Cazador de fortunas ocultas
Falciani copi¨® los datos de 130.000 presuntos evasores fiscales mientras trabaj¨® para el banco en Ginebra Para muchos es un h¨¦roe cuya informaci¨®n permiti¨® recuperar cientos de millones en impuestos impagados Suiza lo reclama a Espa?a al considerarlo un delincuente
No hubo que hacer grandes esfuerzos para encontrarlo. Ah¨ª estaba. Delante de sus narices. En la pantalla del ordenador frente al que hab¨ªa pasado los ¨²ltimos seis a?os en la sede del HSBC de Ginebra tratando de mejorar los programas de bases de datos de clientes de uno de los primeros bancos del mundo. Lo que los ojos de Herv¨¦ Falciani estaban contemplando ese d¨ªa de octubre de 2006 era oro puro. Informaci¨®n secreta. O al menos opaca. Datos protegidos por el sacrosanto secreto bancario suizo. Cuentas millonarias engordadas durante a?os por transferencias invisibles y flujos financieros de origen dudoso imposibles de trazar. De seguir. De investigar. Lo que este ingeniero inform¨¢tico de 34 a?os, casi reci¨¦n salido del mejor instituto tecnol¨®gico de Francia, el Sophia Antibes, ten¨ªa delante eran miles de dep¨®sitos de ciudadanos y empresas extranjeras forjados a base de enormes sumas de dinero y colocados all¨ª, lejos del alcance de sus respectivos Gobiernos para no pagar tributos. Ficheros que otros bancos de la competencia hubieran dado cualquier cosa por tener. Pruebas de delitos que habr¨ªan servido para chantajear a cientos de personas y exigirles dinero a cambio de silencio. Un tesoro para cualquier inspector de Hacienda. Una de las mayores bolsas de fraude jam¨¢s descubierta. Lo que estaba viendo Falciani, en suma, eran miles de millones en impuestos impagados. Por cobrar. En decenas de pa¨ªses.
La siguiente escena tiene lugar casi seis a?os despu¨¦s en el puerto de Barcelona. Es 1 de julio de 2012. Un barco, al parecer, procedente de S¨¨te (Francia), trae a Falciani a Espa?a. El trayecto discurre en territorio Schengen, as¨ª que ¨¦l cree que no hay riesgo de que le pidan la documentaci¨®n. La Polic¨ªa Nacional, sin embargo, ha decidido identificar a los viajeros. Es un control rutinario. No esperan a nadie. A lo mejor a alg¨²n inmigrante irregular... Pero al comprobar los papeles de este monegasco con nacionalidad francesa e italiana, casado y con un hijo, saltan las alarmas. Existe una orden de detenci¨®n internacional contra ¨¦l procedente de Suiza a pesar de que, para entonces, su informaci¨®n ha servido para destapar en toda Europa a miles de evasores fiscales y sacar a la luz cerca de 10.000 millones por los que no hab¨ªan tributado. Tambi¨¦n en Espa?a. Berna lo considera un villano. Un ladr¨®n. Es arrestado, y el Tribunal Federal de Bellinzona lo espera ahora para juzgarlo por robo de datos personales, vulneraci¨®n del secreto comercial y violaci¨®n del secreto bancario. Si la Audiencia Nacional decide extraditarlo, claro. Sus abogados recuerdan que ese delito no existe en Espa?a. Al contrario. La ley obliga a denunciar todo indicio de blanqueo.
Entre su genial descubrimiento y su arresto en Barcelona, la vida de Falciani es una precipitada huida hacia adelante. Seis a?os intensos en los que el inform¨¢tico se convierte en un fugitivo valorado en la medida de la informaci¨®n que tiene en su poder. Un delincuente al que juzgar y encarcelar para los que la pretenden destruir. Una especie de h¨¦roe, un Robin Hood digno de protecci¨®n, para los que la quieren aprovechar. Una personalidad con claroscuros cuyas intenciones siempre han estado en tela de juicio. ?Ganar dinero? ?Colaborar con la justicia? Joven, inteligente, medi¨¢tico... Esto es lo que pas¨® entre esos dos momentos.
