?Generaci¨®n cangrejo? No parece
La idea de que los j¨®venes de hoy vivir¨¢n peor que sus padres est¨¢ muy extendida Sin embargo, no est¨¢ claro qu¨¦ es ¡°vivir mejor¡± ?Es mejor poseer una casa o contar con una buena formaci¨®n?
?Qu¨¦ m¨¢s pueden pedir los j¨®venes de hoy en d¨ªa? La pregunta suena a conflicto intergeneracional, pero la respuesta es sencilla: la mayor¨ªa se conformar¨ªa con un empleo y, si puede ser, que est¨¦ acorde con su formaci¨®n. En todo lo dem¨¢s, la comparaci¨®n con la juventud de sus padres no resiste un an¨¢lisis fino: ahora tienen formaci¨®n, viajes, amigos por medio mundo, idiomas, moda, cultura, ocio, informaci¨®n, tecnolog¨ªas y libertades. Todas. Muy pocos cambiar¨ªan su vida por la que llevaron sus padres a la misma edad. ?Qui¨¦n quiere estar casado con 24 a?os, tener tres hijos a los 28, vivir en un cuarto sin ascensor, viajar al mismo pueblo cada verano y comer paella todos los domingos? ?Podemos hablar de que esta generaci¨®n vivir¨¢ peor que la de sus padres? Cabe dentro de lo posible, pero, en t¨¦rminos hist¨®ricos, Espa?a apenas se est¨¢ desperezando de una larga siesta de carencias. Por eso, es dif¨ªcil concebir que los j¨®venes de hoy vayan a vivir peor que ellos, en una suerte de generaci¨®n cangrejo.
¡°Decir que van a vivir peor que nosotros, cuando dos tercios de la poblaci¨®n de entonces carec¨ªa de estudios universitarios, es improbable. Ten¨ªan un empleo, si, pero qu¨¦ empleo; y ten¨ªan un piso, s¨ª, pero qu¨¦ piso. Lo que los j¨®venes quieren tener es lo que tienen sus padres ahora, no lo que ten¨ªan a su edad¡±, dice Lorenzo Navarrete, profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense. ¡°El bienestar actual lo han proporcionado los a?os que vinieron a partir de la Transici¨®n, pero no los anteriores. Los que lo ten¨ªan antes eran una minor¨ªa en Espa?a¡±, a?ade.
Tampoco puede decirse que aquellos que fueron padres entre los setenta y los ochenta fueran una legi¨®n de infelices. Viajar en el tiempo requiere una revisi¨®n de las expectativas. To?i Mart¨ªnez, la madre de B¨¢rbara, una treinta?era que pasea su amueblado curr¨ªculo sin ¨¦xito de una puerta a otra, lo explica muy bien: ¡°Yo me cas¨¦ con 24 a?os, despu¨¦s de ocho de novios, y no quise estudiar: mi meta era casarme y tener un piso y los hijos. Si hubiera estudiado me habr¨ªa ido mejor, pero yo eleg¨ª mi vida. B¨¢rbara ha tomado como prioritario tener un buen trabajo y yo creo que alg¨²n d¨ªa lo tendr¨¢. Est¨¢ preparada para ello¡±. El de To?i, que ahora tiene 57 a?os, fue en la industria del calzado, en Elda (Alicante), de poca estabilidad y unos ingresos bajos: ¡°Hab¨ªa meses que no entraba un duro en casa, unos meses nos daban de alta, otros no; unos ten¨ªamos trabajo, otros no¡±, dice. ¡°Mi vida fue buena, pero toda nuestra aspiraci¨®n es que los hijos se formaran y tuvieran un futuro mejor¡±, explica. Ahora tiene 57 a?os y si le preguntan si cambiar¨ªa su vida por la de su hija, dice que s¨ª: ¡°Ahora no ser¨ªa tan tonta¡±, se r¨ªe. ¡°Hubiera seguido estudiando y tendr¨ªa un buen empleo¡±.
Se han dedicado demasiados recursos a empleos no cualificados
¡°Es verdad que el mercado de trabajo se ha precarizado tanto que se est¨¢ poniendo complicado hasta para los titulados superiores¡±, explica el profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Oviedo Florentino Felgueroso. Esos empleos estables que permiten organizarse la vida, llegan ahora alrededor de los 35 a?os, dice Felgueroso, pero el futuro, se?ala optimista, ¡°solo puede ir a mejor¡±. Apunta, sin embargo, dos nubarrones: la enfermedad holandesa y el efecto cicatriz. La primera afecta a los universitarios que no encuentran empleo: ¡°Hemos dedicado tantos recursos a sectores que demandaban poca cualificaci¨®n, como la construcci¨®n, el turismo y la hosteler¨ªa, que se ha descuidado la cantera para otros empleos cualificados. Pas¨® en Holanda en los sesenta y setenta: se volcaron en los yacimientos de gas y desatendieron otras cosas¡±, resume Felgueroso.
