Riesgo de ansiedad

Es f¨¢cil detectar en el Pa¨ªs Vasco, sobre todo en ambientes m¨¢s ideologizados, un creciente estado de ansiedad ahora que se cumple medio a?o sin el terror de ETA. Cunde la sensaci¨®n, sin duda inquietante, de un inconformismo que, de paso, vuelve a provocar interpretaciones opuestas porque refleja las dos ¨®pticas sobre las que se analiza el nuevo escenario al que se asoma una sociedad hastiada de tanto dolor. Son posiciones que transitan por v¨ªas paralelas, de imposible coincidencia por tanto, ya que, de un lado, exigen una contraprestaci¨®n al Estado de derecho por el gesto de la paz, mientras, del otro, entienden que una herida tan profunda sigue sin cicatrizar. Dif¨ªcil, s¨ª, pero les favorece un contexto que ahora permite la discrepancia sin riesgo y ah¨ª es donde se fundamenta la esperanza de que, ahora s¨ª, todo es posible aunque no de inmediato.

Este debate aflora a pie de calle porque tantas d¨¦cadas de sufrimiento dejan inevitablemente huella hasta el punto de que hay quienes lo consideran un conflicto sin resolver. De hecho, son secuelas tan significadas que, a su vez, condicionan c¨®mo adecuar la convivencia en libertad, el nudo gordiano de una nueva situaci¨®n que parec¨ªa no llegar jam¨¢s. Incluso, como dificultad a?adida en este nuevo proceso, podr¨ªa deducirse que se estuviera librando una batalla contra el reloj, como si fuera m¨¢s importante la urgencia que el acuerdo compartido, como si, en el fondo, la discusi¨®n fuera ahora por el ritmo de los tiempos.

En realidad, no solo la izquierda abertzale evidencia este desasosiego por el silencio t¨¢ctico del Gobierno Rajoy hacia las conclusiones de la Conferencia de Paz de Aiete, una hoja de ruta v¨¢lida para abrazar la paz. En Euskadi, la mayor¨ªa de los vascos entiende que el acercamiento de los presos de ETA y el trato favorable a sus internos enfermos debe ser una realidad inmediata. Y con el lehendakari, socialista, a la cabeza. Posiblemente por todo ello no sea de recibo que Madrid, seis meses despu¨¦s de aquel hist¨®rico 20-O, se limite a dar la callada como ¨²nica respuesta de su pol¨ªtica penitenciaria m¨¢s all¨¢ de exigir la disoluci¨®n de una banda que ya no decide por s¨ª misma y que ha vinculado su suerte al designio pol¨ªtico de la izquierda soberanista.

ETA no va a volver a matar ni a extorsionar. Rajoy, e incluso el ala m¨¢s intransigente de su partido, lo saben aunque nunca lo reconocer¨¢n porque as¨ª justifican su inmovilismo. Pero con esta posici¨®n numantina alientan el fundado riesgo pol¨ªtico de que se enquiste el debate sobre c¨®mo vivir en libertad. Ser¨ªa imperdonable despreciar una oportunidad despu¨¦s de tanto a?os anhel¨¢ndola.