga contrataba en la Diputaci¨®n, en las v¨ªsperas, a decenas de compromisarios o parientes de estos).
Ahora, dos a?os despu¨¦s de aquella transmisi¨®n, le entrega el poder de una instituci¨®n endeudada en el l¨ªmite legal, con un presupuesto a la baja ¡ªeste a?o, 71 millones de euros¡ª del que pr¨¢cticamente la mitad se destina a pagar salarios de trabajadores que apenas tienen espacio ni tarea en la que emplear su tiempo.
El legado del baltarismo sobre el que se habr¨¢ de asentar el nuevo baltarismo es una instituci¨®n que dedica 29 millones de euros a gastos de personal y apenas 12 a inversiones. Ayer, el heredero, Jos¨¦ Manuel Baltar, anunci¨® la continuidad de la dinast¨ªa: el comit¨¦ provincial que, desde que gan¨® el pol¨¦mico congreso, ¨¦l mismo dirige con mano de hierro ¡ªlamin¨® previamente a todos los ¡°infieles¡±¡ª, lo proclam¨® por unanimidad candidato a la presidencia de la Diputaci¨®n. Para ello fue necesaria la renuncia del primer suplente de la lista, el alcalde de Nogueira de Ramu¨ªn ¡ªmunicipio fetiche del fundador de la saga, en donde comenz¨® su carrera pol¨ªtica¡ª a ocupar la vacante que deja el exbar¨®n.
Hace apenas unos meses, Baltar padre coloc¨® con f¨®rceps a su hijo como suplente segundo. Ya estaba decidido que los sucesores naturales en cualquier instituci¨®n al uso (el vicepresidente y el portavoz del grupo popular en la Diputaci¨®n) har¨ªan expreso su desinter¨¦s por el cargo y su renuncia. Todo bien atado. Baltar Blanco, el hijo y sucesor, abandonar¨¢ ahora el esca?o del Parlamento aut¨®nomo desde el que manten¨ªa en jaque la mayor¨ªa absoluta de Alberto N¨²?ez Feij¨®o tras promover en 2009 una carta de alcaldes orensanos en la que acusaban al presidente gallego de marginar a la provincia.
La instituci¨®n dedica la mitad de su presupuesto a pagar salarios
Mientras se gesta la tercera generaci¨®n ¡ªla hija adolescente del sucesor ya se forja en el PP provincial para el que su padre acu?¨® carn¨¦s de ourensanidad, distintos del resto de Espa?a¡ª, la segunda ya impone su marchamo: un nuevo modo de ejercer, con un Baltar menos emp¨¢tico que el progenitor. Nadie le debe a¨²n nada en la envejecida provincia, que ocupa los ¨²ltimos lugares en renta per c¨¢pita, y del que recela incluso el n¨²cleo duro, la generaci¨®n que arrop¨® a su padre.
Ayer, el continuador del baltarismo compareci¨® plet¨®rico ante los medios de comunicaci¨®n para anunciar el ¡°grand¨ªsimo honor¡± que le supone ¡°ser candidato a un cargo de alt¨ªsima responsabilidad¡± y calific¨® de admirable el trabajo realizado por su progenitor y predecesor en todos los cargos. Y encaj¨® con orgullo la acusaci¨®n de ¡°abdicaci¨®n¡± que utiliza la oposici¨®n para referirse a este proceso sucesorio: ¡°Ellos [socialistas y nacionalistas] van fracaso tras fracaso¡± electoral, espet¨®.
El baltarismo intentar¨¢ perpetuarse y mantener el pulso con el PP gallego a base de ourensanidad. El nuevo l¨ªder ya mand¨® un aviso a Feij¨®o en su primera comparecencia, antes de tomar las riendas: ¡°Llevo siempre el escudo de Ourense en mi chaqueta¡±, dijo.
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