Salafismos
El papel del terrorista individual est¨¢ fijado en el manual de Setmarian, el arquitecto de la yihad global
Dos noticias relacionadas con el islamismo han aparecido simult¨¢neamente ante la opini¨®n p¨²blica. La principal, el tr¨¢gico episodio del yihadista de Toulouse que se ha saldado con siete muertos, unos militares, otros jud¨ªos. La menos grave, el informe policial sobre el im¨¢n de Tarrasa que en sus sermones aconseja a los maridos pegar a sus mujeres en caso de desobediencia. En principio, son dos sucesos en los cuales el hecho de coincidir en el islam no debe ocultar las enormes diferencias. Para los yihadistas, la implantaci¨®n rigurosa de la shar¨ªase da por descontada en caso de su victoria, en tanto que el im¨¢n Laarusi desaprobar¨¢ la vertiente terrorista de la yihad. Desde este punto de vista, son mundos aparte y cualquier confusi¨®n solo puede servir para el fomento de la islamofobia.
Ahora bien, en la vertiente opuesta, no cabe ver en Mohamed Merah un simple ¡°lobo solitario¡±, seg¨²n advierte en estas p¨¢ginas Fernando Reinares, que act¨²a desconociendo lo que es la doctrina isl¨¢mica. Tampoco cabe presentar las predicaciones de Laarusi como ocurrencias de un musulm¨¢n mis¨®gino. Por mucho que insistamos en que tales hechos deben separarse cuidadosamente de lo que es la pr¨¢ctica religioso-social y la vocaci¨®n de convivencia de la mayor¨ªa de los musulmanes, no puede ni debe ocultarse que en ambos casos nos encontramos con variantes de la concepci¨®n isl¨¢mica calificable de ¡°salafismo¡±, cuyos rasgos, como est¨¢ comprob¨¢ndose en Egipto y en T¨²nez, la separan del proyecto de islamizaci¨®n en la modernidad que van asumiendo los herederos de los Hermanos Musulmanes. La ignorancia de este fen¨®meno es muy grave, y de modo especial en sociedades como la nuestra, y con menos intensidad tambi¨¦n la francesa, amenazadas por una creciente xenofobia, dif¨ªcil de combatir con una angelizaci¨®n del islamismo radical o exhibiendo una ignorancia supina de lo que los libros sagrados del islam, Cor¨¢n y hadiths, predican sobre las relaciones de g¨¦nero.
Porque el bueno del im¨¢n de Tarrasa se limita a predicar a sus creyentes lo que dice el Cor¨¢n en la azora ¡°Las mujeres¡±, aleya 4.34: ¡°Pero aquellas cuya rebeld¨ªa tem¨¢is, amonestadlas, no os acost¨¦is con ellas, pegadles¡± (versi¨®n espa?ola de la editorial saud¨ª Darussalam, posiblemente la utilizada por el im¨¢n). En su versi¨®n m¨¢s reciente, el salafismo representa el intento de recuperar, desde este ¨¢ngulo, las formas estrictas del primer islam, en el tiempo de los ¡°piadosos antepasados¡± (al-salaf al salih) que acompa?aron al Profeta. Creen en la necesidad de atenerse punto por punto a la letra del Cor¨¢n y de las sentencias de Mahoma (hadiths), generando una concepci¨®n de la mujer radicalmente incompatible con la igualdad de g¨¦nero postulada entre nosotros. El problema va, pues, mucho m¨¢s all¨¢ de las opiniones de un exaltado y concierne a la integraci¨®n de la mujer musulmana en nuestra ciudadan¨ªa democr¨¢tica. Y concierne asimismo a quienes intentan afirmar un islam progresista que no puede contentarse con los remilgos del propagandista Tariq Ramadan, quien acaba admitiendo un castigo f¨ªsico leve con un palito, el siwak, ni con la recomendaci¨®n del gran experto al-Qaradawi de pegar solo con la mano, como hiciera el Profeta. Igual que sucede con el niqab, la ¨²nica regla v¨¢lida es el respeto estricto de los derechos de la mujer, no la aceptaci¨®n por un colectivo femenino de su servidumbre. Y para ese fin hay que mirar de frente a los textos del Cor¨¢n y de los hadiths, sin seguir jugando a la gallina ciega, especialmente en la ense?anza.
La edad de oro de la arqueoutop¨ªa salaf¨ª tiene tambi¨¦n una dimensi¨®n guerrera, correspondiente a la vocaci¨®n expansiva del primer islam. Los herederos del wahhabismo saud¨ª que integran Al Qaeda, protagonista Bin Laden, no son unos falsificadores de la doctrina, aunque la endurezcan frente a las ¡°gentes del libro¡± (jud¨ªos, cristianos). Simplemente, como recuerdan sus manuales de formaci¨®n, subordinan la preeminencia de la doctrina de la fase mequ¨ª, con la yihad como esfuerzo espiritual hacia Al¨¢, al protagonismo del Profeta armado, con la yihad como esfuerzo guerrero por su causa. Israel¨ªes y americanos, m¨¢s sus aliados (ejemplo Francia) heredan de los paganos mequ¨ªes el papel de enemigos. La eliminaci¨®n sanguinaria de los adversarios de la doctrina, jud¨ªos en primer plano, est¨¢ ya en los textos fundacionales (l¨¦ase la biograf¨ªa de Ibn Ishaq). Y el papel del terrorista individual, como Merah, se encuentra perfectamente fijado en el manual de Setmarian, el ¡°arquitecto de la yihad global¡±, de nacionalidad espa?ola y al parecer puesto en libertad recientemente en Siria. As¨ª que ni lobo solitario, ni episodio aislado.
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