Examen
El presidente Rajoy se enfrent¨® a su primer examen pol¨ªtico la semana pasada, al concluir los cien d¨ªas de gracia que se le dan a todo Gobierno tras su toma de posesi¨®n. Un examen triple, desglosado en tres pruebas cruciales. La primera se sald¨® con la victoria de la izquierda en las elecciones andaluzas, que le han impedido completar su dominio absoluto de la Administraci¨®n auton¨®mica al no poder acceder al Gobierno de la primera de todas. La segunda tambi¨¦n ha supuesto un considerable ¨¦xito de los sindicatos en su masiva protesta contra la reforma laboral, que ha quedado desautorizada por haberse limitado a abaratar el despido y recortar la negociaci¨®n salarial (en lugar de erradicar la precariedad y la dualizaci¨®n como se hab¨ªa prometido hacer), contribuyendo a multiplicar el desempleo todav¨ªa m¨¢s. Y la tercera acaba de superarse con la tard¨ªa publicaci¨®n de sus restrictivos Presupuestos para el a?o en curso, que dan otra vuelta de tuerca a su errada pol¨ªtica de austeridad fiscal profundizando la recesi¨®n todav¨ªa m¨¢s. Triple examen que Rajoy ha suspendido con un fuerte desgaste, dado el saldo negativo que se deduce de sus cien d¨ªas de poder.
Ese balance se ha caracterizado mucho m¨¢s por la continuidad que por el cambio respecto al Gobierno anterior, el ¨²ltimo de Zapatero, lo que revela una aceptaci¨®n a su pesar de la herencia recibida. En efecto, la pol¨ªtica de austeridad fiscal es exactamente la misma que su antecesor hubo de asumir en mayo de 2010, cuando entonces parec¨ªa conveniente o al menos factible porque se anunciaba ya la recuperaci¨®n econ¨®mica, mientras que ahora resulta absolutamente contraproducente adem¨¢s de imposible (no se podr¨¢ cumplir el objetivo de d¨¦ficit), ya que sus efectos proc¨ªclicos arruinar¨¢n todav¨ªa m¨¢s la contracci¨®n de nuestra econom¨ªa. Tambi¨¦n hay continuidad en la actitud de eludir su responsabilidad, descargando las culpas de sus fracasos sobre las espaldas de los dem¨¢s (los mercados financieros y el directorio europeo as¨ª como la herencia recibida de su predecesor, culpando al despilfarro de Zapatero como este culpaba a la burbuja de Aznar). Y tambi¨¦n hay continuidad en su incompetencia tanto al relacionarse con sus colegas europeos como al dise?ar su estrategia: volver¨¦ sobre esto.
Pero no todo es continuidad pues claro que hay cambios, y quiz¨¢ demasiados. Quiero decir con eso que el gran encuadre ret¨®rico (frame) con que este Gobierno ha presentado ante el p¨²blico su pol¨ªtica es el de destruir, anular, invertir y rectificar la obra del Gobierno anterior, acusado de ser el gran hacedor y ¨²nico culpable de todas nuestras desgracias actuales. Es lo que se ha llamado la Contrarreforma cuasi tridentina de todos y cada uno de los ingredientes del buenismo de Zapatero, desde el aborto (con un inefable Gallard¨®n travestido de quijote defensor del esencialismo materno) hasta la ciudadan¨ªa (encargando al t¨¢ndem Wert-Lasalle la reaccionaria cruzada contra las leyes culturales y educativas) pasando por el medio ambiente (donde Arias Ca?ete pretende reactivar la destrucci¨®n del litoral). De ah¨ª que se descalifique a Zapatero con el framing del padre permisivo (seg¨²n la ¨®ptica de Lakoff), por haber malcriado a los ciudadanos con irresponsables despilfarros fomentando que vivieran por encima de sus posibilidades, mientras Rajoy se reviste con el framing del padre estricto, que ejercer¨¢ con rigor su deber de inculcar entre la ciudadan¨ªa la cultura del esfuerzo, la virtud de la austeridad y el esp¨ªritu de sacrificio.
En cuanto al balance pol¨ªtico, es verdad que hay ciertas luces que brillan pese a sus evidentes sombras. Como la introducci¨®n de una cierta equidad en los ajustes fiscales (aunque el coste tributario se descargue sobre las clases profesionales) o la anunciada Ley de Transparencia (que reintroduce el silencio administrativo autorregulado a discreci¨®n sin accountabilty ni control independiente). Pero son tan pocas que predomina el oscurantismo de una ominosa penumbra. Aqu¨ª destaca el fracaso de las tres reformas estructurales exhibidas por Rajoy como emblema de su pol¨ªtica regeneracionista: la de consolidaci¨®n presupuestaria (dada la imposibilidad de cumplir el objetivo de d¨¦ficit), la financiera (incapaz de sanear la solvencia de nuestra banca) y la laboral (solo destinada a destruir empleo y recortar derechos). Y a¨²n resulta peor su fracaso estrat¨¦gico cuando decidi¨® aplazar la publicaci¨®n de los Presupuestos hasta despu¨¦s de las elecciones andaluzas, pues solo ha logrado perderlas, permitiendo que la izquierda se recomponga, y ganarse la desconfianza de Europa y los mercados, como prueba el alza de la prima de riesgo (con sorpasso italiano) y la ca¨ªda de las Bolsas. Un lamentable balance que ha malgastado en solo un trimestre todo el cr¨¦dito pol¨ªtico que Rajoy obtuvo con el poder.
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