Rescate
Este rescate no es solo un mal menor sino que adem¨¢s presenta claras ventajas que permiten hacer de la necesidad virtud
Otra semana de infarto, ante los persistentes rumores sobre una inminente petici¨®n a Bruselas de rescate para los bancos espa?oles, filtraci¨®n desmentida por el Gobierno a la espera de las auditor¨ªas que requiri¨®. Pero en esta ocasi¨®n, el suspense no vino acompa?ado de nuevos desplomes burs¨¢tiles sino con alzas preventivas de un 8% que descontaban por anticipado la pr¨®xima resoluci¨®n de la crisis de Bankia. Como as¨ª ocurri¨®, cuando en la tarde del s¨¢bado De Guindos anunci¨® que el Eurogrupo aceptaba la antes desmentida petici¨®n espa?ola de rescate bancario. De modo que lo que aquella calma burs¨¢til parec¨ªa anunciar era que nos hall¨¢bamos no al borde del precipicio ni tampoco al final del t¨²nel, sino en el ojo mismo del hurac¨¢n.
En efecto, el rescate espa?ol se produce cuando atravesamos el coraz¨®n de la tempestad desatada por la crisis del euro, justo antes de que se alcance el cl¨ªmax de las elecciones griegas que podr¨ªan significar la desintegraci¨®n de la eurozona. Y ese cruce del v¨¦rtice del cicl¨®n tambi¨¦n se ha dejado traslucir en el liderazgo de Rajoy, que durante el fin de semana ha sufrido un eclipse bastante revelador, como si con su silencio inicial quisiera transmitir un mensaje ambivalente: es un rescate (algo negativo de por s¨ª), que tuve que pedir para desdecirme a m¨ª mismo, pero no es un rescate (sino cualquier otro eufemismo), puesto que salvar¨¢ a Espa?a de una quiebra segura. De modo que su mutismo quer¨ªa decir que tras lograr el ansiado rescate ya podemos darnos con un canto en los dientes, pues no pedirlo hubiera resultado mucho peor.
?C¨®mo evaluar el rescate, al margen de mutismos y eufemismos? La guerra cultural impuesta por nuestra polarizaci¨®n exige que la opini¨®n progresista rechace el rescate mientras la conservadora lo aplaude. Pero resistiendo la tentaci¨®n de caer en tal manique¨ªsmo, dir¨¦ que pese a todo este rescate me parece ciertamente positivo. No solo es un mal menor, pues cualquier otra alternativa resultar¨ªa peor, sino que adem¨¢s presenta claras ventajas que permiten hacer de necesidad virtud. La primera es su mismo car¨¢cter de rescate selectivo, destinado exclusivamente a recapitalizar el 30% de nuestro sistema financiero: su fracci¨®n corrupta, acumulada tras lustros de especulaci¨®n financiera alimentada por las redes clientelares de todos los partidos.
Pues bien, ese c¨¢ncer bancario va a ser ahora extirpado por el cirujano europeo, ya que nosotros solos no podemos hacerlo. Pero la intervenci¨®n quir¨²rgica ser¨¢ in situ, al no haber met¨¢stasis al resto del sistema financiero, ni por tanto hay tampoco intervenci¨®n del Estado espa?ol.
Y el otro rasgo positivo es que se trata de un rescate blando, ya que al hacerse a trav¨¦s del FROB en lugar del Tesoro no implica una verdadera intervenci¨®n, al no imponer como contrapartida ninguna condicionalidad ni exigencia macroecon¨®mica. Una f¨®rmula habilidosa destinada a sortear el veto alem¨¢n, pero que tiene mucho de falacia financiera puesto que a fin de cuentas servir¨¢ para aliviar el descr¨¦dito de nuestra deuda. Y semejante triqui?uela ha sido posible gracias a la ambig¨¹edad del FROB: entidad anfibia que luce como instituci¨®n p¨²blica para contentar a los alemanes (que vetaban el rescate directo de la banca) y cuenta como parte privada para pedir cr¨¦dito a Bruselas (que as¨ª no tiene que rescatar al Estado espa?ol). Pero se mire como se quiera, esto implica una farisaica duplicidad, un doble juego que incurre en el llamado riesgo moral. Pese a lo cual, Merkel lo acepta.
De ah¨ª la cara de listo que se le ha puesto al arrogante Rajoy, que con esa artima?a parece haber logrado llevarse al huerto a su rigorista colega, tras ablandar su incorruptible intransigencia prusiana. Y lo ha hecho, adem¨¢s, esgrimiendo la baza de que el tama?o importa, puesto que Espa?a es demasiado grande para dejar que se hunda: un farol de p¨®ker que Merkel no se ha atrevido a afrontar. Entre par¨¦ntesis a?adir¨¦ que si Euskadi o Catalu?a fueran independientes nunca podr¨ªan apostar a esa carta, puesto que Europa las podr¨ªa intervenir sin miramientos como est¨¢ haciendo con Grecia y Portugal.
Todo lo cual parece demostrar que Rajoy no es Zapatero, como hasta ahora nos hab¨ªa hecho pensar. Sus dudas vacilantes, sus tentativas improvisadas, su continuo desdecirse a s¨ª mismo, su falta de estrategia y de programa, hac¨ªan recordar igualmente el axioma de Groucho: ¡°Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros¡±. Y ahora, con la duda hamletiana entre pedir rescate o dejar de hacerlo, Rajoy tambi¨¦n respond¨ªa con su c¨¦lebre ¡°depende...¡±. Pero al rev¨¦s que Zapatero, que sali¨® desplumado tras perder todas sus apuestas en el p¨®ker del euro, el bueno de Mariano ha logrado por fin ganar, tras birlarles la cartera a los alemanes. ?Cuesti¨®n solo de suerte?
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