Del efecto cicatriz s¨ª tiene la culpa la crisis. Felgueroso lo explica as¨ª: ¡°Lo que le ocurre a una cohorte lo arrastras toda tu vida laboral. Si hay una generaci¨®n en edad de trabajar que ha coincidido con la crisis y obtiene trabajos precarios ser¨¢ dif¨ªcil compensar eso a lo largo de la vida. Esa cicatriz se habr¨¢ quedado. Afecta a los que est¨¢n entrando a trabajar y a los que salen por despidos¡±. Quiz¨¢ alguno de estos viva peor que sus padres, pero todo est¨¢ por ver. La reforma laboral, que, entre otras cosas, puede traducirse en prescindir del trabajo de los padres, mejor pagados, para sustituirlo por el de los hijos, mileuristas, tambi¨¦n podr¨ªa lastrar el futuro de estos j¨®venes.
Me cas¨¦ con 24
a?os, tras ocho de novios: mi meta era
eso, y tener hijos¡±
?Va a recuperarse Rodrigo Monreal de la crisis que no le deja avanzar a sus 28 a?os? ?Conseguir¨¢ tener estabilidad laboral, comprar un piso y salir de vacaciones sin que le ayuden sus padres? Habr¨¢ que preguntarle de aqu¨ª a unos a?os. Por ahora, solo dice que no cree que pueda aguantar mucho m¨¢s como est¨¢: en un piso compartido con otros tres por una de cuyas habitaciones paga 395 euros, m¨¢s 20 de otros gastos. Apenas le quedan 100 para vivir. Eso el mes que ingresa 500 euros, que no es siempre. Estudi¨® Enfermer¨ªa y Podolog¨ªa, habla ingl¨¦s, italiano y catal¨¢n. Pero cobra por cliente en la cl¨ªnica de podolog¨ªa y a diario est¨¢ ocupado una hora, dos, tres a lo sumo. La cl¨ªnica se queda con el 60% de lo que abona el usuario. ¡°Bueno, es que ellos ponen todo, y montar una cl¨ªnica no es f¨¢cil¡±, reconoce.
Rodrigo va a preparar oposiciones a Enfermer¨ªa que se convocan en el Pa¨ªs Vasco y en Canarias. ¡°En Madrid, la bolsa de trabajo est¨¢ parada¡±. ¡°No vivo mal, te acostumbras a lo que tienes, pero cuando mis padres se casaron, j¨®venes, ambos trabajaban, ella enfermera y ¨¦l empleado de banca, y se compraron un piso con garaje por cuatro millones y medio de pesetas en Talavera de la Reina. Solo querr¨ªa tener las oportunidades de trabajo que ellos tuvieron¡±. Y nada m¨¢s. A Rodrigo no le ha faltado de nunca de nada. Tampoco ahora, porque sus padres le ayudan cuando lo necesita. Esa es otra de las grandes diferencias en esta generaci¨®n, que sus padres pueden cobijarles del chaparr¨®n hasta que escampe... Rodrigo se ir¨¢ con la familia este verano a Croacia.
Para el profesor Navarrete, ¡°el disfrute, el consumismo de los j¨®venes en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas es, precisamente, el resarcimiento de sus familias, que les dan lo que ellos no tuvieron¡±, por eso no puede decirse que a la misma edad, vivieron mejor. Pero ¡°ese bienestar no activa la agresividad darwinista necesaria para salir adelante, la que los padres s¨ª tuvieron; no es m¨¢s que un retardo, pasado un tiempo, con la preparaci¨®n y la capacidad que tienen reconducir¨¢n la situaci¨®n¡±. Son como dos caras de una moneda. La sobreeducaci¨®n, y quiz¨¢ la sobreprotecci¨®n (algunos padres van a la universidad a interesarse por los estudios de sus peque?os), les anestesia para buscarse la vida, pero Navarrete est¨¢ convencido de que una ley primar¨¢: aquella que dice que ¡°el que sabe m¨¢s, puede m¨¢s y tiene m¨¢s¡±, as¨ª que todo parece cuesti¨®n de tiempo.
