Un humanista, un amigo, un intelectual
?l era el mayor del grupo. Cursaba quinto de Derecho y era profesor ayudante de Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez en la c¨¢tedra de Derecho Natural. Ignacio Camu?as, Javier Rup¨¦rez, Julio Rodr¨ªguez Aramberri y yo mismo compon¨ªamos el quinteto (cada uno, y por este orden, estudiante de un curso inferior al del otro). Congregantes de Mar¨ªa Inmaculada, mezcl¨¢bamos religi¨®n y pol¨ªtica con las salidas al cine, o a las revistas del Mart¨ªn, los viajes al extranjero a estudiar Derecho Comparado, y las peque?as conspiraciones universitarias. Un d¨ªa Gregorio lleg¨® al piso donde nos reun¨ªamos cada tarde para estudiar y nos propuso incorporarnos a un proyecto que estaba fraguando Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez. Se trataba de fundar una revista intelectual y pol¨ªtica hecha tanto por profesores como por alumnos de la Complutense. Una plataforma para debatir sobre el futuro de Espa?a y contribuir a imaginar el posfranquismo. Corr¨ªa el a?o 1963 y as¨ª naci¨® Cuadernos para el Di¨¢logo, que acab¨® siendo el principal ¨®rgano de oposici¨®n a la dictadura de cuantos se publicaban en el interior del pa¨ªs.
Se comport¨® como un socialdem¨®crata fiel al humanismo cristiano
Los del quinteto nos ve¨ªamos de continuo. Lo hac¨ªamos todo juntos: estudiar, viajar, divertirnos, rezar¡ Con Gregorio y un cura salesiano organizamos una especie de cursillos de cristiandad para gentes dem¨®cratas y de izquierdas. En el Viacrucis pronunci¨¢bamos agresivas jaculatorias: ¡°Putas y ateos [meretrices y gentiles] nos preceder¨¢n en el reino de los cielos¡±. El padre de Gregorio hab¨ªa sido fiscal durante la Rep¨²blica, condenado a muerte por la dictadura e indultado despu¨¦s. Era un abogado respetado y eficaz, especializado en propiedad inmobiliaria. El m¨ªo era por entonces director de Arriba, y todav¨ªa se enfundaba en el uniforme falangista cuando iba a visitar al Caudillo. Sin embargo, la reconciliaci¨®n entre vencedores y vencidos funcionaba ya, sin estridencias ni condiciones, entre nuestras familias. Gregorio era como un miembro m¨¢s de la m¨ªa, y yo andaba, junto con el grupo, muchos fines de semana al chalecito de los Peces-Barba en Colmenarejo, donde cimentamos una extra?a afici¨®n al juego del scalextric, al tiempo que coment¨¢bamos la actualidad pol¨ªtica y discut¨ªamos de religi¨®n y de literatura. En aquellos interminables debates entre adolescentes tard¨ªos ¨¦l nos ilustraba sobre el personalismo y las doctrinas de Mounier. De modo que acabamos todos siendo de una forma u otra dem¨®cratas cristianos. Una vez que as¨ª lo consigui¨®, Gregorio se apunt¨® al Partido Socialista, junto con Pedro Altares.
Durante mucho tiempo fue para m¨ª como un hermano mayor. Luego, la vida nos separ¨® y uni¨® cantidad de veces. Su etapa como pol¨ªtico activo, en la Comisi¨®n Constitucional y de presidente del Congreso, nos vali¨® multitud de encuentros y desencuentros. Los normales entre quien dirig¨ªa un peri¨®dico, como era mi caso, y quien ostentaba responsabilidades de Estado. Su incorporaci¨®n a la Universidad, como primer rector de la Carlos III, le recuper¨® de forma definitiva para el universo intelectual y sell¨® tambi¨¦n el retorno a nuestra vieja amistad.
Ha sido un ejemplo de honestidad y de dedicaci¨®n al Estado
Fue un pol¨ªtico brillante aunque a ¨¦l le gustaba que le juzgaran, sobre todo, por su relevancia como jurista. Su intachable conducta ¨¦tica, su dedicaci¨®n intelectual, su vocaci¨®n universitaria y su generosidad innata le hac¨ªan insustituible entre aquel grupo de j¨®venes amigos que acompa?amos a Ruiz-Gim¨¦nez en su definitiva ruptura con el r¨¦gimen de Franco. Gregorio hab¨ªa sido un poco el maestro de todos nosotros y el amigo siempre dispuesto a echar una mano. Desde el punto de vista ideol¨®gico, se comport¨® como un socialdem¨®crata tranquilo siempre fiel, aun sin confesarlo, al ideario del humanismo cristiano que tanto le marc¨® en la juventud. La Transici¨®n pol¨ªtica en Espa?a hubiera sido diferente y peor sin su concurso. La democracia le debe mucho m¨¢s de lo que le ha reconocido. En momentos en los que la clase pol¨ªtica es denostada, de manera indiscriminada y muchas veces injusta, su ejemplo de honestidad, dedicaci¨®n al Estado y servicio a los dem¨¢s puede y debe contribuir a devolvernos la fe en quienes dedican su vida al servicio p¨²blico sin corromperse, sin aturdirse, sin abandonos ni rendiciones. Como Gregorio Peces- Barba.
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