¡°Existe un sistema a escala industrial para esconder dinero en para¨ªsos fiscales¡±, denunci¨® Falciani en 2010
Despu¨¦s de encontrarse con la valiosa informaci¨®n, en octubre de 2006, Falciani, nacido hace 40 a?os en M¨®naco, casado y con un hijo, dedica d¨ªa tras d¨ªa parte de su jornada laboral a descargar esos datos en su port¨¢til Mac. Durante m¨¢s de dos a?os. Sistem¨¢ticamente. Indaga en las maniobras de ocultaci¨®n de fondos del banco mientras pone en servicio una nueva aplicaci¨®n para la gesti¨®n de clientes, prueba nuevos programas o soluciona problemas en las bases de datos. ¡°Los bancos privados no est¨¢n sujetos a ning¨²n control y violan las leyes internacionales¡±, declara al diario italiano Il Sole 24 Ore en junio de 2010. ¡°No es posible seguir los flujos de dinero y existe un sistema a escala industrial que usa las sociedades pantalla para esconder el dinero al fisco en para¨ªsos fiscales¡±, a?ade.
En el n¨²mero 2 del Quai del G¨¦n¨¦ral Guisan, la sede ginebrina del HSBC, a orillas del lago L¨¦man, en pleno distrito financiero de la ciudad m¨¢s importante de la Suiza franc¨®fona, nadie sospecha lo que ocurre en el departamento de sistemas. Falciani es un empleado m¨¢s que lleg¨® en 2000 de la filial de M¨®naco. Sin conflictos con los compa?eros o la empresa. Como cada d¨ªa, acude a trabajar. Nada m¨¢s. Nada raro. Hasta el 20 de marzo de 2008. Ese d¨ªa estalla la tormenta. La Asociaci¨®n Suiza de Banqueros (Swissbanking), la patronal del sector, lanza una alerta. Un tal Ruben Al-Chidiak, acompa?ado de una mujer llamada Georgina Mikhael, en nombre de una sociedad denominada Palorva, se hab¨ªa presentado el 4 de febrero en las oficinas del banco liban¨¦s Audi en Beirut. Su objetivo, siempre seg¨²n Swissbanking, era negociar la venta de una base de datos de clientes de diferentes bancos suizos. Seg¨²n la patronal, esa informaci¨®n se habr¨ªa obtenido mediante pirater¨ªa. Gracias a la interceptaci¨®n electr¨®nica de faxes que conten¨ªan ¨®rdenes de compra de fondos en las cuales aparec¨ªan los compradores. Esos dos individuos no lo han conseguido, pero el secreto bancario suizo, una de las se?as de identidad del pa¨ªs, est¨¢ en peligro.
La maquinaria judicial se pone en marcha. La polic¨ªa descubre que detr¨¢s de la identidad de Ruben Al-Chidiak se esconde Falciani. El 20 de diciembre de 2008, el francoitaliano y su compa?era de viaje son detenidos e interrogados, seg¨²n la fiscal¨ªa suiza. El inform¨¢tico es puesto en libertad acto seguido y, al d¨ªa siguiente, pone tierra de por medio. Quinientos dieciocho kil¨®metros exactamente. Hacia el sur. Se instala en Castellar, el ¨²ltimo pueblecito franc¨¦s de la Costa Azul pegado a la frontera italiana. A escasos kil¨®metros de Montecarlo, donde naci¨®. En medio de los dos pa¨ªses de los que tiene pasaporte. M¨¢s all¨¢ de las garras de Berna, porque ni Francia ni Italia extraditan a sus nacionales. Pero Berna insiste. Quiere recuperar como sea el material que Falciani se descarg¨®, y que la fiscal¨ªa y el HSBC consideran robado, y lanza una orden de detenci¨®n internacional contra ¨¦l. Pero en esta persecuci¨®n desesperada Suiza comete un error de bulto. Sin dar demasiadas pistas sobre el contenido del ordenador del inform¨¢tico, pide a Francia que registre su domicilio, se incaute del port¨¢til y le env¨ªe los archivos.