Rodrigo envidia el piso
que se compr¨® su padre
por 4,5 millones de pesetas
Pero el tiempo no pasa igual para todos. O mejor dicho, para todas. Aunque las expectativas de las mujeres no sean hoy las mismas que las de sus madres en los setenta y ochenta, no quiere decir que hayan renunciado a la maternidad, por ejemplo. Y para eso hay un reloj, que no solo se activa con el deseo de ser madres, tambi¨¦n manda la econom¨ªa. ¡°Si hemos de tener en cuenta la teor¨ªa de la aversi¨®n al riesgo como un condicionante de las tasas de fecundidad, desde luego la estabilidad laboral y el nivel salarial van a ser determinantes. La incertidumbre por el propio futuro y por el de los hijos puede llevar la fecundidad a tasas a¨²n m¨¢s bajas¡±, opina Margarita Delgado, dem¨®grafa del CSIC. ¡°Hay un d¨¦ficit entre el n¨²mero de hijos que desean las mujeres y los que se tienen [en los hombres no se ha medido]. Eso indica una maternidad insatisfecha¡±, a?ade Delgado. Quiz¨¢ este si pudiera servir como indicador de haber dado un paso hacia atr¨¢s. Quiz¨¢.
El economista Javier Andr¨¦s cree que no se ha medido con rigor cient¨ªfico nada que pueda dar una respuesta sobre si hay una generaci¨®n de hijos que vive peor que sus padres. ¡°?Qu¨¦ significa vivir peor? Habr¨ªa que hacer un an¨¢lisis de los salarios a lo largo del tiempo, del poder de compra, y todo eso no se ha hecho. Personalmente, no creo que vivan peor, ni que eso vaya a ocurrir. Hay muchos avances, incluidos los de la medicina, por ejemplo¡±, dice. En efecto, hasta para alargar la edad de la maternidad hay soluciones que empiezan a parecer magia.
Las familias est¨¢n
dando a sus hijos justo
lo que ellos no tuvieron
Javier Andr¨¦s es optimista. Cree que Espa?a a¨²n tiene margen intergeneracional. ¡°Todav¨ªa hay ganancias entre generaciones, aunque l¨®gicamente estas se ir¨¢n reduciendo, porque llegar¨¢ un d¨ªa en que la mayor¨ªa de los padres tengan estudios superiores, por ejemplo, y un buen nivel de vida, como ocurre en otros pa¨ªses. Y los hijos tendr¨¢n m¨¢s dif¨ªcil superar eso, claro¡±. Lo que hay que frenar, dice, es el paro. ¡°No es posible que hayamos tenido tres crisis, la de los ochenta, los noventa y ahora esta, en que el paro haya superado el 20% y todo en tan corto espacio de tiempo. Eso solo ha pasado en Espa?a¡±. Para Andr¨¦s, ciertas reformas laborales ayudar¨ªan a salvar ese extremo. ¡°Si se reduce el endeudamiento se aliviar¨¢ el futuro de las nuevas generaciones y si nosotros trabajamos m¨¢s a?os, ellos tendr¨¢n que pagar menos por nuestro retiro¡±, opina.
Visto as¨ª, a Rodrigo ciertamente le costar¨ªa pagar la prejubilaci¨®n de su padre en la banca, que a sus 59 a?os ya lleva varios retirado. Tom¨¢s Monreal pele¨® para compaginar estudios y trabajo, pero gan¨® el trabajo: aunque hubo d¨¦cadas en que tener un t¨ªtulo universitario se traduc¨ªa de inmediato en un excelente empleo, tambi¨¦n ocurr¨ªa que algunos puestos se heredaban. Tom¨¢s Monreal obtuvo su primer empleo, a los 17 a?os, en el banco donde trabaj¨® su padre. ¡°Era as¨ª, en algunas ocupaciones los hijos nos coloc¨¢bamos donde estaba el padre. Yo empec¨¦ poniendo sellos, luego hice alg¨²n curso y acab¨¦ fijo. A los 28 me cas¨¦, mi mujer era enfermera y tuvimos a los hijos r¨¢pidamente. Por eso no ¨ªbamos de vacaciones, pero viv¨ªamos bien. Yo lo que cambiar¨ªa de mi generaci¨®n sobre la de mis hijos es el uso de las nuevas tecnolog¨ªas y c¨®mo manejan toda la informaci¨®n con ellas¡±, dice. Y aquel piso en Talavera que no llegaba a los cinco millones de pesetas... Rodrigo pone cara de envidia solo de pensarlo. Si ahora estuvieran a esos precios...
La crisis, opina el profesor Navarrete, solo ha sido una ducha de agua fr¨ªa, que puede incluso despabilar a esta generaci¨®n. ¡°Los padres actuaban de una manera inmediata para vencer las dificultades, eran m¨¢s competitivos y r¨¢pidos en la primera batalla. Pero los j¨®venes de hoy conquistar¨¢n m¨¢s que sus padres. Todas las sociedades que han tenido una generaci¨®n con esas potencialidades han ido a m¨¢s. Solo est¨¢n atrapados por la crisis. Eso, como dec¨ªa mi abuelo, es trigo en la c¨¢mara¡±. Falta que el trigo se haga pan.
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