La ¨²ltima del clan
Andrea Fabra viene de una familia que ha copado la Diputaci¨®n de Castell¨®n desde hace 140 a?os Su actitud en el Congreso hace peligrar a una estirpe acostumbrada a mandar
"Si ser cacique es ejercer la autoridad en mi partido y ejercer de presidente, pues s¨ª, soy cacique¡±. Al ya expresidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n y expresidente provincial del PP Carlos Fabra, nunca le ha importado que se utilizara el despectivo ¡°cacique¡± para referirse a ¨¦l. Desde el siglo XIX, cuando los Fabra comenzaron a llegar a la pol¨ªtica, cacique ha sido el t¨¦rmino que, de forma constante, aparec¨ªa unido a su apellido. Ahora, el ¡°que se jodan¡± clamado por la ¨²ltima de la estirpe, Andrea Fabra, en medio de los aplausos de los diputados populares cuando el Congreso recib¨ªa el anuncio de los m¨¢s duros recortes de esta democracia, le est¨¢ quitando puestos.
La uni¨®n del apellido con la pol¨ªtica se remonta a hace dos siglos. Y, hasta hoy, seis Fabra han ocupado la presidencia de la Diputaci¨®n de la m¨¢s peque?a de las tres provincias de la Comunidad Valenciana. Actualmente, solo un miembro del clan permanece en la pol¨ªtica activa: Andrea Fabra, la ¨²nica de los cuatro hijos de Carlos Fabra que sigue los pasos del linaje.
La ahora diputada se afili¨® al PP apenas cumplidos los 16 y desde entonces hasta ahora, con 39, su carrera ha estado marcada por su afiliaci¨®n. Y su parentesco.
Hasta en el PP admiten que la diputada ha ocupado esca?os en el Senado y en el Congreso por su apellido
Estudi¨® Derecho en Madrid e hizo un programa de liderazgo en gesti¨®n p¨²blica, en el IESE, lejos de su familia, lejos de la peque?a ciudad de la que fue reina infantil de las fiestas y lejos de la posible perturbaci¨®n que pudieran suponerle los asaltos de la vida pol¨ªtica de su padre. En Castell¨®n apenas se la recuerda tras su paso por el colegio privado La Magdalena, con una falda escocesa de tablas como uniforme. Sus compa?eros la recuerdan como una alumna brillante en clase. Despu¨¦s curs¨® un ¨²nico a?o en un instituto de la ciudad y se fue.
Con apenas 25 a?os, fue nombrada asesora de un secretario de Estado, el de Hacienda, Juan Costa, diputado por Castell¨®n, despu¨¦s de que su padre aprobara que fuera precisamente ¨¦l quien encabezara la candidatura. Pas¨® por Telef¨®nica y as¨ª, de la mano de su apellido, hasta llegar al Senado por designaci¨®n de las Cortes valencianas, no por elecci¨®n, y despu¨¦s al Congreso, tras superar dos comicios. Es decir, durante los ¨²ltimos cinco a?os ha ocupado un esca?o y hasta en el PP, siempre en privado, admiten que la meritocracia va en el apellido. Obviamente, ha cobrado por ello. Incluso, legalmente, sin renunciar a los desplazamientos por haber sido elegida por Castell¨®n y aunque viva en Madrid. Porque, tras a?os afincada en la capital y metida de lleno en el ambiente, se cas¨® con el ahora exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Juan Jos¨¦ G¨¹emes, lo que la uni¨® a¨²n m¨¢s a la pol¨ªtica.
Ese fue otro de los momentos en los que Andrea Fabra se ha hecho patente en la provincia que representa, en el de su boda, que se anunci¨® con proclama y a la que acudieron, por ejemplo, Rodrigo Rato y el ahora condenado expresidente balear Jaume Matas.
Con 25 a?os fue asesora de un secretario de Estado que era cabeza de lista por Castell¨®n gracias a su padre
Hasta ahora, el matrimonio pod¨ªa compartir el ¡°tengo un don natural para agradar a la gente¡± que profiri¨® G¨¹emes sobre s¨ª mismo. Pero tras el ¡°que se jodan¡±, y pese a la supuesta c¨¢ndida contrici¨®n p¨²blica, la red, los funcionarios, los parados, y muchos de los afectados por los recortes han tomado sus palabras como un lema contra la clase pol¨ªtica. Y no la creen.
En esta legislatura, en la que forma parte de cinco comisiones, su trabajo, al menos el visible, ha consistido en la formulaci¨®n de dos preguntas orales sobre RTVE. Ha intervenido en 16 comisiones y ha firmado, junto a otros compa?eros, nueve preguntas al Gobierno.
