Un coche bomba en los pilares de ETA
El mayor atentado de la banda revent¨® hace 25 a?os sus apoyos pol¨ªticos y sociales Aquella matanza marc¨® el inicio de su final
A las 16.10 horas de la tarde del 19 de junio de 1987 estall¨® en el aparcamiento del Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona un coche Ford Sierra cargado con 30 kilos de amonal y 100 litros de gasolina. Su detonaci¨®n abri¨® un socav¨®n de 5 metros de di¨¢metro por el que penetr¨® una bola de fuego que abras¨® a quienes encontr¨® a su paso. Murieron 21 personas y resultaron heridas 45. Fue el atentado m¨¢s brutal de ETA y sus autores, integrantes del comando Barcelona de la banda ¡ªDomingo Troiti?o, Rafael Caride y Josefa Arnaga¡ª, fueron posteriormente detenidos y condenados a casi 800 a?os cada uno en sendos juicios celebrados en 1989 y 2003.
La matanza caus¨® gran conmoci¨®n popular. No solo fue la m¨¢s brutal de la historia de ETA sino que 1987 arrojar¨ªa 52 muertos, el mayor n¨²mero de v¨ªctimas mortales desde 1980, que, con 92, es el r¨¦cord de la banda. El ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, y su equipo siguieron angustiosamente desde sus despachos el goteo de muertos que facilitaba el gobernador de Barcelona: ¡°Dos, cinco, diez... hasta 17, y 21 a los pocos d¨ªas¡±.
El impacto fue tal que Barrionuevo y su equipo arrojaron la toalla. Intervino, adem¨¢s del presidente Felipe Gonz¨¢lez, una representaci¨®n de la Ejecutiva del PSOE ¡ªTxiki Benegas, Jos¨¦ Luis Corcuera y Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n¡ªpara impedirlo. Entre el aviso de los terroristas y la explosi¨®n transcurri¨® una hora en la que no se produjo ninguna intervenci¨®n para desalojar el centro comercial, un reproche que Interior encaj¨® muy mal. Corcuera recuerda que les cost¨® horas hacerles desistir a Barrionuevo y su equipo porque estaban sobrepasados emocionalmente y se sent¨ªan incomprendidos.
Pero con la perspectiva de 25 a?os puede concluirse que el mayor atentado de la historia de ETA se convertir¨ªa en el primer gran punto de inflexi¨®n en la lucha contra el terrorismo etarra y el principio de su fin. As¨ª lo atestiguan algunos de los principales protagonistas de aquella etapa.
Felipe Gonz¨¢lez, al que la matanza le cogi¨® en R¨ªo de Janeiro, temi¨® que aquel ataque indiscriminado sin precedentes implicara un salto cualitativo en el terrorismo etarra y desestabilizara la democracia. A?os despu¨¦s se supo que ETA utiliz¨® coches bomba en Madrid y Barcelona desde 1985 para compensar la disminuci¨®n de acciones criminales por la reducci¨®n de los comandos legales. As¨ª, en 1984 hubo 201 atentados y en 1985, 148, un 26,3% menos.
En aquellos momentos, en Espa?a no hab¨ªa un diagn¨®stico claro en la lucha contra el terrorismo. ETA ¡ªcon 43 asesinatos en 1986 y 52 en 1987¡ª manten¨ªa un s¨®lido apoyo pol¨ªtico y social en Euskadi lo que dificultaba la acci¨®n policial.
Las Fuerzas de Seguridad no ten¨ªan la formaci¨®n ni el prestigio de hoy. ¡°La espiral acci¨®n-represi¨®n de ETA hab¨ªa provocado malos tratos y actuaciones ilegales que deslegitimaban la acci¨®n policial, sobre todo en Euskadi¡±, recuerda Ram¨®n J¨¢uregui, exvicelehendakari del gobierno vasco. La guerra sucia, iniciada en la dictadura y mantenida hasta bien entrados los ochenta, con el Batall¨®n Vasco Espa?ol (BVE) y los GAL, contribu¨ªa a que una mayor¨ªa social tuviera una actitud equidistante ante el Gobierno y ETA.
