Petici¨®n
El estupor que inspira en Europa el proceso al juez que intent¨® investigar los cr¨ªmenes del franquismo no tiene un color espec¨ªfico
Yo s¨¦ que Angela Merkel no va a leer esta columna. No va a leerla Nicolas Sarkozy, ni David Cameron, ning¨²n l¨ªder de la derecha europea, y sin embargo, me dirijo a ellos. Escribo pensando en los diputados del Partido Popular de Estrasburgo, los representantes de los partidos conservadores que surgieron tras la victoria aliada en la II Guerra Mundial para integrarse, sin miedos y sin complejos, en los reg¨ªmenes democr¨¢ticos que se fundaron en la incondicional repulsa del fascismo.
Por eso, el estupor que inspira en Europa el proceso al juez que intent¨® investigar los cr¨ªmenes del franquismo no tiene un color espec¨ªfico. Los diarios conservadores tambi¨¦n han publicado editoriales muy duros, en los que se duda de la imparcialidad de la justicia espa?ola. Es l¨®gico. De entrada, y sin contar con los escalofriantes testimonios de las v¨ªctimas que seguir¨¢n reviviendo el horror en voz alta durante meses, las organizaciones que ejercen la acusaci¨®n particular ser¨ªan ilegales en la mayor¨ªa de las democracias europeas, donde la apolog¨ªa del fascismo es un delito.
Yo, no pretendo enga?ar a nadie, soy una mujer de izquierdas. No por eso voy a incurrir en la torpeza de responsabilizar al PP de la actuaci¨®n de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. No es cierto y, por tanto, no ser¨ªa justo. Pero creo que el hecho de que la derecha espa?ola sea la ¨²nica en toda Europa que nunca ha querido desvincularse expresamente de la experiencia fascista, puesto que jam¨¢s ha condenado el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, es un factor clave en el enrarecimiento atmosf¨¦rico que hace posible que se celebre un juicio como este. Por eso, me atrevo a pedir a la derecha europea que reflexione sobre las implicaciones morales de la actitud de su socio espa?ol. Quiz¨¢s sea ese el ¨²nico amparo al que todav¨ªa puedan recurrir las v¨ªctimas del franquismo.
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