Claridad
Lleg¨® la hora de que el catalanismo renuncie a la ambig¨¹edad y formule con precisi¨®n sus demandas
En los tiempos que corren, el destino de los ciudadanos depende de dos formas opuestas de comunicaci¨®n pol¨ªtica que se apartan de los foros convencionales de debate. De un lado, los opacos concili¨¢bulos a puerta cerrada del selecto grupo de mandatarios europeos escoltados por sus sherpas que se juegan nuestro futuro en el tapete de las eurocumbres. Este fin de semana se han congregado en Chipre. Y del otro, las multitudinarias concentraciones que ocupan el espacio p¨²blico para representar con espectacular escenograf¨ªa sus performances reivindicativas, seg¨²n el modelo indignado del 15-M emulador de la Primavera ?rabe. Este s¨¢bado tuvimos buen ejemplo en Madrid con la manifestaci¨®n del 15-S convocada por la Cumbre Social. Pero mucho m¨¢s relevante resulta la masiva Diada que el martes pasado ocup¨® Barcelona, logrando introducir su demanda de independencia en la agenda p¨²blica espa?ola. Aqu¨ª me centrar¨¦ en esta ¨²ltima.
Todo parece indicar que la Diada de 2012 ha supuesto el paso irreversible del Rubic¨®n por parte del nacionalismo catal¨¢n: alea jacta est. ?Conseguir¨¢, pues, alcanzar su objetivo m¨¢ximo? ?Ha empezado la cuenta atr¨¢s de la independencia de Catalu?a? Tres son los factores que explican el ¨¦xito actual del independentismo catal¨¢n. Ante todo, el efecto de la crisis del euro, no por coyuntural menos capaz de transformar bruscamente las condiciones de vida y las percepciones pol¨ªticas de la ciudadan¨ªa. Los catalanes, que son los alemanes o los luteranos de Espa?a, se han cansado de pagar con el recorte de sus derechos y sus ingresos el coste del subdesarrollo meridional peninsular.
Tambi¨¦n influye la sutil manipulaci¨®n de las balanzas fiscales interterritoriales, traducida en la demanda de un concierto foral equivalente al vasco-navarro. Es verdad que el modelo de financiaci¨®n actual viola el principio de ordinalidad, por lo que convendr¨ªa sustituirlo por un modelo federal como el alem¨¢n. Pero el d¨¦ficit fiscal de Catalu?a es menor que el de Madrid o Baleares, que no por ello acumulan tanta deuda ni reclaman un concierto foral. Lo que ocurre es que, debido a la distinta naturaleza de su derecho sucesorio, los catalanes se resisten como primog¨¦nitos a repartir su patrimonio con el resto de hermanos peninsulares, seg¨²n la l¨®gica de la familia troncal que privilegia al hereu: el mismo tipo de familia que comparten con vascos y navarros o alemanes y suecos. En cambio, el derecho civil castellano es igualitario, lo que lleva a repartir el patrimonio a partes iguales entre todos los hermanos: de ah¨ª la preferencia por el caf¨¦ para todos.
Lleg¨® la hora de que el catalanismo renuncie a la ambig¨¹edad y formule con precisi¨®n sus demandas
Pero el factor pol¨ªticamente m¨¢s influyente es la suicida pol¨ªtica catalana de los dos grandes partidos estatales. El PP es culpable de haber consentido y animado desde el a?o 2000 una injusta campa?a de catalanofobia populista. De ah¨ª que muchos catalanes, al sentirse acosados y perseguidos como si fueran jud¨ªos, prefieran fugarse de un pa¨ªs que les aborrece casi tanto como les envidia. Pero lo del PSOE resulta casi peor. La irresponsabilidad de Zapatero le llev¨® en 2003 a tirar por la borda el federalismo del Pacto de Santillana para sustituirlo por el confederalismo de Maragall y su Pacto del Tinell, lo que abri¨® la caja de Pandora de la reforma anticonstitucional del Estatuto catal¨¢n sin el necesario consenso con el PP. Una reforma destinada a fracasar que, al ser desvirtuada y minimizada por el Constitucional, provoc¨® la resentida indignaci¨®n de la ciudadan¨ªa catalana.
?Y ahora qu¨¦? Ha llegado la hora de la claridad. Pero claridad en un doble sentido. Ante todo, para que el catalanismo renuncie a la ambig¨¹edad, formulando con precisi¨®n sus demandas. ?Pacto fiscal o independencia? Una cosa u otra, pues son incompatibles y contradictorias. Pero me refiero sobre todo al Pacto de Claridad que har¨ªa falta acordar por consenso entre los dos grandes partidos estatales y los dos nacionalistas (PNV y CiU) para abrir una segunda transici¨®n que resuelva de una vez por todas la actual deriva auton¨®mica mediante una definitiva reforma constitucional que reconozca y regule el derecho de secesi¨®n en la misma l¨ªnea marcada por la sentencia del Tribunal Supremo de Canad¨¢ que resolvi¨® la cuesti¨®n de Qu¨¦bec. Una sentencia que rechaz¨® el derecho de autodeterminaci¨®n (al no haber situaci¨®n colonial que lo justifique) aceptando el de secesi¨®n con tres condiciones: que la pregunta a formular en refer¨¦ndum sea de claridad meridiana, que se logre una mayor¨ªa cualificada del censo electoral (majorit¨¦ ¨¦largie) y que de aprobarse abra una negociaci¨®n para pactar las reparaciones al perjudicado Estado nodriza. ?Es imaginable que PSOE y PP tengan la valent¨ªa de llegar a un consenso como ese? ?Est¨¢ el nacionalismo secesionista en disposici¨®n de ganar una consulta as¨ª?
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