Un anacronismo que funciona
El 79% cree que don Felipe est¨¢ preparado para asumir las funciones El ¡®caso Botsuana¡¯ supuso su primer y grave desencuentro con la ciudadan¨ªa
La erosi¨®n del cr¨¦dito social de la instituci¨®n mon¨¢rquica se hizo especialmente perceptible a partir de 2010, en la estela del caso Urdangarin.Hasta ese momento, y a lo largo de al menos dos decenios, la proporci¨®n de espa?oles que, puestos a elegir, optaban por la Monarqu¨ªa hab¨ªa superado ampliamente a la de quienes lo hac¨ªan por la Rep¨²blica. En 1996, el saldo favorable a favor de la primera era de 53 puntos (66% frente a 13%). Que con el tiempo pudiera producirse una lenta erosi¨®n del atractivo ¡ªte¨®rico y en abstracto¡ª de la instituci¨®n mon¨¢rquica era esperable. A fin de cuentas, la monarqu¨ªa es una magistratura de car¨¢cter hereditario, es decir, basada en un principio frontalmente a contrapelo de los valores (igualitarismo, m¨¦rito personal, logro individual) caracter¨ªsticos de las sociedades democr¨¢ticas avanzadas, y solo la tradici¨®n, ininterrumpida y multisecular, o la probada eficacia y utilidad de su existencia pueden veros¨ªmilmente conseguirle en ellas el apoyo popular. Que es, por cierto, el caso de Espa?a. La forma en que el Rey ha ejercido sus funciones ha prestado legitimidad social a la Corona, y no al rev¨¦s. Para un 78% de los espa?oles, sin la presencia y actuaci¨®n de don Juan Carlos, la transici¨®n a la democracia no hubiese sido posible; y para un 74%, el Rey no solo ha logrado consolidar la Monarqu¨ªa sino, adem¨¢s, probar que esta pod¨ªa cambiar y adaptarse a las exigencias, en cada momento, de la sociedad espa?ola: anacr¨®nica quiz¨¢, pero tambi¨¦n ¨²til y eficaz en momentos dif¨ªciles.
Los avatares recientes de la Casa del Rey han dado lugar, sin embargo, a que, entre 2007 y 2010, el saldo favorable a la monarqu¨ªa haya quedado reducido a menos de la mitad (de +47 a +22) y se presente ahora estabilizado en +16. Esto no se debe a que se haya desplomado estrepitosamente la preferencia por la Monarqu¨ªa (por la que en realidad sigue optando un todav¨ªa mayoritario 53%), sino a que la opci¨®n republicana ha ganado nuevos apoyos (del 13% en 1996 ha pasado al 37% ahora), quiz¨¢ como resultado de una reacci¨®n de enfado y censura.
Por otro lado, es cierto que el hondo descr¨¦dito ciudadano en que, con la crisis econ¨®mica, ha ca¨ªdo el sistema pol¨ªtico en su conjunto ha de haber alcanzado tambi¨¦n inevitablemente a la Corona, s¨ªmbolo y c¨²spide, a la vez, de todo nuestro entramado pol¨ªtico-institucional. En todo caso, el Rey es, con amplia diferencia, la figura de nuestro sistema pol¨ªtico que resulta mejor evaluada: en el saldo de aprobaci¨®n-desaprobaci¨®n ciudadana queda 66 puntos por encima del Gobierno, 80 por encima del Parlamento y 94 por encima de los partidos. Pero, eso s¨ª, ya no ocupa en solitario, como sol¨ªa, el primer lugar en la tabla de confianza ciudadana, y pasa a un confortable lugar medio-alto, inmediatamente detr¨¢s, por cierto, del Pr¨ªncipe de Asturias. Que, tras el caso Botsuana, el Rey est¨¢ siendo, adem¨¢s, objeto de una especie de reconvenci¨®n por parte de los espa?oles parece obvio. Dicho asunto supuso su primer y grave desencuentro con una ciudadan¨ªa con la que tan directamente hab¨ªa sabido conectar durante cuatro decenios y de forma especialmente significativa apenas cuatro meses antes, en su celebrado mensaje navide?o. De ah¨ª la intensidad de la decepci¨®n y enfado ciudadanos, traducidos en un llamativo desplome de la imagen del Monarca. En marzo de este a?o, el Rey era evaluado por los espa?oles de forma ampliamente positiva: un 74% de aprobaci¨®n frente a un 21% de desaprobaci¨®n, es decir, un excelente saldo positivo de +53 puntos. A finales de abril, inmediatamente despu¨¦s del malhadado viaje africano, dicho saldo pas¨® a ser de tan solo +6; es decir, baj¨® 47 puntos en apenas un mes. Va sin duda en honor de don Juan Carlos la rapidez con que tom¨® conciencia de su error. En un gesto sin precedentes en nuestra vida p¨²blica, sus primeras palabras tras el incidente fueron las ya famosas: ¡°Lo siento mucho. Me he equivocado y no volver¨¢ a ocurrir¡±. Resulta imposible encontrar un antecedente de contrici¨®n equivalente en ninguna de las figuras de nuestra vida pol¨ªtica por m¨¢s que hayan podido errar (y varias lo han hecho, incluso grave y repetidamente). A finales de julio, su evaluaci¨®n ciudadana presentaba s¨ªntomas claros de recuperaci¨®n, que su acumulado capital de prestigio social ¡ªque sigue siendo formidable¡ª sin duda contribuir¨¢ ahora a acelerar.
As¨ª las cosas, y con vistas al futuro, ?en qu¨¦ situaci¨®n cabe pensar que se encuentra ahora la Corona? En realidad, y pese a todo, mejor de lo que a primera vista podr¨ªa parecer. Aunque el desgaste actual de la instituci¨®n ha afectado tambi¨¦n, tangencialmente, al Pr¨ªncipe de Asturias, lo ha hecho en clara menor medida. Su evaluaci¨®n ciudadana presenta ahora un saldo favorable de 29 puntos con tendencia al alza y, quiz¨¢, a aproximarse al saldo positivo de 53 puntos que ten¨ªa hace cinco meses. Adem¨¢s, el 79% de los espa?oles cree que don Felipe est¨¢ totalmente preparado para asumir, en su d¨ªa, las funciones de rey, y un 76% cree que, cuando llegue el momento, su acceso a la Corona se har¨¢ con total normalidad. Algo que sin duda ha de resultar tranquilizador para cuantos, durante a?os, se han estado preguntando si el juancarlismo de nuestra sociedad podr¨ªa derivar alguna vez en felipismo. Parece que s¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.