Francia tampoco colaboraba contra ETA. Le cost¨® entender que Espa?a era una democracia plena: la guerra sucia, con cerca de 80 muertos hasta 1987, alimentaba esta situaci¨®n. El nacionalismo democr¨¢tico, a su vez, o cre¨ªa que la soluci¨®n al terrorismo de ETA era pol¨ªtica y no policial. ¡°Todo aquello se reflejaba en el vac¨ªo y la frialdad en los funerales de polic¨ªas en Euskadi que denotaban que la sociedad vasca no legitimaba la acci¨®n policial¡±, dice J¨¢uregui. HB, brazo pol¨ªtico y legal de ETA, se encontraba en su salsa en aquel clima. ¡°Aquello era una espiral maldita, condenada a la derrota¡±, a?ade el pol¨ªtico socialista.
El aldabonazo de Hipercor anim¨® a Felipe Gonz¨¢lez a encargar a Txiki Benegas, secretario de Organizaci¨®n del PSOE y l¨ªder del PSE, que lograra un diagn¨®stico com¨²n con todos los partidos. Era una manera de empezar a afrontar la dif¨ªcil situaci¨®n y luego vendr¨ªa lo dem¨¢s.
Benegas conect¨® con el expresidente Adolfo Su¨¢rez, l¨ªder del CDS, tambi¨¦n profundamente conmocionado por Hipercor. Elaboraron un borrador de pacto, cuya base era sacar la lucha antiterrorista del debate pol¨ªtico; rechazar la negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA y legitimar la acci¨®n policial contra el terrorismo con una condena de la guerra sucia. Benegas logr¨® sin problemas el apoyo de Miquel Roca, de CiU. Gerardo Iglesias, de IU, no quer¨ªa pactos con el PSOE. Benegas recab¨® la ayuda de Enrique Curiel para lograr que IU no se despegara del proceso y firmara.
Lo m¨¢s dif¨ªcil para Benegas fue convencer al l¨ªder del PNV, Xabier Arzalluz, que manten¨ªa la equidistancia entre el Gobierno y ETA al se?alar que la soluci¨®n al terrorismo era pol¨ªtica y no policial. Alinearse con el Gobierno le supon¨ªa unesfuerzo pues, adem¨¢s de la guerra sucia, Eusko Alkartasuna, liderada por Garaikoetxea, y escindida del PNV, presionaba por ¡°soluciones pol¨ªticas¡±. Benegas, tras reunirse varias veces con Arzalluz sin ¨¦xito, le mont¨® una encerrona: un almuerzo en La Dorada de Madrid con Su¨¢rez, Felipe Gonz¨¢lez y Roca. Entre todos le convencieron que, tras la matanza de Hipercor, el PNV no pod¨ªa quedarse al margen del primer acuerdo contra el terrorismo de la historia democr¨¢tica espa?ola.
Fue m¨¢s f¨¢cil para Benegas involucrar a Alianza Popular. Lo hizo, a trav¨¦s del exministro del Interior con UCD, Rodolfo Mart¨ªn Villa, que convenci¨® sin dificultad a Manuel Fraga. As¨ª se firm¨® el Pacto de Madrid en un acto solemne en el Congreso. Era el 5 de noviembre de 1987.
Gonz¨¢lez y Benegas valoraron el pacto de Madrid, pero para que fuera eficaz hab¨ªa que suscribirlo en Euskadi porque era en esta comunidad donde se jugaba ¡°la batalla decisiva contra ETA¡±. En marzo de 1987, PNV y PSE hab¨ªan suscrito un pacto de gobierno con Jos¨¦ Antonio Ardanza como lehendakari, al perder los peneuvistas la mayor¨ªa, lo que facilitaba las cosas.
Este ser¨ªa el primero de los cinco puntos del giro estrat¨¦gico de la lucha antiterrorista provocado por el atentado de Hipercor:
1 . PRIMER PACTO ANTITERRORISTA
Ardanza, del ala moderada del PNV, conmocionado por el ataque indiscriminado, estaba dispuesto a liderar un pacto que legitimara la acci¨®n policial contra ETA. ¡°Hipercor sacudi¨® las conciencias y descorri¨® el velo del car¨¢cter totalitario de ETA. Por primera vez, el nacionalismo democr¨¢tico la califica de terrorista¡±, dice Jos¨¦ Luis Zubizarreta, asesor de Ardanza.
