La Armada estudia parar su ¨²nico portaaviones por falta de fondos

Tras haber cerrado hospitales, eliminado la gratuidad de las recetas para los pensionistas, aumentado las tasas universitarias o elevado el n¨²mero de alumnos por aula, la lucha contra el d¨¦ficit amenaza ahora con dejar en dique seco algunos de los buques m¨¢s emblem¨¢ticos de la Marina de guerra espa?ola.

El Cuartel General de la Armada est¨¢ estudiando paralizar el portaaviones Pr¨ªncipe de Asturias y dos de las seis fragatas de la clase Santa Mar¨ªa (F-80) dentro de un dr¨¢stico plan para ahorrar gastos de mantenimiento.

T¨¦cnicamente, se trata de dejar estos buques en ¡°actividad restringida¡±, a la espera de que en el futuro sea posible recuperar su operatividad plena. Los expertos consideran, sin embargo, que se trata de un primer paso para su baja definitiva. Y ello por tres razones: porque no hay perspectivas de que la situaci¨®n presupuestaria mejore a medio plazo, porque los barcos se deterioran con gran rapidez si no se utilizan y porque, debido a su antig¨¹edad, su puesta a punto requerir¨ªa cuantiosas inversiones cuya rentabilidad resulta m¨¢s que dudosa.

La decisi¨®n sobre el futuro del Pr¨ªncipe de Asturias se tomar¨¢ ¡°al m¨¢ximo nivel pol¨ªtico¡±, seg¨²n fuentes de la Armada, debido a su alto nivel simb¨®lico. No es para menos: se trata del ¨²nico portaaviones con el que cuenta Espa?a y, como tal, constituye un elemento disuasorio de primer orden. Su mera presencia en la proximidad de un escenario de conflicto, aunque sea en actitud pac¨ªfica y en aguas internacionales, constituye uno de los mensajes pol¨ªticos m¨¢s contundentes que pueden enviarse.

El Pr¨ªncipe de Asturias (R-11) entr¨® en servicio en 1988, por lo que en 2018 cumplir¨¢ tres d¨¦cadas, que es el ciclo de vida habitual de un buque de guerra. A mitad del mismo, en 2003, estaba previsto someterlo a unas profundas obras de remozamiento y modernizaci¨®n; sin embargo, estas nunca se realizaron debido a su elevado coste, unos 400 millones de euros, por lo que el portaaviones arrastra cada vez m¨¢s achaques y gran parte de sus equipos est¨¢n obsoletos.

Aunque no se haya declarado oficialmente, su actividad est¨¢ ya muy limitada y no participa en grandes maniobras multinacionales. Solo en ejercicios cerca de su base de Rota, como los que hizo en abril pasado en el golfo de C¨¢diz para que los pilotos de los aviones Harrier pudieran obtener su calificaci¨®n.

Precisamente, el hecho de que en los pr¨®ximos meses vaya a incorporarse definitivamente a la Armada el buque de proyecci¨®n estrat¨¦gica LHD Juan Carlos I, ahora en periodo de pruebas, har¨¢ menos imprescindible el Pr¨ªncipe de Asturias. El LHD no es un portaaviones, pero dispone de una pista en cubierta para aeronaves, lo que permitir¨¢ a los pilotos realizar las pruebas necesarias para mantener su aptitud para el combate.

En todo caso, Espa?a no ser¨ªa el primer pa¨ªs que se queda sin portaaviones. Un pa¨ªs de fuerte tradici¨®n b¨¦lica como Reino Unido no tiene ninguno desde que, a finales de 2010, se anunci¨® el desguace del Ark Royal, lo que ha obligado a pilotos brit¨¢nicos a entrenarse en el Pr¨ªncipe de Asturias. Tambi¨¦n es cierto que la Royal Navy est¨¢ construyendo dos portaaviones y ni los m¨¢s optimistas creen que la Armada espa?ola encargue uno a medio plazo.

La raz¨®n estriba en su cuantioso coste. Solo mantener el Pr¨ªncipe de Asturias cuesta unos 30 millones al a?o, y el presupuesto total de la Armada es de 903 millones, un 10% inferior al de 2011. El cap¨ªtulo 2, que incluye el mantenimiento de buques, se ha reducido un 25% en los ¨²ltimos cuatro a?os.

Ello ha llevado a la Armada a dar de baja este a?o el buque de desembarco Pizarro (que se compr¨® de segunda mano a EE UU en 1995), la antigua corbeta Diana (lo que ha obligado a Espa?a a renunciar al mando rotatorio de la flota de cazaminas de la OTAN) y el patrullero de altura Chilreu (cuya actividad ha dejado de financiar la Secretar¨ªa General del Mar, del Ministerio de Agricultura). Adem¨¢s, seg¨²n un portavoz de la Marina de Guerra, ¡°se est¨¢ realizando un estudio para evaluar los gastos de mantenimiento de cada uno de los buques. En funci¨®n de sus resultados, se dar¨¢ de baja o se pasar¨¢ a actividad reducida alguno m¨¢s¡±.

Entre los afectados estar¨¢n dos de las seis fragatas de la clase Santa Mar¨ªa (botadas entre 1984 y 1993). Su baja se compensar¨¢ con la incorporaci¨®n de la Crist¨®bal Col¨®n, de la clase F-100, mucho m¨¢s moderna. En total, Espa?a tendr¨¢ nueve fragatas.

El retraso del nuevo submarino S-80 obligar¨¢, adem¨¢s, a la Armada a apa?arse con los cuatro S-70. Sin embargo, uno de ellos, el Siroco, deber¨¢ darse de baja si no se somete en breve a las obras de gran carena ¡ªque suponen desmontarlo y volver a montarlo pieza a pieza¡ª, para las que no hay presupuesto.

En su comparecencia ante la Comisi¨®n de Defensa del Congreso, el 17 de abril, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante Fernando Garc¨ªa S¨¢nchez, reconoci¨® que la partida prevista este a?o para inversiones de la Armada solo cubre ¡°un 40% de las necesidades estimadas como m¨¢s urgentes¡±, mientras que ¡°el programa de apoyo log¨ªstico est¨¢ dotado con menos de dos tercios de la financiaci¨®n necesaria¡±. Seg¨²n el jefe de la c¨²pula militar, ¡°es necesario reducir la entidad de la fuerza, pues con las medidas [ordinarias] no se generan los ahorros requeridos¡±.