El eterno retorno de los pactos
?Es posible un gran pacto de Estado??Es deseable? De momento, no parece que los principales partidos pol¨ªticos est¨¦n por la labor
La democracia espa?ola vive en el eterno retorno del mito de los Pactos de la Moncloa. Cada vez que las turbulencias arrecian, resurge la melancol¨ªa de aquel acuerdo econ¨®mico, social y pol¨ªtico que apuntal¨® la Transici¨®n. Y desde posiciones muy diferentes se apela a los partidos y a los agentes sociales a recuperar la senda del consenso y del gran pacto nacional. Estamos en uno de estos momentos: ?es posible un gran pacto de Estado? ?Es deseable?
Para que sea posible es condici¨®n necesaria que los principales actores lo quieran o por lo menos que se vean forzados a quererlo. De momento, no parece que est¨¦n por la labor. El PSOE lo pide, aunque m¨¢s bien con la boca peque?a. Pero el PP no parece en absoluto interesado. Las se?ales que Rajoy ha dado, al salir del escondite, son m¨¢s bien contrarias. Su principal empe?o ha sido recordar y repetir que tiene una amplia mayor¨ªa absoluta, como modo de despejar las dudas sobre su autoridad. Su m¨¦todo preferido para comunicarse con la sociedad son las reuniones de partido, para dejar que el PP es el ¨²nico mediador con la sociedad. Su discurso se articula sobre tres sentencias inefables: ¡°Tengo las ideas claras¡±, ¡°Tengo plan y rumbo¡±, ¡°No hay alternativa¡±. ?Qu¨¦ se puede pactar desde esta posici¨®n? Nada que no sea la adhesi¨®n incondicional de la oposici¨®n a sus propuestas. No ser¨ªa un pacto, ser¨ªa una aceleraci¨®n de la demoesclerosis, que nos est¨¢ llevando directamente a la posdemocracia.
Los sindicatos piden acuerdos y las patronales no tienen ning¨²n inter¨¦s en ellos. Conf¨ªan m¨¢s en el PP, que ha demostrado de qu¨¦ lado est¨¢ con la reforma laboral
Por el lado de los agentes sociales, estamos en las mismas. Los sindicatos piden acuerdos y las patronales no tienen ning¨²n inter¨¦s en ellos, conf¨ªan mucho m¨¢s en el PP, que ha demostrado claramente de qu¨¦ lado est¨¢ con la reforma laboral. Queda la presi¨®n ciudadana. ?Realmente hay en la sociedad un deseo de amplio entendimiento entre las fuerzas pol¨ªticas y sociales o es m¨¢s bien una cuesti¨®n de voluntarismo de una parte de los medios de comunicaci¨®n? Los sentimientos m¨¢s visibles en la ciudadan¨ªa son la desconfianza y el miedo. Unos pactos basados en el miedo har¨ªan a la poblaci¨®n m¨¢s cautiva de la casta dirigente.
Los pactos parecen, pues, poco posibles por la escasa disposici¨®n de los actores, pero ?son deseables? Desde luego, no lo son si han de servir para consagrar la idea de que no hay alternativa. Y m¨¢s en un momento en que crecen las voces que afirman que Europa se ha metido en una ortodoxia sin sentido y que austeridad y recuperaci¨®n son factores perfectamente incompatibles. La idea ¡°No hay alternativa¡±, adem¨¢s de ser un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, es un germen imparable de degradaci¨®n de la democracia. Unos pactos para convencer al pa¨ªs de que no hay otra v¨ªa que la obediencia ciega a los poderes exteriores y extrapol¨ªticos que condicionan la toma de decisiones solo servir¨ªan para agrandar la distancia entre las ¨¦lites dirigentes y la ciudadan¨ªa. Todos confundidos en la gran sopa del consenso, sin voces para la discrepancia. Si este debe ser el resultado, mejor olvidarse de los acuerdos nacionales. Que la oposici¨®n se esmere en renovarse para estar en condiciones de tomar el relevo si el Gobierno se quema m¨¢s r¨¢pido de lo previsible y que los agentes sociales diriman sus diferencias de modo abierto y p¨²blico.
En mi opini¨®n, el gran pacto de Estado solo tendr¨ªa sentido con un objetivo: plantar cara a las exigencias externas y defender la dignidad democr¨¢tica del pa¨ªs. Evitar que se consolide lo que Jurgen Habermas llama el ¡°federalismo ejecutivo¡±, pactado por Merkel y Sarkozy, que pretende, en palabras del fil¨®sofo alem¨¢n, ¡°transferir los imperativos de los mercados a los presupuestos nacionales sin ninguna legitimaci¨®n democr¨¢tica propia¡±. Un pacto que lleva al proyecto europeo al desastre: ¡°La primera comunidad transnacional democr¨¢tica se convertir¨ªa en un arreglo particularmente efectivo, en tanto que velado, de ejercicio de una dominaci¨®n posdemocr¨¢tica¡±.
Un consenso activo, contra el autoritarismo posdemocr¨¢tico, requerir¨ªa coraje, riesgo y capacidad de buscar complicidades en el resto de Europa. Pero, despu¨¦s de ver durante los ¨²ltimos meses a Zapatero y a Rajoy corriendo despavoridos para hacer m¨¦ritos detr¨¢s de los se?uelos de los mercados, dudo de que los dos principales partidos est¨¦n por la labor. Y m¨¢s si, como dice De Guindos, lo que est¨¢ haciendo el PP es por convicci¨®n. La primera batalla conjunta deber¨ªa ser para aplazar los objetivos de d¨¦ficit. Ni siquiera en esto veo la sinton¨ªa b¨¢sica para el acuerdo.
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