Ardanza, que contaba con el aval de Arzalluz, acord¨® con Benegas que en el debate de pol¨ªtica general de septiembre ofrecer¨ªa un pacto contra ETA y el l¨ªder del PSE lo apoyar¨ªa. Su discurso marc¨® un hito en la historia del PNV: ¡°De ETA no s¨®lo nos separan los medios. Tambi¨¦n los fines¡±. ¡°Con ello, el nacionalismo democr¨¢tico propiciaba un frente de dem¨®cratas frente a violentos. Y no entre nacionalistas y no nacionalistas como suced¨ªa. Este salto en el PNV supon¨ªa el aislamiento de HB y ETA y fue la base del Pacto de Ajuria Enea¡±, subraya Zubizarreta.
Ardanza inici¨® la ronda con todos los partidos, menos HB. Se empantan¨® con Garaikoetxea, l¨ªder de EA, enrocado en que la soluci¨®n al terrorismo de ETA pasaba por soluciones pol¨ªticas, no policiales. Pero el 11 de diciembre, ETA cometi¨® otro atentado brutal. Un coche bomba estall¨® en la casa-cuartel de Zaragoza, dejando 11 muertos, 4 de ellos ni?os, y 88 heridos. Ardanza aprovech¨® la conmoci¨®n para acelerar el pacto antiterrorista vasco. Encerr¨® a los l¨ªderes pol¨ªticos tres d¨ªas ¡ªdel 10 a 12 de enero de 1988¡ª en Ajuria Enea y lo consigui¨®.
El pacto lo firmaron los representantes de todos los partidos parlamentarios vascos, con la ¨²nica excepci¨®n de HB. Por vez primera, los partidos vascos, incluidos los nacionalistas, reconocen la legitimidad de la acci¨®n policial en la erradicaci¨®n del terrorismo, valoran la importancia de la colaboraci¨®n policial internacional y del Estado de derecho con la condena de las acciones ileg¨ªtimas, y rechazan que el final del terrorismo pase por cesiones pol¨ªticas a ETA. El Gobierno s¨®lo podr¨ªa hablar con ETA para negociar paz por presos.
J¨¢uregui, vicelehendakari, asegura que el pacto supuso un ¡°giro crucial¡± en la lucha contra ETA, el paso del nacionalismo de la equidistancia al compromiso contra ETA, que adquiri¨® su m¨¢xima expresi¨®n, poco despu¨¦s, con la implicaci¨®n de la Ertzaintza, con el peneuvista Juan Mar¨ªa Atutxa, al frente. Recuerda J¨¢uregui c¨®mo Felipe Gonz¨¢lez le ped¨ªa que favoreciera el protagonismo pol¨ªtico de Ardanza y del PNV en la lucha contra ETA.
2 . MOVILIZACI?N SOCIAL
El pacto de Ajuria Enea propici¨®, tambi¨¦n, un importante est¨ªmulo a la movilizaci¨®n social en la calle. La fuerza y legitimidad de su car¨¢cter unitario hizo que su primera convocatoria, en marzo de 1989, en Bilbao, pidiendo a ETA el cese de la violencia, bajo el lema ¡°paz ahora y siempre¡± fuera la mayor hasta entonces. Y la ¨²ltima, en julio de 1997, exigiendo a ETA que no asesinara al edil del PP, Miguel Angel Blanco, fue a¨²n superior. Al calor del pacto de Ajuria Enea surgieron los movimientos contra la violencia, el primero, Gesto por la Paz. M¨¢s tarde, avanzados los noventa, nacieron el Foro de Ermua y Basta Ya.
Todo ello implic¨® la p¨¦rdida creciente de la calle de HB y su ascendente marginaci¨®n social. Un texto de la coordinadora KAS de 1990 reconoci¨® que el Pacto de Ajuria Enea hab¨ªa generado en el seno del MLNV ¡°sensibles niveles de autoaislamiento social y pol¨ªtico¡± que les estaban impidiendo ¡°penetrar en nuevos sectores del electorado¡±. A su vez, ETA admiti¨® que el pacto estaba ¡°logrando atacar con una violencia y unidad nunca vista¡± y a?ad¨ªa: ¡°?ltimamente obteniendo un reconocimiento social¡±.
