"Llevo diez a?os trabajando, de los que solo he cotizado uno"
Prefer¨ª trabajar y pertenecer a una econom¨ªa sumergida que me aporta dinero a final de mes O aceptamos unas condiciones m¨¢s que precarias aqu¨ª, o buscamos oportunidades fuera
Mi nombre es ?lvaro Garc¨ªa y tengo 26 a?os. Estudio Bellas Artes, unos estudios pero tambi¨¦n una forma de vida, un camino al que te lanzas a sabiendas de las dificultades que entra?a y las pocas oportunidades que ofrece. Si como yo, decides tomar esta v¨ªa ya eres consciente de los riesgos, y si lo haces es porque la ilusi¨®n, la esperanza y la fe en lo que haces, te empujan. Ahora puedo decir que todas ellas son contraproducentes.
Cada d¨ªa hablo con amigos y compa?eros sobre la situaci¨®n, personas con t¨ªtulos universitarios que van desde Telecomunicaciones a Empresariales. Me cuentan que para encontrar trabajo deben omitir en el curr¨ªculo dichos t¨ªtulos porque las empresas prefieren a alguien menos preparado -que supone mano de obra barata- antes que alguien que aspire a cobrar acorde a su preparaci¨®n. "?C¨®mo hemos llegado a esto?" suele ser la pregunta con la que, cabizbajos, acabamos la conversaci¨®n.
Otro colega que tuvo la suerte de irse fuera gracias a una beca Erasmus, nos contaba c¨®mo reaccionaban en Suecia al explicarles las condiciones laborales, acad¨¦micas y sociales que aqu¨ª tenemos. "Alguien que mas all¨¢ de los 20 sigue viviendo con los padres es un friki" dec¨ªa uno. "?700 euros al mes? Imagino que el precio de las cosas ser¨¢ acorde a esos ingresos, ?verdad?" preguntaba otro. Sus facciones desencajadas ante las respuestas te permiten deducir y asumir la gran diferencia en la calidad de vida que existe entre ambos pa¨ªses.
Las soluciones son pocas e implican tomar una decisi¨®n sobre que dos opciones escogemos: o aceptamos unas condiciones m¨¢s que precarias (incluso humillantes) aqu¨ª, o buscamos oportunidades fuera. Otro amigo que escogi¨® esta ¨²ltima, emigr¨® al extranjero y nos explica que fuera (en Alemania, concretamente) se frotan las manos con esta situaci¨®n, viendo como gente preparada cuya educaci¨®n no les a costado un solo euro, llegan a su pa¨ªs entusiasmados al recibir lo que all¨ª es un sueldo por debajo del m¨ªnimo pero que, en comparativa con Espa?a, supone una mejora estratosf¨¦rica. Y es obvio que se froten las manos; somos una granja de universitarios a coste cero, todo beneficios sin p¨¦rdida alguna. Lo sorprendente es que dicha granja ni tan siquiera se percate de que, no solo est¨¢ perdiendo unos beneficios que hipotecan su futuro, si no que, al no hacer nada al respecto, otros se aprovechan de la situaci¨®n. ?Es deliberado, entonces?
El da?o ya est¨¢ hecho. Toda una generaci¨®n perdida o desaprovechada. Perdida para los que, ilusos, permanecemos aqu¨ª. Desaprovechada para aquellos que tuvieron agallas para tomar la decisi¨®n de renunciar a familia, amigos, a su vida en pos de un futuro digno. Un futuro que parece no estar en su tierra.
A nivel personal, dir¨¦ que llevo trabajando desde los 16 a?os, es decir, diez a?os, de los que solo he cotizado uno. Ni un a?o de paro porque prefer¨ª trabajar y pertenecer a una econom¨ªa sumergida que me aporta dinero a final de mes. Nada me agradar¨ªa mas que dejar de ser, a ojos del Estado, un par¨¢sito in¨²til cuya ¨²nica aportaci¨®n es el dinero que invierte en su educaci¨®n. Una educaci¨®n, he de a?adir, precaria y sin alicientes, pues al parecer aqu¨ª no pretenden disfrutar ni dejarme disfrutar de su fruto. La esperanza de encontrar trabajo es casi nula, igual que la esperanza de, una vez acabe la carrera, ser reconocido por ello y aspirar a algo que merezco.
Lo que antes eran derechos como la emancipaci¨®n e independencia en una vivienda digna, un trabajo que me permita vivir y ser autosuficiente, disfrutar con lo que hago y ser feliz, son ahora quimeras, sombras de un pasado no tan lejano pero que se me antoja inalcanzable, irrecuperable. No solo eso, adem¨¢s de vivir con unas perspectivas realmente decadentes y pesimistas de futuro, parece que debemos dar gracias por ello.
Har¨¦ ahora un ejercicio de introspecci¨®n y, siendo absolutamente sincero, concluir¨¦ diciendo que no pretendo vivir por encima de mis posibilidades, ni pretendo no merecer lo que tengo. No quiero nada que no me pertenezca ni nada a lo que no pueda aspirar. Mi meta no es demostrarle a nadie todo lo anterior. ?nicamente a m¨ª mismo. Solamente pido lo que merezco: vivir dignamente con un trabajo para el cual est¨¦ preparado, sentirme realizado con ¨¦l, con el que poder estar orgulloso de m¨ª mismo y que los que me rodean tambi¨¦n lo est¨¦n. En definitiva, aspirar a poder ser feliz. ?Es pedir demasiado?
Como bien dije antes, nuestra generaci¨®n parece estar ya perdida. Solo tengo la esperanza de que, si alg¨²n d¨ªa tengo un hijo o una hija, no tengan que sufrir las gratuitas injusticias que esta generaci¨®n estamos sufriendo.
Saludos cordiales,
?lvaro
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