197 a?os de historia y tres de D¨ªvar
Nunca antes el Supremo hab¨ªa tenido una imagen tan deteriorada
El Tribunal Supremo celebra hoy con pompa y boato el bicentenario de su creaci¨®n con su presidente, Carlos D¨ªvar, en entredicho. Seguramente, en esos 200 a?os de historia, el tribunal ha vivido momentos m¨¢s convulsos, en periodos de guerra o dictaduras, sin embargo, ni los m¨¢s viejos del lugar recuerdan un momento de tanto desprestigio del tribunal y de falta de confianza de los ciudadanos en la justicia.
A todo ello no ha sido ajeno el hecho de que el presidente de la instituci¨®n, en tiempos de crisis y con m¨¢s de cinco millones de parados en el pa¨ªs, se haya marchado hasta 32 veces de fines de semana caribe?os, de cuatro d¨ªas o m¨¢s, 20 de ellos a Puerto Ban¨²s, haya cargado alrededor de 30.000 euros a los bolsillos ya exhaustos de los espa?oles y haya intentado hacernos creer que eran gastos de servicio por asuntos oficiales, cuando no eran m¨¢s que jornadas de turismo y relax.
Que alguien abuse de los recursos del cargo y que se resista a dejarlo aunque se lo hayan reclamado todas las asociaciones judiciales, 17 jueces decanos y m¨¢s de 20.000 personas es algo que el p¨²blico comprende. Pero lo que no comprende es que 11 de los 15 hombres justos de la Sala Penal del Supremo ¡ªpor cierto, ?tan malas son las mujeres que ni una sola puede integrar esa sala?¡ª decidan no investigar los hechos. Porque la doctrina se?ala que para admitir una querella e iniciar una investigaci¨®n solo hace falta una descripci¨®n de conductas que tengan visos de ser delito. Y lo podr¨¢n calificar como quieran, pero hacer pasar por gastos de servicio facturas que no lo son tiene todo el aspecto de falsedad documental, y en la sentencia sobre los fondos reservados del Ministerio del Interior ya se estableci¨® que utilizar para fines propios los recursos que por el cargo se disponen constituye un delito, aunque esos fondos por su propia naturaleza no tengan que estar sujetos a control. Es decir, una cosa es que sean reservados y otra que te los puedas quedar, o, lo que es lo mismo, los gastos de protocolo tienen como finalidad agasajar a otras autoridades por actos oficiales, no que te regales vacaciones en Puerto Ban¨²s, Mallorca, La Toja, Santillana del Mar, etc.
A ra¨ªz de la absoluci¨®n del expresidente valenciano Francisco Camps por el asunto de los trajes, uno de los comentarios m¨¢s extendidos entre los jueces era que este no habr¨ªa sido absuelto si, en lugar de por un jurado popular, hubiera sido juzgado por magistrados profesionales. Nunca lo sabremos, como tampoco sabremos si un jurado popular hubiera llegado a condenar a D¨ªvar por los viajes de lujo de fines de semana caribe?os, en lugar del respaldo que 11 de sus 15 colegas le han brindado al archivar la querella contra ¨¦l. ?Habr¨¢ que cambiar la ley para que a los jueces les juzgue un jurado popular y no ellos mismos?
El caso es que el Supremo se ha desgastado en decisiones pol¨¦micas, como la absoluci¨®n de Bot¨ªn y la condena de Atutxa, por una interpretaci¨®n diferente del mismo precepto legal. Seguramente no tiene nada que ver, pero entre uno y otro caso exist¨ªa la sutil diferencia de que el patr¨®n del Santander patrocina muchos de los cursos en los que participan los magistrados del Supremo, mientras que el expresidente del Parlamento Vasco hab¨ªa desafiado a tan excelsos pr¨®ceres, ya que se hab¨ªa negado a cumplir la orden de disolver el grupo parlamentario af¨ªn a Batasuna.
Y este a?o, el alto tribunal ha consumado su divorcio del sentir de la ciudadan¨ªa tras arrastrar por el fango al juez Garz¨®n, en tres procesos, y en el que le ha condenado por las escuchas de la G¨¹rtel, un caso de corrupci¨®n que ha afectado a varios altos cargos y a la financiaci¨®n del Partido Popular. Con gran mensaje: cuando todav¨ªa no se ha juzgado la trama de corrupci¨®n, ya se ha expulsado de la carrera al juez que la investig¨®.
El caso es que hoy, 45 presidentes despu¨¦s de que Ram¨®n Posada-Soto liderara el primer Tribunal Supremo en 1812, veremos al frente de la celebraci¨®n a un personaje a punto de la dimisi¨®n por indignidad, pero que todav¨ªa se empecina en sostener que todo lo ha hecho bien y ni siquiera ha sido capaz de decir ¡°Lo siento. Me he equivocado. No volver¨¢ a ocurrir¡±, lo que hubiera marcado el primer s¨ªntoma real de arrepentimiento. Un tipo que pretend¨ªa hacernos creer que fue a Cantabria invitado a un acto oficial y que resulta que fue ¨¦l quien llam¨® para pedir entradas gratis para visitar la gruta de El Soplao, porque los gastos del viaje nos los endos¨® a todos.
Ya ven, un bicentenario: 197 a?os de historia y tres de presidencia de D¨ªvar.
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