Cinco meses
El Gobierno manda mucho, pero convence poco y sin convencer no va poder generar confianza
Mariano Rajoy fue investido presidente del Gobierno el 21 de diciembre de 2011. Lleva, pues, algo m¨¢s de cinco meses en el ejercicio del cargo, que son pocos, pero no tan pocos, si se toma en consideraci¨®n que accede a la presidencia con 56 a?os y tras haber ocupado posiciones de poder casi ininterrumpidamente desde 1981 en todos los niveles de nuestra f¨®rmula de gobierno: diputado gallego y director general de Relaciones Institucionales en 1981-82, concejal y presidente de la Diputaci¨®n de Pontevedra en 1983, vicepresidente de la Xunta de Galicia en 1986-87, miembro del comit¨¦ ejecutivo del PP, diputado y presidente de la comisi¨®n de control Parlamentario de RTVE en 1989, vicepresidente del PP desde 1990, diputado en 1993, ministro de Administraciones P¨²blicas en 1996, ministro de Educaci¨®n en 1999, vicepresidente primero y ministro de Presidencia en 2000, ministro del Interior en 2001, portavoz y ministro de Presidencia en 2002, candidato a la presidencia del Gobierno en 2004 y 2008 y l¨ªder de la oposici¨®n de 2004 a 2011.
Nadie ha llegado en Espa?a a la presidencia del Gobierno en las condiciones en que ha llegado Mariano Rajoy. El que m¨¢s se le asemeja, por edad y por experiencia en la direcci¨®n del Estado antes de convertirse en presidente, fue Leopoldo Calvo-Sotelo, que ten¨ªa 55 a?os y hab¨ªa sido ministro y vicepresidente del Gobierno, aunque nunca fue candidato a la presidencia en unas elecciones generales. Todos los dem¨¢s presidentes llegaron a serlo con mucha menos edad, con 40, Felipe Gonz¨¢lez; con 43, Adolfo Su¨¢rez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y con 44, Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero. Y con una m¨ªnima experiencia de gobierno en los casos de Su¨¢rez y Aznar o ninguna en los casos de Gonz¨¢lez y Zapatero.
Es verdad que ha accedido a la presidencia en medio de una crisis econ¨®mica de una intensidad extraordinaria, pero no lo es menos que la crisis ten¨ªa ya un recorrido de algo m¨¢s de tres a?os y que, en consecuencia, a diferencia de lo que le ocurri¨® a su antecesor, al que la crisis se le vino encima sin que nadie la hubiera previsto, ¨¦l s¨ª hab¨ªa dispuesto de tiempo para dise?ar un programa con el que hacer frente a la misma en el momento en que fuera investido presidente. Desde la primavera de 2010 sab¨ªa con seguridad que iba a ser el presidente del Gobierno y desde la primavera de 2011 que lo iba a ser con mayor¨ªa aplastante, dado el desmoronamiento del PSOE, que result¨® muy visible desde las elecciones auton¨®micas catalanas en el oto?o de 2010 y que se convertir¨ªa en un hundimiento a escala estatal en las elecciones municipales y auton¨®micas de mayo de 2011.
Mariano Rajoy no puede alegar de buena fe que no sab¨ªa al llegar a La Moncloa que se iba a encontrar lo que se encontr¨®. Gobernando su partido casi todas las capitales de provincia y la mayor parte de las comunidades aut¨®nomas y disponiendo de la informaci¨®n de FMI, OCDE, UE y los servicios de estudios de bancos y cajas, no pod¨ªa no saber c¨®mo estaba el pa¨ªs que ten¨ªa que dirigir pol¨ªticamente. No pod¨ªa no saber incluso que el d¨¦ficit de 2011 no iba a ser del 6%, sino que iba a estar por encima del 8%, ya que dicho d¨¦ficit hab¨ªa sido anticipado de forma casi un¨¢nime por quienes, tanto dentro como fuera, hab¨ªan analizado las cuentas p¨²blicas. De la misma manera que no pod¨ªa no saber que la desviaci¨®n del d¨¦ficit se deb¨ªa al hundimiento de los ingresos y no al aumento de los gastos.
Cargar las tintas sobre la herencia recibida es explicable. Es un arma tan poderosa y de tan alto rendimiento, que es l¨®gico que entendiera que le ten¨ªa que sacar todo el partido que pudiera. Lo que ya no resulta tan explicable es que, siendo tan mala la herencia recibida, no se pusiera el Gobierno a corregirla de manera inmediata. No se entiende que se pospusiera la presentaci¨®n de los Presupuestos a la celebraci¨®n de las elecciones andaluzas o que se dejara siempre para m¨¢s adelante la reforma del sistema financiero, que era la m¨¢s urgente de todas y que ¨²nicamente se ha acabado acometiendo una vez que la crisis de Bankia la hab¨ªa convertido en inaplazable. ¡°Tarde, mal y a rastras¡±, como ha dicho el propio presidente del Gobierno.
El resultado de esta manera de proceder salta a la vista. La desconfianza no hace mas que aumentar tanto dentro como fuera. Y no se ve en la acci¨®n de Gobierno nada que indique que se puede invertir la tendencia. El Gobierno manda mucho, pero convence poco y sin convencer no va a poder generar confianza. ?Qui¨¦n va a confiar en un Gobierno cuyo ministro de Educaci¨®n se comporta con tanta soberbia con la comunidad educativa que acaba provocando un plante por unanimidad de los rectores de todas las universidades? ?Se imagina alguien un conflicto de esta naturaleza en Alemania?
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