¡°Abr¨ª la fosa de mi padre con las manos¡±
Al morir Franco, Esperanza P¨¦rez investig¨® pueblo a pueblo el paradero de 8 familiares fusilados Termin¨® exhumando a 150 v¨ªctimas del franquismo
¡°Yo ten¨ªa 18 meses cuando fusilaron a mi padre. Mataron a ocho de mi familia. Los falangistas fueron a buscarles a las eras, al campo, donde estaban todos trabajando. Iban a por mi padre, quer¨ªan tomarle declaraci¨®n, dijeron. Pero mi abuelo dijo: ¡®Donde va mi hijo voy yo¡¯. Y su sobrino, lo mismo. Y as¨ª, se los llevaron a todos. Ya no les volvimos a ver¡±, recuerda Esperanza P¨¦rez Zamora.
Acaba de cumplir 77 a?os y hace 35 estaba recorriendo pueblos, buscando pistas sobre el paradero de sus familiares para abrir las fosas donde se encontraban. Hoy, incluso el partido que tanto critic¨® la memoria hist¨®rica, ahora en el poder, apoya y planea subvencionar las exhumaciones. Pero entonces, cuando Esperanza P¨¦rez empez¨® a hacerlas, justo despu¨¦s de la muerte de Franco, solo expresar en p¨²blico el deseo de abrir las fosas del franquismo era peligroso.
Fui a ver al asesino. Le dije: ¡®Ma?ana m¨¢s te vale que me digas d¨®nde est¨¢
?¡°Muchos me insultaban. ¡®Puta comunista¡¯, me dec¨ªan. O directamente, me cerraban la puerta en las narices en cuanto les dec¨ªa por qu¨¦ estaba all¨ª. Todav¨ªa hab¨ªa mucho miedo. Solo me ayudaron mujeres en una situaci¨®n parecida. Alguna me cog¨ªa de la camisa por el pecho, me met¨ªa dentro de su casa y me contaba en voz muy bajita lo que sab¨ªa. Una se?ora me dijo: ¡®Sub¨ªa la gente a ver a los muertos como en una procesi¨®n. Los hab¨ªan dejado mal enterrados. Fue una verg¨¹enza...¡±.
Esperanza tard¨® tres a?os en encontrar a todos sus familiares. ¡°En el momento en que sali¨® Adolfo Su¨¢rez, fui a por ellos. Mi marido, que es taxista, dej¨® de trabajar para llevarme de un pueblo a otro, a preguntar a la gente si sab¨ªa algo. Ten¨ªa que volver muchas veces a la misma casa para que me contaran cosas. Al principio est¨¢bamos muy solos, pero luego nos fueron ayudando familiares de otros fusilados¡±.
Esperanza ten¨ªa a sus familiares repartidos por varias fosas en distintos pueblos. El paradero de su padre se lo dijo el mismo asesino. ¡°Me dijeron el nombre del falangista que le hab¨ªa matado y esa misma noche fui a verle. Era 1977. ¡®Soy la hija de Juan¨®n y s¨¦ que usted le dio el tiro a mi padre. Ma?ana a las nueve de la ma?ana m¨¢s le vale que est¨¦ usted en las tierras que tiene en Villamuriel para que me diga exactamente d¨®nde est¨¢ enterrado¡¯, le dije. Se qued¨® blanco. Al d¨ªa siguiente se present¨® all¨ª con la Guardia Civil. Los agentes me pidieron un mont¨®n de papeles, pero al final, el asesino se?al¨® el sitio¡±.
En las fosas de mujeres sal¨ªan unas trenzas largu¨ªsimas. Fue muy duro
Esperanza abri¨® tres fosas en Villamuriel, cuatro en Villamediana, cinco en Magaz, dos en Valdespina y una en Valoria la Buena, todas en Palencia. ¡°En total recuperamos unos 150 cuerpos. Ten¨ªamos una pala, un azad¨®n y un cepillo. Pero todo lo hac¨ªamos con las manos, con las u?as, un d¨ªa y otro d¨ªa, hasta que termin¨¢bamos. Luego met¨ªamos los restos en sacos. La excavadora que utilizamos alguna vez, la pagamos a escote entre los familiares¡±. A¨²n guarda aquellas facturas. ¡°Es lo mejor y lo m¨¢s dif¨ªcil que he hecho en mi vida. Pero fue muy duro. En la primera exhumaci¨®n pens¨¦ que me iba a dar algo y que me iba a morir all¨ª mismo yo tambi¨¦n. Tener una calavera en la mano y pensar que es de tu padre es terrible. En Villamediana, por ejemplo, los restos estaban cubiertos de cal y las faldas de las mujeres se ve¨ªan todas blancas. A¨²n conservaban largu¨ªsimas trenzas. Tambi¨¦n encontraba botas, cucharas, monedas...¡±.
Esperanza calcula que en total debi¨® poner de su bolsillo un mill¨®n de pesetas. ¡°Por cada cuerpo que sac¨¢bamos ten¨ªamos que pagar 1.000 pesetas al Ministerio de Sanidad, por eso no declaramos a todos. Entonces no hab¨ªa ADN y enterr¨¢bamos a muchos juntos. Vendimos los dientes de oro de uno y nos dieron 14.000 pesetas para seguir exhumando. Otro se?or que se enter¨® de lo que estaba haciendo me dio 20.000 pesetas y as¨ª ¨ªbamos tirando. Era mucho dinero y muchos tr¨¢mites: hab¨ªa que ir a la sede del Ministerio de Justicia a Madrid, y a Sanidad, y luego hablar con el alcalde del pueblo...¡±.
En cuanto termin¨® las exhumaciones, se puso con las pensiones. ¡°Empec¨¦ a buscar a viudas de fusilados para explicarles que pod¨ªan pedir la pensi¨®n. A algunas les daba todo tanto miedo que no quer¨ªan ni llevarse los papeles para no tenerlos en casa. ?Y Franco ya hab¨ªa muerto! Otras no sab¨ªan escribir y para firmar ten¨ªa que llevarlas yo con la mano sobre el papel¡±.
En 1979 ya hab¨ªa terminado su misi¨®n, exhumado a sus familiares, celebrado dos funerales y enterrado a los fusilados en cementerios. ¡°El d¨ªa que termin¨¦ sent¨ª mucha felicidad y mucha tristeza. Ese d¨ªa le pude decir a mi madre: ¡®Ya est¨¢¡¯, y lloramos las dos todo lo que nos dio la gana. Me abraz¨® como nunca me hab¨ªa abrazado y solo por eso ya valieron la pena todos los malos ratos¡±, explica Esperanza. ¡°Tuve muchas pesadillas. Por la noche, en la cama, me ve¨ªa a m¨ª misma dentro de una tumba, rodeada de huesos. Miedo creo que no tuve nunca. Cuando muri¨® Franco, abrimos una botella de champ¨¢n y luego me vine como una fiera a Espa?a a buscar a los m¨ªos. Entonces estaba en B¨¦lgica. Todo lo que qued¨® de nuestra familia despu¨¦s de la guerra se hab¨ªa refugiado en otro pa¨ªs. Creo que he sido valiente. Y estoy muy orgullosa de haber hecho lo que hice¡±.
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