Altruistas y protectores
El ciudadano reconoce la labor de los profesionales del servicio p¨²blico y de entidades independientes
Las instituciones que merecen a la ciudadan¨ªa espa?ola el juicio m¨¢s negativo son la clase pol¨ªtica, la Justicia, las grandes empresas, los sindicatos, la Iglesia y los bancos, seg¨²n los datos de Metroscopia ya analizados en la serie que hoy termina. Es decir, precisamente aquellas que de forma m¨¢s directa inciden en la gesti¨®n de nuestra com¨²n vida pol¨ªtica, jur¨ªdica, econ¨®mica y laboral, as¨ª como en la conformaci¨®n de nuestro entramado valorativo. Este es un diagn¨®stico sin duda alarmante, pero ocurre que no nos es exclusivo: lo compartimos con la pr¨¢ctica totalidad de las sociedades avanzadas. Incluso con Estados Unidos, por citar un pa¨ªs cuyo entramado institucional y cultura pol¨ªtica apenas presenta similitudes con el nuestro, m¨¢s all¨¢ de la condici¨®n com¨²n de democracias consolidadas. Datos muy recientes del Instituto Gallup (que desde 1973 ha medido regularmente el nivel de confianza de la ciudadan¨ªa estadounidense en 16 grandes instituciones) indican que entre estas las m¨¢s severamente evaluadas en el momento actual son la clase pol¨ªtica, las grandes empresas, los bancos, los sindicatos y la Justicia. Es decir, las mismas que en Espa?a (con una diferencia: las iglesias, que all¨ª logran mantener, aunque a la baja, un cr¨¦dito social todav¨ªa sustancial). La Presidencia de la naci¨®n aparece situada en un lugar medio-alto de la escala, pero ya no en los puestos de cabeza que sol¨ªa ocupar: algo similar a lo que ¡ªquiz¨¢ coyunturalmente¡ª ocurre en estos momentos con la Corona espa?ola, como ya se ha visto. Y quiz¨¢ tambi¨¦n, en alguna medida, por parecidas razones: el generalizado descr¨¦dito de la pol¨ªtica con min¨²scula no puede sino acabar da?ando tambi¨¦n a las instituciones llamadas a simbolizar, adem¨¢s, la pol¨ªtica con may¨²scula. Pero es posible extender m¨¢s la comparaci¨®n: en ambos pa¨ªses la evaluaci¨®n ciudadana m¨¢s intensamente positiva corresponde (aunque no milim¨¦tricamente en el mismo orden ni con la misma intensidad) a instituciones a las que cabe atribuir un car¨¢cter netamente protector y altruista: m¨¦dicos y sistema sanitario ¡ªespecialmente en el caso de Espa?a¡ª, cient¨ªficos y docentes, polic¨ªa y fuerzas armadas y -sorpresa- las peque?as y medianas empresas.
Sin entrar aqu¨ª en consideraciones de alcance m¨¢s gen¨¦rico, me limitar¨¦ a dos observaciones que, siempre a la luz de los datos, me parecen obvias para el caso espec¨ªfico espa?ol. Por un lado, algo muy profundo ha cambiado en nuestra sociedad cuando quienes ahora se alzan, y con rotundidad, con la palma del reconocimiento ciudadano son quienes curan, investigan, ense?an, protegen y proporcionan el 90% de los empleos. No puede sino reconfortar que en medio del desastre econ¨®mico en que ha desembocado la tanto tiempo celebrada (?y fomentada!) cultura de la codicia (cuyo m¨¢ximo logro ha sido alumbrar esa portentosa ¡ªy por ahora, insistamos en ello, impune¡ª "ingenier¨ªa financiera", gracias a la cual solo uno de cada 80 t¨ªtulos que en el mundo se compran y venden corresponden a activos reales), el ciudadano medio sepa reconocer y premiar a quienes, en vez de contribuir alegremente a la ruina colectiva, han sabido ser fieles ¡ªa contracorriente, y austeramente, dicho sea de paso¡ª a una ¨¦tica de servicio p¨²blico.
Por otro lado, parece claro que la regeneraci¨®n de nuestra vida p¨²blica no puede demorarse m¨¢s. Las instituciones y entidades de signo altruista y protector ¡ª¨²nico soporte actual, seg¨²n se ve, de nuestra moral colectiva¡ª son tan admirables como necesarias, pero no pueden seguir siendo las depositarias en exclusiva de nuestra confianza institucional. La ciudadan¨ªa lleva ya a?os, sondeo tras sondeo, reclamando lo mismo a los distintos actores pol¨ªticosociales: vuelta a una cultura pol¨ªtica de negociaci¨®n y pacto, renuncia a la confrontaci¨®n y a la imposici¨®n. Recordemos, una vez m¨¢s, los datos, que, tozudamente, no cambian: el 88% piensa que nuestros partidos han abandonado el esp¨ªritu de consenso que caracteriz¨® la Transici¨®n y solo piensan en sus intereses partidistas, con independencia de lo m¨¢s conveniente para el inter¨¦s general; el 90% cree que los partidos deben variar su actual funcionamiento para prestar m¨¢s atenci¨®n a lo que piensa la ciudadan¨ªa; y el 73% concluye que Espa?a necesita ahora una ¡°segunda transici¨®n¡± para, con el mismo esp¨ªritu de pacto y concordia de la primera, modificar y actualizar nuestro sistema pol¨ªtico. Este, tal y como ahora funciona, es percibido as¨ª, de forma casi un¨¢nime, como anquilosado, cerrado sobre s¨ª mismo, generador de tensiones sociales cuando conviene a sus propias estrategias cortoplacistas e incapaz de encarar los problemas con generosidad y altura de miras, en definitiva, con esp¨ªritu de concordia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.