Todo el mundo sabe d¨®nde vive, con sus tres hijos, porque Andrea Fabra fue investigada en el mismo asunto judicial que salpica a su padre desde hace casi nueve a?os. La investigaci¨®n de sus cuentas y su patrimonio desvel¨® la compra de una vivienda, en r¨¦gimen de gananciales, en Pozuelo de Alarc¨®n, en una destacada urbanizaci¨®n, de la que les queda por pagar m¨¢s de 300.000 euros, seg¨²n su declaraci¨®n de bienes. Adem¨¢s posee un 20% de una de las viviendas familiares, la que los Fabra tienen en la urbanizaci¨®n Les Platgetes, en Oropesa, sobre la que a¨²n pesa una hipoteca de m¨¢s de un mill¨®n.
Pese a la distancia, ¡°Andrea siempre ha estado al tanto de lo que hac¨ªa su padre y lo ha aprobado¡±, asegura uno de sus compa?eros del PP de Castell¨®n. Todo, menos la vida personal por la que ha optado Carlos Fabra, separado y unido ahora a una mujer de la edad de su hija que ahora ocupa una vicepresidencia de la Diputaci¨®n, a la que tambi¨¦n lleg¨® de la mano del ¡°presidente¡±. La ojeriza entre ambas es patente y conocida. Aun as¨ª, han compartido actos de partido, aunque a metros de distancia f¨ªsica y kil¨®metros de emocional.
El clan Fabra, conservador y de profesi¨®n pol¨ªtico, nunca fue anodino. Sus maneras han destacado sobre las de la moderaci¨®n. Su fascinaci¨®n por el poder y su anhelo de mando les ha llevado a distinguirse. Su af¨¢n por sobresalir les ha llegado a poner en aprietos, aunque ninguno de ellos dej¨® el cargo por voluntad propia.
Pero el linaje podr¨ªa estar pr¨®ximo a su fin. O no. Los ojos est¨¢n puestos ahora en el futuro de Andrea, que tras su reacci¨®n ha sido amonestada en p¨²blico por el mismo presidente del Congreso. La diputada ha pedido disculpas, pero por escrito. De su boca solo se ha podido o¨ªr que fue un ¡°reproche desafortunado e impropio de m¨ª¡±. Nada m¨¢s.
La casta viene de lejos. En los ¨²ltimos a?os del siglo XIX, el abuelo Pantorrilles vest¨ªa un calz¨®n corto que dejaba ver sus gemelos, motivo por el que se impuso el sobrenombre, y fue el primer Fabra que presidi¨® la Diputaci¨®n de Castell¨®n. La historia lo presenta como un labrador que cambiaba votos por favores, aunque poco importara el signo pol¨ªtico de quien pudiera facilitar los objetivos que persegu¨ªa. ¡°Era el hombre que hac¨ªa favores y ofrec¨ªa protecci¨®n, dominaba a los suyos con una mezcla de coerci¨®n y fidelidad personal¡±, a?aden, en lo que bien podr¨ªa ser la definici¨®n del ¨²ltimo Fabra que ha ocupado el mismo puesto, uno de los m¨¢s famosos de la estirpe, Carlos Fabra. No en vano ¡°el que paga, manda¡± fue una de las sentencias proferidas por este ¨²ltimo y en referencia a la pleites¨ªa que deb¨ªa guardarle la universidad por la concesi¨®n de financiaci¨®n y en un claro s¨ªntoma de la inexistente raya entre el Gobierno y el mando que ha regido en sus mandatos.
Cobra legalmente por sus desplazamientos desde Castell¨®n al Congreso, aunque vive en Madrid
En aquellos finales del XIX, las formas del abuelo Pantorrilles pronto llevaron a renombrar la Uni¨®n Liberal que lideraba como cossi, palabra valenciana que designa el barre?o donde se lava la ropa sucia. Su destreza, ¨¦ticamente cuestionable, fue m¨¢s all¨¢ del Gobierno de turno. De tal manera, Victorino Fabra Gil, Pantorrilles, primero altern¨® y luego dej¨® en herencia la presidencia de la Diputaci¨®n a dos de sus sobrinos: Victorino Fabra Adelantado e Hip¨®lito Fabra Adelantado, que ocuparon el puesto hasta principios del siglo XX. De ellos descienden el abuelo y padre de Carlos Fabra, y por tanto, el bisabuelo y abuelo de Andrea Fabra.
