Ineptitud

La principal raz¨®n por la que se eligi¨® a Mariano Rajoy por mayor¨ªa absoluta, a pesar de que el electorado espa?ol tiende al centro izquierda, fue la de superar cuanto antes la manifiesta incompetencia de Zapatero, optando por el partido que m¨¢s capacitado parec¨ªa para gestionar la crisis. Pues bien, ambas partes del argumento han quedado seriamente malparadas tras los cien primeros d¨ªas. De momento, el presidente Rajoy est¨¢ demostrando la misma ineptitud que caracteriz¨® a Zapatero, como si quisiera corroborar el sentido com¨²n de aquel viejo refr¨¢n: ¡°Otros vendr¨¢n que bueno te har¨¢n¡±. No solo ha ca¨ªdo en an¨¢logas ocurrencias improvisadas (?ese incre¨ªble Anexo del lunes pasado a los flamantes Presupuestos presentados la semana anterior!), sino que tampoco ha sabido superar con ¨¦xito la desconfianza externa, siendo castigado por los mercados con un infamante suspenso equiparable al de su predecesor. De ah¨ª el ataque de p¨¢nico que tambi¨¦n le ha entrado, como demuestra la espantada del martes pasado en el Senado. Est¨¢ visto que los espa?oles no sabemos elegir presidentes, vista la talla pol¨ªtica que todos demuestran a las primeras de cambio.

Pero tambi¨¦n ha quedado desmentido el mito de que el PP es el partido mejor capacitado para gestionar la econom¨ªa. Por el contrario, los Presupuestos que ha presentado este Gobierno para luchar contra la crisis son un aut¨¦ntico disparate destinado a fracasar, como han deducido no solo los mercados financieros sino tambi¨¦n nuestros socios europeos. Y que no se diga que la desconfianza exterior es culpa de la herencia recibida, pues el hundimiento de nuestros bonos y valores burs¨¢tiles se ha producido no cuando el nuevo Gobierno corrigi¨® al alza el d¨¦ficit de 2011 (correcci¨®n de la que desconfi¨® Bruselas por creerla electoralmente ama?ada) sino inmediatamente despu¨¦s de la publicaci¨®n de los Presupuestos de 2012. De donde se deduce que la desconfianza externa se debe ahora no tanto a los fallos del Gobierno anterior como a los errores del actual.

?Qu¨¦ errores son estos? El objetivo presupuestario buscado era doble: reducir el d¨¦ficit fiscal al 5,3% del PIB (por exigencia europea) y reformar la estructura econ¨®mica para fomentar el crecimiento y la competitividad. Pues bien, vistas las cuentas presupuestadas, ya se puede asegurar que ninguna de ambas metas se podr¨¢ cumplir. El objetivo de d¨¦ficit no se podr¨¢ alcanzar porque los ingresos fiscales no van a crecer (dado que no hay alzas tributarias previstas en el IVA ni en los dem¨¢s impuestos: especiales, sociedades, patrimonio, sucesiones, transmisiones) sino que por el contrario se van a reducir, dada la recesi¨®n que se prev¨¦ y que estos presupuestos van a agravar. En efecto, la reducci¨®n del gasto que se anuncia no afecta a los gastos consuntivos (pues se mantienen intactos los sueldos de los funcionarios) sino a la inversi¨®n productiva (con recortes en educaci¨®n, ciencia e infraestructuras, as¨ª como en fomento a la exportaci¨®n), lo que todav¨ªa profundizar¨¢ m¨¢s la recesi¨®n actual. De modo que la ecuaci¨®n no podr¨¢ cuadrarse, como Europa y los mercados han advertido en seguida.

Por eso, ante la l¨®gica reacci¨®n de rechazo exterior, Rajoy se vio obligado el lunes pasado a improvisar un Anexo a sus propios Presupuestos abortados antes de nacer. Pero al hacerlo con tanta precipitaci¨®n, ese Anexo incurre en los mismos errores que se trataba de corregir. En efecto, si bien anuncia un ajuste adicional en sanidad y educaci¨®n, parece que ese recorte se dirigir¨¢ no a reducir salarios preservando el empleo sino al rev¨¦s, a mantener el sueldo de los funcionarios suprimiendo empleos interinos, lo que agravar¨¢ el paro y por tanto la recesi¨®n. ?Qui¨¦n hace unas cuentas tan desastrosas? Son las consecuencias de confiar el tim¨®n a los altos funcionarios mientras el ministro de competitividad observa como convidado de piedra.

Todo ello por no hablar de justicia, igualdad y derechos sociales, que son palabras mayores: unas palabras que van a ser arrolladas por estos Presupuestos tan ineptos como clasistas. En este sentido, se alega como justificaci¨®n que se trata de unos Presupuestos de guerra contra la crisis, como si estuvi¨¦ramos en un estado de excepci¨®n. Pero no hay tal. Es verdad que en una econom¨ªa de guerra tambi¨¦n se recortan los derechos sociales en nombre de la austeridad y el patriotismo. Pero a cambio hay pleno empleo porque se suspenden las leyes del mercado, se fijan precios y salarios, se cierran las bolsas y se confiscan los beneficios, de modo que la austeridad y el esfuerzo de guerra se distribuyan equitativamente entre toda la poblaci¨®n. Mientras que ahora todo el esfuerzo y todo el sacrificio van a recaer sobre los desclasados y los despose¨ªdos. Qu¨¦ sarcasmo. Y cu¨¢nta hipocres¨ªa.