La Bankia auton¨®mica
Igual que una caja de ahorros intervenida, se levant¨® sobre mentiras, presumi¨® de lo que carec¨ªa, construyeron un estilo de vida alrededor de la burbuja inmobiliaria
Clarividente, un veterano pol¨ªtico valenciano del PP pronosticaba hace seis meses: ¡°Si fu¨¦ramos una caja de ahorros ya nos habr¨ªa intervenido el Banco de Espa?a, pero por fortuna no lo somos¡±. Llevaba raz¨®n en lo primero, pero no en lo segundo. Hay quien ha comparado a la Comunidad Valenciana con Grecia. Y motivos no faltaban para establecer semejante paralelismo. Dos sociedades endeudadas, despilfarradoras, con una econom¨ªa ligada a la especulaci¨®n del ladrillo y donde ser corruptos, lejos de ser un estigma social, era la aspiraci¨®n de no pocos.
Pero la similitud con una entidad financiera casa mejor con la realidad. La Comunidad Valenciana, en ese sentido, se parece mucho m¨¢s a Bankia que a la pen¨ªnsula hel¨¦nica. Ambas se levantaron sobre mentiras, presumieron de lo que carec¨ªan, construyeron todo un estilo de vida alrededor de la burbuja inmobiliaria, enga?aron y mintieron a sus clientes/ciudadanos, derrocharon en proyectos absurdos y perfectamente prescindibles, actuaron de forma corrupta y corrompieron y se endeudaron sin tasa ni medida. Y al final, por desgracia para sus accionistas, Bankia ha sido nacionalizada, y la Comunidad Valenciana, rescatada.
C¨®mo se ha podido llegar hasta aqu¨ª es una pregunta que empieza a responderse en el mismo instante en que la megaloman¨ªa de los dirigentes del PP, hinchados de ambici¨®n, soberbia y codicia, empezaron a levantar un parque de cart¨®n piedra como Terra M¨ªtica, un aeropuerto sin aviones como el de Castell¨®n y le pagaron un fortun¨®n a Bernie Ecclestone para que les organizara un gran premio de f¨®rmula 1. Quer¨ªan poner la Comunidad Valenciana en el mapa, ser la vanguardia de Espa?a y de Europa. Y, a golpe de talonario, lo consiguieron. Lo que nunca esperaron visionarios como Eduardo Zaplana o Francisco Camps, verdaderos art¨ªfices de tan fugaz fulgor, fue ver como su obra era objeto de escarnio, burla y s¨¢tira en todos los medios de comunicaci¨®n de referencia del mundo o la desaparici¨®n de entidades financieras como Caja Mediterr¨¢neo, Bancaja y el Banco de Valencia en medio de un esc¨¢ndalo de proporciones may¨²sculas y de la desesperaci¨®n de sus impositores y accionistas que han contemplado desesperados como sus ahorros se iban por el desag¨¹e de la incompetencia de unos gestores nombrados por los pol¨ªticos de turno.
La Comunidad Valenciana ha sido testigo de toda clase de esc¨¢ndalos, una tierra saqueada por promotores y cargos p¨²blicos que creyeron en la infinidad del negocio del ladrillo. Tanta indecencia solo se hizo insoportable para una sociedad cuando la crisis econ¨®mica alcanz¨® a todos porque, hasta ese momento, se mostr¨® pasiva e incluso permisiva con actuaciones tan delirantes como las protagonizadas por el expresidente Camps.
El acceso de Alberto Fabra a la presidencia de la Generalitat y su pol¨ªtica de tolerancia cero con la corrupci¨®n llega tarde. Las arcas p¨²blicas estaban quebradas desde hace mucho tiempo. Una quiebra a la que no ha sido ajena un p¨¦simo sistema de financiaci¨®n auton¨®mico que ha perjudicado notablemente a los valencianos; pero esta no es excusa suficiente para explicar la postraci¨®n en que se encuentra el gobierno valenciano que, desde hace tiempo, viene fiando su suerte a unos hisopanobonos que no llegar¨¢n. El ministerio de Hacienda ha tomado el control financiero de la Generalitat. Tal que hizo con Bankia.
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