Una revoluci¨®n para recortar 6.000 millones en sanidad
Las medidas m¨¢s duras del anterior Gobierno solo consiguieron rebajar la mitad de esa cantidad
Las calculadoras echan humo. Y, a falta de otros datos que el goteo de declaraciones de los responsables del PP, tambi¨¦n las bolas de cristal. ?D¨®nde va a meter la tijera o a poner el cazo el Gobierno para conseguir ese recorte anunciado de 10.000 millones ¨Caproximadamente, otro 10%- solo entre educaci¨®n y sanidad?
La primera inc¨®gnita es saber c¨®mo se va a repartir el ajuste entre los dos servicios, el educativo y el sanitario. Suponiendo que sea de una manera proporcional, eso quiere decir que aproximadamente 4.000 millones corresponder¨ªan a educaci¨®n, y los 6.000 millones restantes a sanidad.
Y esta ¨²ltima cifra asusta. El ¨²ltimo Gobierno del PSOE consigui¨® rebajar el gasto en unos 3.000 millones, y para ello tuvo que rebajar los salarios un 5%, lo que aport¨® unos 1.400 millones, y aplicar dr¨¢sticos recortes al precio de los medicamentos: otros 1.000 millones solo por la venta en farmacias, a lo que habr¨ªa que sumar otros 400 millones en hospitales y alguna migaja adicional, como la incipiente central de compras, que solo funcion¨® para algunas comunidades, y la vacuna de la gripe.
Todas estas medidas pueden endurecerse. Gran parte del personal de la sanidad no es funcionario ¨Cson estatutarios, interinos, asimilados, subcontratados-, por lo que podr¨ªa rebaj¨¢rsele el sueldo sin incumplir lo establecido en los ¨²ltimos Presupuestos de congelar los salarios de los trabajadores p¨²blicos. Claro que esa medida tendr¨ªa una venta muy dif¨ªcil, ya que, en cambio, s¨ª se les equipar¨® a los funcionarios durante la rebaja del 5% acordada en 2010.
Y si ahorrar 6.000 millones ya parece dif¨ªcil, conseguirlo sin tocar los sueldos, que representan aproximadamente el 40% del gasto sanitario, parece una tarea tit¨¢nica.
Queda la partida de lo que contablemente se denomina consumo intermedio (proveedores de productos y servicios). Pero estos representan aproximadamente el 20% de los presupuestos sanitarios (unos 15.000 millones). Meterle ah¨ª un recorte de 6.000 millones supondr¨ªa dejarlo en poco m¨¢s de la mitad, cuando las ¨²ltimas medidas en medicamentos, por poner el m¨¢s claro y del que hay mejores datos, han conseguido una rebaja de alrededor del 10%. Si se extrapolara a todos los proveedores, ser¨ªan unos 1.500 millones (salvo que se les siga sin pagar, pero eso parece que no es lo que se pretende).
Las otras partidas (transferencias corrientes o conciertos) son menos flexibles, ya que, simplificando mucho, son las que permiten que el sistema abra sus puertas cada d¨ªa.
Hay una posibilidad no utilizada todav¨ªa, y muy dif¨ªcil de cuantificar: reducir las prestaciones. Esto no se ha hecho jam¨¢s en el sistema sanitario espa?ol, y tendr¨ªa muy mala venta. Nadie aceptar¨ªa que no se trataran las dolencias m¨¢s comunes y caras, como procesos oncol¨®gicos o cardiovasculares, las cr¨®nicas (neurodegenerativas, diabetes, sida, mentales) o las urgencias.
Se podr¨ªa pensar en suprimir algunos tratamientos que dentro del PP est¨¢n muy cuestionados, como la interrupci¨®n del embarazo o, como ya sugiri¨® el PP en la campa?a catalana, la cirug¨ªa de adecuaci¨®n de los transexuales. Lo malo, desde un punto de vista financiero, es que estas intervenciones no son muy caras. Y, por lo tanto, ahorrar¨ªan poco. Con los 100.000 abortos se podr¨ªa dejar de gastar unos 50 millones. Con el tratamiento de la transexualidad, menos a¨²n, porque son muy pocos.