3 . COLABORACI?N DE FRANCIA
El pacto de Ajuria Enea supuso, tambi¨¦n, el comienzo del desmontaje de la mitificaci¨®n internacional sobre ETA, amasada durante la dictadura franquista. Felipe Gonz¨¢lez y Fran?ois Mitterrand iniciaron, desde 1984, la colaboraci¨®n contra ETA. Hubo extradiciones; se retir¨® el estatuto de refugiado a los miembros de ETA; se iniciaron los juicios de etarras en Francia.
Pero el salto clave de la colaboraci¨®n francesa se produjo tras el atentado de Hipercor, en 1988, siendo ministro franc¨¦s del Interior, Pierre Joxe, que permiti¨® la presencia policial espa?ola en Francia. Este paso intensific¨® la eficacia policial y se puso de relieve con la ca¨ªda de la c¨²pula de ETA en Bidart (Francia), en 1992.
4 . EFICACIA POLICIAL
Poco despu¨¦s del Pacto de Ajuria Enea, Felipe Gonz¨¢lez design¨® ministro del Interior al socialista vasco Jos¨¦ Luis Corcuera en sustituci¨®n de Barrionuevo. Lo eligi¨® porque conoc¨ªa muy bien Euskadi y por su buena relaci¨®n con el PNV. Poco antes de su llegada termin¨® la guerra sucia.
Corcuera atribuye al pacto de Ajuria Enea una importancia decisiva, tambi¨¦n en la mejora de la eficacia policial. La incautaci¨®n policial del archivo de ETA en Sokoa (Hendaya), en noviembre de 1986, ya supuso que las Fuerzas de Seguridad cambiaran de t¨¦cnica y centraran su investigaci¨®n en los documentos de los terroristas, subraya Corcuera. Pero al disponer de una cobertura social de la que carec¨ªan, las Fuerzas de Seguridad mejoraron su actuaci¨®n selectiva contra ETA.
Florencio Dom¨ªnguez, experto en ETA, dice que ¡°1988 marca la frontera entre dos concepciones policiales de la lucha antiterrorista¡±. A partir de esa fecha, las detenciones tienen como meta poner a los sospechosos a disposici¨®n judicial y no obtener informaci¨®n, como en el pasado. As¨ª, de 531 detenidos en 1987 se pasa a 148 al a?o siguiente y de tener pruebas solo contra quinta parte de los arrestados a lograr el encausamiento del 40%, cifra que se eleva hasta situarse encima del 60% en los noventa, alcanzando en ocasiones el procesamiento del 75% de los arrestados.
La estrategia policial selectiva condujo al aislamiento de ETA frente a la poblaci¨®n vasca y a reducir al m¨ªnimo el mecanismo de solidaridad antirrepresiva. En ¨¦pocas anteriores este mecanismo hab¨ªa permitido a ETA arroparse con sectores sociales que no estaban identificados con la violencia, pero se pon¨ªan a su lado como respuesta a los excesos policiales.
El acoso policial llev¨® a ETA, tambi¨¦n, a cometer errores organizativos muy graves. Decidi¨® que los comandos legales pasasen a depender de los ilegales. De modo que cuando deten¨ªan a estos arrastraban a los legales. Tambi¨¦n los ilegales empezaron a tener problemas desde 1987 al disponer de menor infraestructura y verse obligados a alargar sus campa?as en el interior, lo que les hac¨ªa m¨¢s vulnerables. El comando Nafarroa tard¨® siete a?os en ser desarticulado por primera vez; lo desarticularon hasta cuatro veces m¨¢s en los siguientes siete a?os. Lo mismo sucedi¨® con otros comandos.
5 . CRISIS EN BATASUNA
El atentado arrastr¨®, tambi¨¦n, la primera gran crisis en la izquierda abertzale. Txema Montero, elegido eurodiputado por HB dos semanas antes en las europeas, y que en Catalu?a logr¨® 40.000 votos, el mejor resultado tras Euskadi, conden¨® el atentado. No tard¨® en ser expulsado.