Al ¡°¨²ltimo¡± Fabra presidente tampoco le ha temblado el pulso a la hora de exigir, a quien fuera y con distinto resultado, favores. Lo hizo con su amigo ¡°Paco¡±, entonces ministro de Fomento Francisco ?lvarez Cascos, quien le firm¨® el inter¨¦s general de un aeropuerto que, un a?o despu¨¦s de su inauguraci¨®n, solo ha visto el avi¨®n que corona una estatua inspirada en el propio Fabra. Tambi¨¦n el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, de quien fue vecino de veraneo, o la esposa de este y ahora alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a la que pase¨® y divirti¨® con fiestas y chistes para despu¨¦s jactarse en p¨²blico de que sus llamadas a La Moncloa ten¨ªan contestaci¨®n.
En la primera d¨¦cada del siglo XX, otro Fabra, el cuarto, lleg¨® a la presidencia de la Diputaci¨®n. Fue Luis Fabra Sanz, hijo de Victorino Fabra Adelantado, abuelo de Carlos y bisabuelo de Andrea. En su historia pol¨ªtica figura el ser fundador de la Derecha Regional Agraria y miembro de la Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas (CEDA), siempre en alianzas antirrepublicanas, de derechas y cat¨®licas.
La humildad no ha ido en los genes de esta familia, que nada tiene que ver con el actual presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra. De hecho, ha sido ese otro Fabra el que ha ido poniendo l¨ªmites a la desmesurada actitud y arrogancia de Carlos Fabra, acusado de tr¨¢fico de influencias, cohecho y fraude fiscal por beneficiarse, supuestamente, de su cargo para cobrar favores pol¨ªticos que no declar¨® a la Hacienda P¨²blica.
La coincidencia del apellido no es ¨®bice para discernir entre el poder que le han dado repetidamente las urnas y la extralimitaci¨®n de quien siempre ha querido que le llamaran ¡°presidente¡±, aunque solo lo fuera de la Diputaci¨®n.
La gen¨¦tica es clara entre Andrea y su padre. Ambos ganan en la distancia corta y son cautivadores
Fabra, Carlos, logr¨® someter a un alcalde. Consigui¨® que la presi¨®n hiciera dimitir a un compa?ero y sin embargo enemigo pol¨ªtico, Jos¨¦ Luis Gimeno, quien, en cualquier caso, se busc¨® un cobijo antes de dejar la alcald¨ªa de Castell¨®n, una sociedad p¨²blica de la que a¨²n hoy, despu¨¦s de siete a?os, sigue cobrando. La salida de Gimeno fue la que encumbr¨® al actual presidente de la Generalitat, que ocup¨® la vacante del puesto de alcalde desde el que, por su prudencia, salt¨® a la presidencia de la Generalitat. ¡°Y nos lo paga as¨ª¡±, debe de pensar el clan Fabra.
En 1955, la herencia corri¨® de nuevo y Carlos Fabra Andr¨¦s, hijo de Luis Fabra Sanz, padre de Carlos y abuelo de Andrea, fue nombrado presidente de la Diputaci¨®n. Durante la dictadura, como en otros lugares, ejerci¨® su papel de recibir a los alcaldes que se desplazaban a la capital a pedir un favor a quien se hac¨ªa llamar ¡°don Carlos¡±. La reverencia era el paso necesario para solucionar problemas. Aun as¨ª, en la mayor¨ªa de los casos, ¡°don Carlos¡± no se recuerda con resentimiento. Ni con la exasperaci¨®n que ha provocado su hijo, Carlos Fabra Carreras, padre de Andrea, que adapt¨® esa f¨®rmula clientelar al sistema democr¨¢tico de partidos.
Andrea Fabra reside en una de las urbanizaciones m¨¢s exclusivas de Madrid, llena de millonarios
Antes de 1995, fecha en la que el sexto Fabra lleg¨® a la Diputaci¨®n de Castell¨®n, este ya era m¨¢s que conocido. Tampoco ahora se le conoce solo por su apariencia y su personalidad. Dos han sido los hechos que le han llevado a ser portada de peri¨®dicos, protagonista en televisi¨®n y estrella en montajes inform¨¢ticos cargados de burla: sus imputaciones judiciales y la inauguraci¨®n de un aeropuerto peatonal. El primero de ellos le salpica desde 2003, cuando fue denunciado por quien hasta entonces era amigo suyo, un empresario que le acus¨® de cobrarle cantidades millonarias a cambio de favores pol¨ªticos. La investigaci¨®n desvel¨® que sus declaraciones de renta, durante los a?os que fue investigado, le salieron a devolver y que hab¨ªa sido agraciado con varios premios de loter¨ªa. Seg¨²n los peritos que indagaron en sus cuentas, Fabra y su entonces esposa, la madre de Andrea, defraudaron 1,2 millones de euros a las arcas p¨²blicas.