Esta ma?ana, en una entrevista radiof¨®nica, el ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, record¨® la idea de revisar la cartera de servicios. Pero este anuncio, salvo que se tomen decisiones muy dr¨¢sticas, puede ser m¨¢s bien cosm¨¦tica: sacar del cat¨¢logo prestaciones obsoletas y poco eficaces es algo que se explica muy bien, pero lo normal, a falta de la correspondiente evaluaci¨®n, es pensar que los profesionales sanitarios han abandonado esas pr¨¢cticas independientemente de que estuvieran en el cat¨¢logo para sustituirlas por otras m¨¢s actuales, modernas, y, generalmente, igual o m¨¢s caras.
As¨ª que la otra opci¨®n no parece que est¨¦ en gastar menos (algo dif¨ªcil, no solo por estas apreciaciones, sino porque ya el sistema sanitario p¨²blico espa?ol dedica recursos muy por debajo de la media de los pa¨ªses de niveles de desarrollo similar), sino en empezar a cobrar.
El primer sitio para hacerlo podr¨ªa ser la prestaci¨®n farmac¨¦utica. Parece la l¨ªnea de menos resistencia, porque ya se paga (el 40% los trabajadores activos, el 30% los funcionarios aunque est¨¦n jubilados). La idea, seg¨²n se puede deducir de lo dicho por Montoro, ser¨ªa cambiar el sistema para que se pague m¨¢s o menos en funci¨®n de los ingresos, y no de la situaci¨®n (es el famoso ejemplo de que un millonario jubilado no paga y un parado, s¨ª). Esto tiene muchos problemas pr¨¢cticos (qu¨¦ pasa si el parado deja de estarlo, o si el jubilado millonario se arruina), pero ser¨ªa f¨¢cil de explicar.
Pese a ello, parece que es lo que est¨¢ estudiando el Gobierno. O, al menos, lo que se deduce cuando Montoro habla de progresividad, o cuando Luis de Guindos dice que quienes ganen m¨¢s de 100.000 euros (menos del 1% de la poblaci¨®n) paguen parte de las prestaciones.
Est¨¢, tambi¨¦n, la idea de cobrar cantidades fija por servicio. Es lo que Catalu?a ha aprobado (aunque todav¨ªa no se aplique) con la tasa de un euro por receta. Esta medida podr¨ªa aportar unos 900 millones de euros si se aplicara a todo el pa¨ªs y a todos los pacientes sin excepciones.
Al margen de cuestiones como el impacto en la salud general, la injusticia de cargar en el enfermo ¨Crico o pobre- el gasto o de que ya los ciudadanos, solo por pagar impuestos, abonan la asistencia sanitaria, introducir otras tasas (por consulta, por ir a urgencias, por d¨ªa de hospitalizaci¨®n) tampoco aportar¨ªa grandes cantidades si se usaran par¨¢metros similares a los de otros pa¨ªses europeos. A 10 euros el d¨ªa ingresado, se obtendr¨ªan unos 420 millones; a 10 la visita a urgencias, unos 270 millones; a 10 euros la consulta en primaria, 820 millones. Todo ello suponiendo que no haya excepciones y se mantenga el ritmo de frecuentaci¨®n actual.
Total, si no hay nuevos recortes de sueldos, los 6.000 millones parecen muy dif¨ªciles de alcanzar con las medidas ya conocidas y probadas: 1.500 millones en proveedores y 2.410 millones aplicando todos los copagos posibles en los t¨¦rminos expuestos supondr¨ªan 4.000 millones. La pregunta est¨¢ en saber si los ciudadanos lo aguantar¨ªan, y, aun de ser as¨ª, de d¨®nde sale el resto. Las respuestas se esperan el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, despu¨¦s del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
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