El legado de un socialista
Fue un te¨®rico que nunca se inhibi¨® a la hora de actuar, un pol¨ªtico que siempre supo conciliar su compromiso ¨¦tico con su compromiso intelectual
Sin duda, los medios de comunicaci¨®n, y por supuesto este diario, subrayar¨¢n hoy la importancia que para la historia de Espa?a ha tenido Gregorio Peces-Barba, y su decisivo papel en el dise?o de nuestra Constituci¨®n. Cuando el texto constitucional hace tiempo que cumpli¨® las tres d¨¦cadas ¡ªtiempo en el que ha gozado de buena salud¡ª parece fuera de toda duda que aqu¨¦l fue un trabajo bien hecho. Su participaci¨®n en esa obra es un buen ejemplo de lo que Gregorio Peces-Barba fue durante toda su vida: un te¨®rico que nunca se inhibi¨® a la hora de actuar, un pol¨ªtico que siempre supo conciliar su compromiso ¨¦tico con su compromiso intelectual. Y, por supuesto, un socialista convencido. En todo caso, y dado que otros glosar¨¢n aspectos de su biograf¨ªa p¨²blica, quisiera hablar de la persona que tuve el privilegio que conocer hace muchos a?os en aquellas comidas en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, que fueron decisivas en mi vocaci¨®n pol¨ªtica.
Como muchos de mis compa?eros, siempre vi en Peces-Barba a un maestro, lo que no excluye que mantuvi¨¦ramos una larga relaci¨®n de amistad. Una relaci¨®n que hasta hace muy poco se reforzaba por nuestro inveterado madridismo y nuestra com¨²n afici¨®n por los cigarros habanos. Si nunca abjuramos de la fidelidad al club blanco, la salud y el respeto a las normas moderaron mucho nuestros h¨¢bitos fumadores.
Creo que una buena forma de describir una vida es evocando sus mejores y peores momentos; yo viv¨ª algunos de ellos con Gregorio Peces-Barba. Probablemente, su peor experiencia fue sufrir los furibundos, y profundamente injustos, ataques que recibi¨® como Alto Comisionado de Apoyo a las V¨ªctimas del Terrorismo. Un cargo que asumi¨® en el oto?o de su carrera pol¨ªtica, cuando nada ten¨ªa que demostrar, movido ¨²nicamente por una vocaci¨®n de servir a los dem¨¢s que nunca le abandon¨®.
Si compart¨ª con ¨¦l aquel momento, quiz¨¢ uno de los m¨¢s amargos de la vida de una persona fundamentalmente animosa y positiva, tambi¨¦n estuve cerca cuando vivi¨® la que probablemente fue su mayor alegr¨ªa. Muchos pensar¨¢n que coincidi¨® con la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, o con la victoria del PSOE en las elecciones de 1982, o con su designaci¨®n como presidente del Congreso. Yo, en cambio, creo que su momento m¨¢s feliz fue el nombramiento como rector de la Universidad Carlos III. Pocas instituciones est¨¢n ligadas de una manera tan estrecha a una persona como la Universidad que Gregorio Peces-Barba cre¨® y dirigi¨® durante muchos a?os. La universidad fue, junto a la pol¨ªtica, su gran pasi¨®n, y en la Carlos III demostr¨® algo que precisamente en estos momentos es bueno recordar: que no hay mejor motor de progreso social que el conocimiento.
Como uno de los participantes en aquel proyecto fui testigo de las reservas, por no decir rechazos, que generaba en algunos sectores la idea de instalar un campus universitario de excelencia en la zona sur de Madrid. Con su tenacidad y su sabidur¨ªa, Gregorio Peces-Barba demostr¨® no solo que la idea era factible, sino que pod¨ªa hacerse realidad en no mucho tiempo. El que la Carlos III sea hoy un modelo de calidad universitaria a escala internacional es la prueba de que con determinaci¨®n puede alcanzarse cualquier meta.
De entre las muchas ense?anzas que Gregorio Peces-Barba nos dej¨® en su fecunda vida, en la hora de su despedida yo quiero reivindicar su confianza en la capacidad de los seres humanos para mejorar. Una confianza que se resume en una cita de Weber que le gustaba evocar: ¡°Toda experiencia hist¨®rica confirma la verdad de que el hombre no hubiera obtenido lo posible si no hubiera pugnado una y otra vez por alcanzar lo imposible¡±.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba es secretario general del PSOE.
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