Victoria y amnesia
A La Roja no le quedar¨¢ palacio por visitar para que sus inquilinos se acerquen al talism¨¢n
Algo tendr¨¢ el f¨²tbol cuando llena los estadios de pago y genera negocios de retransmisi¨®n multimillonarios con una concentraci¨®n de audiencia que ninguna otra oferta iguala. La coronaci¨®n el domingo de La Roja en Kiev, de donde regresa con la Eurocopa, es una demostraci¨®n, una pesadumbre y una amnesia moment¨¢nea. Una demostraci¨®n de c¨®mo puede conseguirse aunar figuras encumbradas hasta concertarlas para que suenen como una orquesta disciplinada. Ha sido la obra del seleccionador Vicente del Bosque, que acert¨® en la elecci¨®n de los 23, les inocul¨® el esp¨ªritu de equipo de los mosqueteros ¡ªuno para todos y todos para uno¡ª y les hizo confiar en un sistema de juego. Del Bosque ha ejercido un liderazgo tranquilo, sin aspavientos ni actitudes desafiantes. Ha sido paciente con las cr¨ªticas, no se ha dejado enredar por la prensa, ha respetado a los adversarios, se ha abstenido de marruller¨ªas dial¨¦cticas y de triunfalismos inaguantables. Ha sabido ganarse a todos sus pupilos, sacar de cada uno de ellos todo lo mejor, conectar con la ciudadan¨ªa y desactivar enconos y susceptibilidades.
De todo esto no hab¨ªa costumbre. Est¨¢bamos mejor preparados para aferrarnos a la furia espa?ola, preferida por encima del talento y las habilidades, y a regresar a casa eliminados pero bajo la convicci¨®n de ser sujetos pasivos de la injusticia arbitral y de otras agresiones alevosas. En ese ambiente, seg¨²n qui¨¦n y cu¨¢ndo, ser llamado a la selecci¨®n nacional constitu¨ªa un engorro que interfer¨ªa con otros compromisos m¨¢s sustanciosos, sin que del sacrificio se derivara prestigio alguno porque la victoria rara vez se vest¨ªa de rojo. Ahora la falta de costumbre ha conducido a los homenajes desaforados sobre la misma geograf¨ªa urbana que los clubes tienen marcada para sus celebraciones partidistas. A los ganadores no les quedar¨¢ palacio por visitar para que todos sus inquilinos se acerquen al talism¨¢n y manifiesten sus complacencias por el triunfo de Kiev, contundente y limpio, al que nada ha podido objetarse. De manera que, por eso, diarios como International Herald Tribune y Financial Times, siempre tan atentos al Diccionario de vicios, pecados y enfermedades morales (Jorge Vigil, Alianza Editorial) para caracterizarnos, optaron ayer por sumirse en el m¨¢s absoluto silencio, suprimiendo incluso la cr¨®nica de Simon Kupper, el venerado autor de F¨²tbol contra el enemigo, que la editorial Contra acaba de presentar en castellano.
Antes de este ciclo inigualado de tres campeonatos consecutivos logrados en Viena, Johanesburgo y Kiev, casi habr¨ªa que remontarse a una esplendida tarde de junio de 1964 en el estadio Bernab¨¦u. Al recordarla (v¨¦ase Sociolog¨ªa insolente del f¨²tbol espa?ol, editado por Asociaci¨®n de Periodistas Europeos. Madrid, 1998), Francisco Cerecedo refer¨ªa el momento en que ¡°la cabeza escol¨¢stica de un exseminarista gallego llamado Marcelino conectaba un soberbio golpe que eliminaba a la Uni¨®n Sovi¨¦tica del Campeonato de Europa por 2-1¡±. Y subrayaba c¨®mo as¨ª el f¨²tbol del r¨¦gimen daba por fin cumplimiento a la consigna que, en t¨¦rminos perentorios, impart¨ªa el 24 de junio de 1941 el ministro Ram¨®n Serrano S¨²?er a la Junta Pol¨ªtica de FET y de las JONS, a tenor de la cual el exterminio de Rusia era exigencia de la Historia y del porvenir de Europa. Pero hace muchos decenios que aquellas tribunas donde luc¨ªan los correajes est¨¢n pobladas de s¨¢trapas bananeros, prestamistas, mafiosos, especuladores de la burbuja inmobiliaria, a los que se a?aden intelectuales que acuden a cara descubierta, una vez convencidos, como escrib¨ªa Manuel Vicent, que en Espa?a las mejores cabezas ya no est¨¢n para pensar, ni siquiera para embestir, sino para rematar a puerta.
El¨ªas Canetti nos previno en 1945 al escribir aquello de ¡°no se puede respirar, todo est¨¢ lleno de victoria¡±, y en esa l¨ªnea la coronaci¨®n de Kiev se ha convertido un d¨ªa despu¨¦s en una pesadilla para el tr¨¢fico rodado, por ejemplo en Madrid, donde asombra que las autoridades municipales hayan sido hasta ahora incapaces de acondicionar un manifest¨®dromo para usos festivos, procesionales, celebratorios y musicales, as¨ª como para protestas y romer¨ªas varias. Bastar¨ªa una explanada de grandes dimensiones, con buenas comunicaciones de suburbano y superficie, dotada de una estructura de mecano tubo sobre la que pudieran desplegarse los telones dibujados con las fachadas caracter¨ªsticas de los ministerios y dem¨¢s organismos p¨²blicos, preparados conforme a la probabilidad estimada de que fueran a resultar recipiendarios pr¨®ximos de los fervores o las iras populares. Vivir¨ªamos as¨ª mejor estos d¨ªas encendidos de sana alegr¨ªa victoriosa y de amnesia liberadora, antes de volver al humo de la prima de riesgo incitada por la letra peque?a.
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