Francia registr¨® su domicilio a petici¨®n de Suiza, pero cuando vio el contenido del ordenador se lo qued¨®
20 de enero de 2009
El viceprocurador de la Rep¨²blica en Niza, el n¨²mero dos de la fiscal¨ªa de esa ciudad, se planta con un ret¨¦n de polic¨ªa en el n¨²mero 2601 de la carretera de Condamine, en Castellar. Es la casa en la que Falciani y su familia se han instalado tras abandonar Ginebra. Tienen una orden de entrada para requisar ¡°una serie de datos personales robados¡± que reclama la justicia suiza. La rutinaria diligencia se convierte en un hallazgo excepcional al inspeccionar el Mac. El viceprocurador, sobre el terreno, se da cuenta de que no son simples nombres, tel¨¦fonos, direcciones, correos electr¨®nicos o n¨²meros de documento. Se trata de nada menos que de 130.000 cuentas de supuestos evasores fiscales. Lo comunica sobre la marcha a su superior, el entonces fiscal de Niza, ?ric de Montgolfier, que abre su propia investigaci¨®n. Pero no contra Falciani, sino contra los supuestos defraudadores. La lista Falciani se queda en Francia. La informaci¨®n del exempleado del HSBC en Ginebra comienza a circular.
El asunto desata una crisis diplom¨¢tica entre Francia y Suiza. Berna acusa a Par¨ªs de haberse quedado il¨ªcitamente con unos datos robados. El Gobierno suizo llega a amenazar con no ratificar un tratado contra el fraude fiscal entre ambos pa¨ªses que deb¨ªa entrar en vigor al a?o siguiente, en 2010. El Gobierno de Sarkozy, por su parte, responde amenazando con incluir a Suiza en la lista negra de para¨ªsos fiscales de la OCDE. ¡°Falciani negaba que los hubiera sustra¨ªdo¡±, recordaba Montgolfier el pasado febrero al diario digital franc¨¦s Mediapart. ¡°Todo lo que s¨¦ es que fui yo quien se qued¨® con esos datos. No es Falciani el que me los ha enviado. Los recab¨¦ porque Suiza me pidi¨® que lo hiciera sin decirme exactamente de qu¨¦ se trataba¡±, continuaba el fiscal franc¨¦s. ¡°Lo supimos cuando los confiscamos. Era una informaci¨®n que concern¨ªa a nuestro pa¨ªs¡±.
La fiscal¨ªa suiza, sin embargo, tiene otra versi¨®n. Sospecha que Falciani ya hab¨ªa contactado con la agencia tributaria francesa antes del registro de su casa. El ministerio p¨²blico de Berna asegura que, tras el fiasco de su viaje a L¨ªbano, como bot¨®n de muestra, habr¨ªa transmitido al fisco franc¨¦s una lista de siete presuntos defraudadores franceses con cuentas en Suiza elaborada por ¨¦l mismo. Que Francia, por tanto, ya sab¨ªa lo que se iba a encontrar en esa casa de Castellar.
Se estima que el dinero evadido al para¨ªso suizo,descubierto gracias a la ¡®lista Falciani¡¯, asciende a 6.000 millones
Los franceses, sin embargo, consideran que esa informaci¨®n y el modo en el que la consiguieron son completamente l¨ªcitos. Los ficheros incautados contienen datos personales de 130.000 personas, s¨ª, pero tambi¨¦n sus saldos de cuentas, apuntes bancarios y notas e informes de visitas de estos al HSBC. Montgolfier, ayudado por la gendarmer¨ªa, encuentra entre ellos a m¨¢s de 8.000 supuestos defraudadores franceses, entre personas y sociedades. El caso salta a los medios en agosto de 2009. El ministro de Hacienda del Gobierno de Sarkozy, ?ric Woerth, anuncia estar en posesi¨®n de una lista de 3.000 cuentas suizas sin aclarar su origen. ¡°Es la primera vez que disponemos de este tipo de informaciones, concretas, con nombres, n¨²meros y haberes¡±, dice el ministro, que posteriormente reconocer¨¢ a Falciani como una de las fuentes de esa informaci¨®n. Woerth invita a sus titulares a acudir voluntariamente ante el fisco para regularizar su situaci¨®n. Desde entonces, 4.200 personas se han presentado ante la inspecci¨®n fiscal. Hasta el momento, Francia ha recuperado 1.200 millones de euros en impuestos impagados. Gracias a los datos de Falciani.
