Verdad cruda en econom¨ªa y discreci¨®n frente a ETA
Rajoy sabe que lo primero es arreglar la econom¨ªa del pa¨ªs, frenar la caida y que al menos se deje de destruir empleo
Mariano Rajoy s¨ª tiene muy claro cu¨¢les son los dos principales retos de su mandato en la Presidencia del Gobierno. Y por tanto ha pensado muy bien y con tiempo las estrategias para afrontarlos. Los dos son problemas may¨²sculos, pero Rajoy, ya se sabe, prioriza. Lo primero es arreglar la econom¨ªa del pa¨ªs, frenar la ca¨ªda y que, al menos, se deje de destruir empleo. Del fin de ETA mejor hablar lo justo o nada. El discurso en la clausura del bals¨¢mico XVII congreso del PP de Sevilla solo persegu¨ªa encarar el primer objetivo. Y replicar a los sindicatos y manifestantes que estaban en esos momentos a miles por las calles de toda Espa?a protestando contra su reforma laboral con la idea simple pero convincente de que han sido muchos m¨¢s los espa?oles que le han votado para poner remedio a la crisis. Frente a los que dudan de su firmeza ante el t¨®pico de estos tiempos dif¨ªciles, Rajoy ha sellado su compromiso de que no vacilar¨¢ para ejecutar unas medidas que entiende duras, pero al mismo tiempo justas, necesarias e imprescindibles. Eso s¨ª, con un lado humano que no ha detallado.
Su intervenci¨®n se ha volcado sobre el alarmante panorama econ¨®mico. Y ah¨ª Rajoy no piensa llamarse a enga?o. Ha tomado nota de los errores de su antecesor, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, al que ya ni cita, y no pierde el tiempo en imaginarse brotes verdes, signos impensables de recuperaci¨®n o frutos de ninguna cosecha. No ve se?ales de esperanza. Lo dice alto y contundente. Es crudo. Mantiene que los espa?oles comprender¨¢n ahora mejor las verdades como pu?os que ning¨²n enga?o edulcorado. Y presume que as¨ª respaldar¨¢n cualquier iniciativa que emprenda, por inc¨®moda que pueda resultar para su venta electoral. Hay tiempo para pensar en eso, porque la cita inmediata en Andaluc¨ªa parece bastante resuelta. La dan por hecha. Por tanto, la frase ¡°ojal¨¢ hubi¨¦ramos tocado fondo¡± tron¨® en toda la sala y se extendi¨® r¨¢pido por toda Espa?a.
?C¨®mo es de desmemoriada la pol¨ªtica! C¨®mo cambian las tornas de un congreso para otro. El l¨ªder del PP se siente ahora tan s¨®lido en su posici¨®n que ni los pellizcos de Aznar le hacen mella. Le saluda ya como se trata a un presidente honor¨ªfico que se enrabieta en bajo por lo mucho que se extienden los v¨ªdeos y los discursos que le preceden. Rajoy se ha permitido incluso aludir a los problemas de liderazgo en el PSOE c¨®mo si el congreso del PP de Valencia en 2008 y sobre todo sus dram¨¢ticas semanas previas nunca hubiesen existido. ¡°No hemos venido aqu¨ª a resolver querellas internas, porque no las tenemos¡±, ha ironizado.
Su meta es otra. No est¨¢ en la oposici¨®n, ni en el Parlamento ni tampoco en la calle, aunque grite. ¡°Nosotros a fortalecer nuestra capacidad de respuesta¡±, ha comentado para pasar r¨¢pidamente, casi sin hacer sangre con la herencia recibida, a una defensa a ultranza de la reforma laboral ya tan contestada. No la ofreci¨® como una panacea sino como parte de un plan. Vendr¨¢n m¨¢s y ser¨¢n duras. Y los presupuestos.
El ¨²nico momento para el optimismo que se ha concedido ha sido cuando al interpretar que lo que ya ha cambiado es la imagen de Espa?a. Dentro, porque cree que los espa?oles s¨ª ven que se ha terminado con la indefinici¨®n. Y fuera, porque sospecha que nuestros socios, los mercados y dem¨¢s interlocutores financieros nos aprecian como un pa¨ªs serio. No ha dado datos.
De lo que Rajoy no ha querido hablar fue del otro gran problema a¨²n sin soluci¨®n definitiva en Espa?a. Rajoy no ha mencionado la palabra ETA. Ni ha dado ninguna pista de por d¨®nde van sus intenciones. Solo se permiti¨® un recordatorio a las v¨ªctimas en el largo cap¨ªtulo de los agradecimientos. Muy gen¨¦rico: ¡°Quiero recordar a todos aquellos que podr¨ªan estar hoy aqu¨ª, que deber¨ªan estar aqu¨ª, pero no est¨¢n. Y quiero que recordemos que no est¨¢n porque han sido el precio que hemos pagado por nuestra libertad. No los olvidamos y no queremos olvidarlos, ni aqu¨ª, ni en ning¨²n rinc¨®n de Espa?a. Permanecen en nuestro recuerdo, porque el respeto a su memoria y la defensa de su dignidad, conforman hoy la medida de nuestra talla moral¡±. Se acab¨®.
El tema de ETA se ha bajado de los m¨ªtines, de los discursos, de las ruedas de prensa y, mucho m¨¢s, de las ponencias de los congresos. Pero ocupa y preocupa, desde la discreci¨®n. Sobre todo porque hay un sector relevante en el PP, antes encarnado por el ahora aparcado Jaime Mayor Oreja y que tiene a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como baluarte, que no est¨¢ dispuesto a ninguna componenda. Rajoy y el l¨ªder vasco actual del PP, Antonio Basagoiti, tampoco pero s¨ª est¨¢n en otra onda. Basagoiti fue incluso duro durante el congreso en sus mensajes al entorno etarra. Su ponencia fue premeditadamente ambigua para poder permitirlo todo en un futuro no muy lejano.
Pero el PP vasco de Basagoiti ha situado a m¨¢s miembros en el equipo de Rajoy en Madrid y, sobre todo, a I?aki Oyarzabal como nuevo secretario sectorial de Justicia, Derechos y Libertades. Es mucho m¨¢s que un puesto de cuota o decorativo. Es el refrendo a uno de los dirigentes vascos que m¨¢s est¨¢ trabajando en la sombra para que PP, PSOE y PNV puedan construir juntos una salida razonable al problema ¡°pol¨ªtico¡± de ETA, como lo calific¨® sorprendentemente la semana pasada el nuevo ministro del Interior. Oyarzabal fue el dirigente que viaj¨® a Madrid para preparar con Jorge Fern¨¢ndez esa comparecencia en el Congreso en la que UPyD exigi¨® con acusaciones de cobard¨ªa la ilegalizaci¨®n de Amaiur. El PP vasco revent¨® de ira ante esas palabras de Rosa D¨ªez, por injustas y porque molestan a un proceso que va mucho mejor de lo que parece.
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