Pero la crisis m¨¢s grave se produjo en el principal partido de la izquierda abertzale, HASI. Txomin Ziluaga, su l¨ªder, que disputaba a ETA la direcci¨®n del MLNV, aprovech¨® el atentado para exigir a ETA que ¡°se tomara unas vacaciones y realizara un repliegue t¨¢ctico¡±. El conflicto se zanj¨® con un Congreso en diciembre, en Zestoa, que expuls¨® a Ziluaga y a un centenar de militantes de HASI.
ETA tard¨® 25 a?os m¨¢s en declarar el cese definitivo de la violencia. Hubo un retroceso claro, como el Pacto de Lizarra, de 1998, respondido con otro Pacto Antiterrorista en 2000, que propici¨® la Ley de Partidos e ilegaliz¨® a HB. Pero el atentado de Hipercor puso las bases policiales, sociales y policiales de la lucha contra ETA. Los datos son elocuentes: De 1978 a 1987, a?o del atentado de Hipercor, ETA asesin¨® a 497 personas; en la siguiente d¨¦cada, de 1988 a 1997, 196, un 60% menos. Hipercor fue el principio del fin de la banda.
El ataque m¨¢s sanguinario
? Veintiuna personas fallecidas (14 mujeres y 7 hombres). 15 fallecieron en el acto, abrasadas o asfixiadas, y otras 6 en los d¨ªas posteriores al atentado tras una terrible agon¨ªa por las quemaduras severas en m¨¢s del 80% del cuerpo.
? Cuatro de los muertos eran ni?os. El m¨¢s joven, Jordi Vicente Manzanares, de 9 a?os, que falleci¨® junto a su hermana Silvia, de 12, y su t¨ªa Mercedes Manzanares, de 30. Las hermanas Sonia y Susana Cabrerizo, de 15 y 13 a?os, tambi¨¦n murieron junto a su madre, Mar¨ªa del Carmen M¨¢rmol, de 36. La v¨ªctima de m¨¢s edad fue Consuelo Ortega P¨¦rez, de 67 a?os.
? Solo uno de los fallecidos, Luis Enrique Salt¨® Vi?uelas, de 22 a?os, era empleado de Hipercor. Trabajaba en el departamento de decoraci¨®n.
? Una de las mujeres asesinadas, Mar¨ªa Teresa Daza Cecilia, estaba embarazada. Su marido, Rafael Morales, de 33 a?os, tambi¨¦n muri¨® en el atentado. Dejaron hu¨¦rfano a un ni?o de siete a?os.
? Hubo 45 heridos, seg¨²n las sentencias. Solo dos de ellos trabajaban en Hipercor: Robert Manrique, de 27 a?os, en la secci¨®n de carnicer¨ªa, y Jos¨¦ Francisco Dom¨ªnguez, empleado de la empresa de limpieza.
? Milagros Rodr¨ªguez, de 27 a?os, result¨® herida leve por el estruendo de los cascotes y el derrumbe del techo. Estaba embazada de tres meses y la ni?a, J¨¦ssica, naci¨® con una sordera severa que se le diagnostic¨® al a?o. En 2003, tras una larga batalla legal, la justicia la reconoci¨® como v¨ªctima del atentado.
? ?nico atentado terrorista en el que la justicia declar¨® la responsabilidad patrimonial del Estado porque la polic¨ªa no desaloj¨® y entre el aviso de bomba y la explosi¨®n pasaron 35 minutos. Solo a 14 v¨ªctimas o sus familiares se les han reconocido indemnizaciones por valor de poco m¨¢s de 150 millones de pesetas.
? Cuatro miembros de ETA fueron condenados por la Audiencia Nacional a penas de casi 800 a?os cada uno en dos juicios celebrados en 1989 y 2003. Estos fueron Josefa Ernaga y Domingo Troiti?o, como autores materiales de la masacre; Rafael Caride Sim¨®n, como ide¨®logo del atentado y participante en el mismo, y Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, como m¨¢ximo responsable de la banda terrorista.
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