Los pocos nombres que saltan a la prensa francesa generan una sucesi¨®n de esc¨¢ndalos. El mayor, el de Patrice de Maistre, el asesor financiero de Liliane Bettencourt, propietaria del imperio L¡¯Or¨¦al, la mujer m¨¢s rica de Francia, acusada de financiar de forma ilegal las campa?as de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UPM), el partido del expresidente Sarkozy. Es el fiscal Montgolfier, no Woerth, quien revela la informaci¨®n y comunica que De Maistre aparece. El fiscal est¨¢ sorprendido de que el ministro ¡ªtambi¨¦n tesorero de la UPM¡ª diga que en la lista hay 3.000 nombres cuando en realidad son 5.000. Entre ellos, junto al gestor de Bettencourt, tambi¨¦n aparece Arlette Ricci, la heredera de la marca de perfumes Nina Ricci, ahora perseguida por fraude y blanqueo de dinero. Y pol¨ªticos, como Jean-Charles Marchiani, mano derecha del exministro del Interior Charles Pasqua. Mientras el fisco franc¨¦s investiga, Suiza sigue presionando para que Francia le devuelva el ordenador de Falciani. Par¨ªs no lo hace hasta febrero de 2010. Antes, la fiscal¨ªa env¨ªa copias a todos los pa¨ªses con los que tiene tratados de cooperaci¨®n en materia fiscal y se lo solicitan.
24 de mayo de 2010
La informaci¨®n enviada por Francia ya est¨¢ sobre una mesa de la sede central de la Agencia Tributaria (AEAT) en la calle Infanta Mercedes de Madrid. Los t¨¦cnicos de la Oficina Nacional de Investigaci¨®n contra el Fraude dise?an la estrategia a seguir. Hay que actuar r¨¢pido. Y con cuidado. Porque el plazo de cuatro ejercicios en el que caducan las deudas tributarias en Espa?a est¨¢ a punto de cumplirse. Tampoco parece conveniente acudir directamente a la fiscal¨ªa, porque cualquier tribunal podr¨ªa considerar il¨ªcito el origen del material e impedir que se utilice su valios¨ªsima informaci¨®n. Se opta por recurrir a lo que los expertos en impuestos llaman ¡°procedimiento de gesti¨®n¡±. Hacienda cita a los presuntos defraudadores que identifica y les invita a abonar lo que deben con el recargo de una sanci¨®n, lo que paraliza de forma inmediata la prescripci¨®n. Les exige lo que han dejado de pagar durante a?os con el recargo de una sanci¨®n. El juez solo debe utilizarse como ¨²ltimo recurso. El objetivo es perseguir a los evasores corriendo el menor riesgo posible. La discreta operaci¨®n antifraude la supervisa el director de la Inspecci¨®n, Carlos Cervantes, que rinde cuentas ante el director de la AEAT, Luis Pedroche, y el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Oca?a.
Solo cinco meses despu¨¦s, en octubre, Oca?a est¨¢ en condiciones de asegurar p¨²blicamente que lo logrado gracias a los datos de Falciani en Espa?a es, hasta ese momento, ¡°la mayor regularizaci¨®n de la historia del fisco¡±. Gracias a las 3.000 cuentas enviadas por Francia, Hacienda pudo identificar a 659 supuestos evasores con fondos en el HSBC de Ginebra. El dinero que sale a la luz, seg¨²n fuentes no oficiales, supera los 6.000 millones de euros. En la lista aparecen hombres poderosos, como Emilio Bot¨ªn, presidente del Santander, y algunos miembros de su familia, como su hija Ana Patricia. Aunque todos reconocen la propiedad de sus cuentas en el banco suizo y se muestran dispuestos a cooperar, Anticorrupci¨®n los denuncia por delito fiscal en la Audiencia Nacional ante el peligro de que la deuda prescriba. El juez Fernando Andreu archiva poco despu¨¦s el caso tras comprobar que el banquero hab¨ªa abonado lo que deb¨ªa: 200 millones de euros. Ni la fiscal¨ªa ni los jueces han puesto en duda la validez del material aportado por el confidente francoitaliano. Hasta el momento.
Tambi¨¦n aparecen afamados evasores en el repertorio enviado a Italia. Entre los 6.963 nombres que contiene se encuentran los modistos Valentino o Renato Balestra. Tambi¨¦n Gianni Bulgari, joyero de renombre mundial. O Elisabetta Gregoraci, la esposa del patr¨®n de la f¨®rmula 1 Flavio Briatore. En total, la cantidad que ha escapado a la Hacienda italiana gracias a las cuentas en el HSBC asciende a 570 millones de euros, que solo se descubrieron por los datos acumulados por el exinform¨¢tico del banco.