La cr¨ªtica a su permanencia en el cargo pese a las imputaciones ¡ªcon el benepl¨¢cito de todo el PP, incluido Mariano Rajoy, que lo calific¨® de ¡°ciudadano y pol¨ªtico ejemplar¡±¡ª fue motivo de las m¨¢s caldeadas broncas en el sal¨®n de plenos de la corporaci¨®n provincial. ¡°Payasos¡±, ¡°hijo de puta¡±, ¡°ineptos¡± han sido algunas de las maneras con las que se ha referido a los miembros de la oposici¨®n que han tratado, durante a?os, que diera alguna explicaci¨®n p¨²blica m¨¢s all¨¢ del ¡°soy inocente¡± que siempre ha proclamado y con el que, de momento, no ha conseguido que se archive la causa. Andrea siempre ha acudido a los actos de apoyo a su padre. Siempre ha estado a su lado.
Hace m¨¢s de un a?o, Carlos Fabra inaugur¨® su ansiado, pese a su fobia a volar, aeropuerto de Castell¨®n. Tambi¨¦n entonces estuvo acompa?ado por su hija y por sus nietos, esos a los que pregunt¨®: ?Os gusta el aeropuerto del abuelo? La inauguraci¨®n fue justo antes de las elecciones, cuando en la placa inaugural a¨²n pod¨ªa figurar su nombre, y pese a que las instalaciones carec¨ªan, como ahora, de permiso de vuelos. ¡°Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones¡±, proclam¨® para justificar aquella apertura en la idea de habilitar la torre de control y la pista de aterrizaje para que ¡°cualquier ciudadano que lo desee pueda visitarlas y caminar por ellas, cosa que no podr¨ªan hacer si fueran a despegar aviones¡±, dijo, para mofa de muchos.
Esta misma semana, la vanidad le ha llevado a promover la llegada del, de momento, ¨²nico avi¨®n a las instalaciones, el que corona la estatua inspirada en ¨¦l mismo, ubicada en la rotonda de acceso. La misma que, con un coste de 300.000 euros, 24 metros de altura y 33 toneladas de peso, ha servido para que The New York Times la considere ¡°s¨ªmbolo de la ruina y el despilfarro¡± en Espa?a.
Su padre est¨¢ imputado por tr¨¢fico de influencias, cohecho y por defraudar a hacienda 1,2 millones
El a?o 2011 fue el inicio del fin de la carrera pol¨ªtica de Carlos Fabra porque as¨ª lo decidi¨® ¨¦l mismo y esa fue la fecha que se marc¨® para apearse de la presidencia de la Diputaci¨®n, no sin antes designar a un sucesor. Su ilusi¨®n, en aras del nepotismo que desde siglos atr¨¢s despleg¨® su familia, hubiera sido ceder la vara de mando a su hija Andrea, por la que ha peleado para mantenerla en un lugar p¨²blico.
La gen¨¦tica es clara entre ambos. Los dos ganan en la distancia corta. Pueden ser extremadamente cautivadores y seductores, cualidades con las que visten una gran dureza y frialdad. Los logros de su hija han llevado a que Carlos Fabra cuente en p¨²blico algunas de sus ¡°haza?as¡± pol¨ªticas. ¡°De Cospedal¡±, dijo, en referencia a la secretaria general del PP, ¡°le ha puesto un despacho en G¨¦nova. Es la ¨²nica castellonense con un despacho all¨ª¡±, voce¨® en una reuni¨®n multitudinaria. No fue exactamente as¨ª, ya que el lugar que ocupa en la sede del PP nacional fue a propuesta del vicesecretario de Organizaci¨®n, Carlos Floriano. Y es que Andrea, la ¨²ltima del linaje de los Fabra, ha visto c¨®mo su padre bajaba pelda?os en la escalera del poder, mientras ella ten¨ªa que subirlos ya sola.
Quiz¨¢ esa premeditada intenci¨®n, o necesidad, de significarse para seguir en la pol¨ªtica fue la que le llev¨®, a ella m¨¢s que a otros, a confundir el Pleno del Congreso con un mitin en el que se procura la exaltaci¨®n al l¨ªder, diga lo que diga. Pero las circunstancias eran otras, y el contexto, muy distinto. Su efusividad en el aplauso y, sobre todo, sus palabras la han puesto en la picota. Y quiz¨¢ el ¡°que se jodan¡± le haga tener que reconsiderar su escenario pol¨ªtico. Quiz¨¢ vuelva a la provincia en la que, pase lo que pase en los tribunales o en la calle, les ¡°absuelven las urnas¡±, tal como dijo su padre, para que el retrato de otro Fabra cuelgue de las paredes de la Diputaci¨®n de Castell¨®n.
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