Hoy sigue siendo un misterio la intenci¨®n con la que, sistem¨¢ticamente y durante casi dos a?os, Falciani descarg¨® en su ordenador todos esos ficheros. Si pretend¨ªa colaborar con la justicia y denunciar la maquinaria que su empresa puso al servicio del fraude, como ¨¦l mismo mantiene desde el principio, o simplemente vender esa informaci¨®n por una ingente cantidad de dinero, como sostiene la justicia suiza. A esta ¨²ltima tesis se ha sumado Georgina Mikhael, la mujer que lo acompa?¨® en su viaje a L¨ªbano en febrero de 2008. ¡°El objetivo de Falciani era vender esos datos y conseguir dinero a cambio, no luchar contra Al Qaeda, como ¨¦l dice¡±, declar¨® en enero de 2010 a Le Monde. ¡°Creo que preparaba su golpe desde hac¨ªa mucho tiempo¡±, a?adi¨®. Los abogados del exempleado del HSBC, sin embargo, aseguran que una vez que la polic¨ªa francesa se qued¨® con su ordenador, colabor¨® con ella para descifrar los ficheros, sistematizarlos, cruzar datos y hacerlos m¨¢s accesibles a los investigadores. ¡°Lo que me empuj¨® a denunciar fue la enormidad del fen¨®meno¡±, declar¨® Falciani en diciembre de 2009 a Le Figaro. ¡°Al final del verano de 2006 alert¨¦ de esas irregularidades a la autoridades suizas, pero como no respondieron, me dirig¨ª a las de otros pa¨ªses¡±.
M¨¢s all¨¢ de los servicios prestados, ahora que est¨¢ en prisi¨®n por primera vez desde que estall¨® el esc¨¢ndalo, la pregunta es: ?Puede Falciani proporcionar m¨¢s informaci¨®n? ?Sigue siendo ¨²til para investigar nuevos delitos? En su primera comparecencia ante el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, tras su detenci¨®n en Barcelona, se ofreci¨® a la justicia espa?ola para seguir colaborando. En la demanda de extradici¨®n enviada a Espa?a por la fiscal¨ªa suiza se dice que los datos que se llev¨® ¡°describen parte importante, si no la casi totalidad, de las actividades econ¨®micas que el HSBC ha mantenido con sus clientes durante al menos los 10 ¨²ltimos a?os¡±.
Solo 15 d¨ªas despu¨¦s de su arresto, la subcomisi¨®n de Seguridad Interior del Senado de EE UU hizo p¨²blica su investigaci¨®n sobre la falta de controles del HSBC para detectar el blanqueo de dinero. Tras un a?o de indagaciones, la C¨¢mara estadounidense concluy¨® que los c¨¢rteles mexicanos de la droga se serv¨ªan del HSBC para introducir dinero en EE UU y que su filial americana lleg¨® a transferir 1.000 millones de d¨®lares al banco saud¨ª Al Rajhi, al que cree relacionado con Al Qaeda. Varios ejecutivos del banco han pedido perd¨®n p¨²blicamente y la entidad ha provisionado 2.000 millones de d¨®lares para hacer frente a las sanciones que les puedan imponer. Si los datos que el inform¨¢tico a¨²n detenta son tan importantes como mantiene Suiza, quiz¨¢ podr¨ªa seguir ayudando. Si es as¨ª, a su lista de enemigos ¡ªla justicia suiza, uno de los bancos m¨¢s potentes del mundo y miles de evasores de impuestos descubiertos¡ª podr¨ªan sumarse peligrosos delincuentes. ?l asegura que tiene miedo. Que teme por su vida. Es consciente de que vale lo que sabe. Que no le queda otra que huir hacia adelante.
Con informaci¨®n de Ana Teruel, Lucia Magi y Rodrigo Carrizo Couto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Secreto bancario
- Lista Falciani
- Herv¨¦ Falciani
- Para¨ªsos fiscales
- HSBC
- Evasi¨®n capitales
- Suiza
- Extradiciones
- Cooperaci¨®n policial
- Fraude fiscal
- Francia
- Hacienda p¨²blica
- Bancos
- Tributos
- Europa occidental
- Delitos fiscales
- Pol¨ªtica exterior
- Finanzas p¨²blicas
- Delitos
- Banca
- Empresas
- Europa
- Justicia
- Finanzas
- Relaciones exteriores