¡®Reset¡¯ pol¨ªtico
La irreversibilidad emocional (es decir, pol¨ªtica) que encarna la manifestaci¨®n del 11 de septiembre no parece haber sido examinada con calma desde el Gobierno. O cuando menos no hay signos externos de que en el PP se est¨¦ interpretando con claridad lo que pasa, ni se haya calculado (con el fr¨ªo que dan las malas noticias) la parte de responsabilidad que le ata?e. Es verdad que la caverna podr¨ªa entender una actitud menos rocosa como un peligroso s¨ªntoma de flaqueza de Rajoy. En el PSOE s¨ª ha habido una gestualidad m¨¢s expl¨ªcita. Las palabras medidas de P¨¦rez Rubalcaba en TVE corrigieron el error de c¨¢lculo cometido en Barcelona en la Fiesta de la Rosa ante la plana mayor del PSC. Su posici¨®n es m¨¢s c¨®moda, claro est¨¢, pero ha dado signos de identificar el cambio de rasante en que se halla Catalunya.
Ya es mala pata que a Rajoy le d¨¦ por abandonar su habitual mezcla de elipsis y tautolog¨ªa precisamente en la entrevista con Mas: oponer un no sin fisuras, un no castizo, un no muy poco Rajoy a una propuesta que ¨Cleg¨ªtimamente- no le gusta transmite un mensaje preocupante: la imaginaci¨®n pol¨ªtica en el PP no puede dar de s¨ª nada m¨¢s que un no sin pero, sin ambig¨¹edad, sin nada. Copio del comunicado de Moncloa: Rajoy ¡°ha reconocido que son bastantes las Comunidades Aut¨®nomas que est¨¢n denunciando los defectos de su dise?o [del sistema de financici¨®n de 2009] y ha confirmado que va a evaluarlo e instar a su revisi¨®n para que entre en vigor en esta misma legislatura¡±.
?Ya est¨¢? ?Eso es todo? ?Ni un detalle m¨¢s, ni una invitaci¨®n algo m¨¢s concreta, ni una pista estimulante? No hay rastro en el comunicado de haber comprendido que la respuesta pol¨ªtica que pide la situaci¨®n no puede ser rutinaria y vaga porque, vista desde Catalu?a y sin ser independentista, resulta marciana. El c¨¢lculo partidista no puede ser la raz¨®n de esta huida de la pol¨ªtica: ese comunicado va destinado directamente a aumentar la cuota de independentistas sin facilitar en absoluto la b¨²squeda de una soluci¨®n (y adem¨¢s le amarga un poco m¨¢s la vida a Al¨ªcia S¨¢nchez-Camacho). La sospecha de que esta movida es puro teatro, por cierto, indicar¨ªa de nuevo la falta de finura anal¨ªtica sobre lo que pasa en Catalunya.
La necesidad inmediata, por tanto, no parece estar en la presi¨®n que catalanistas o socialistas puedan hacer sobre el Gobierno de Rajoy. Est¨¢ m¨¢s bien en encontrar al ingenio del PP que descubra el resquicio argumental o proyecte la sombra de duda suficiente para abrir otra ruta e inventar sin complejos (y sin sentirse traidor ni a Espa?a ni al PP) alg¨²n resorte que desbloquee la situaci¨®n. El inmovilismo es directamente perjudicial para los intereses de Espa?a (y Catalunya, por supuesto) e indirectamente los del mismo Gobierno. La estabilidad como objetivo pol¨ªtico en democracia no se ha ganado nunca por decreto y postular una reforma en abstracto para dentro de dos o tres a?os no parece revelar una percepci¨®n n¨ªtida de la situaci¨®n.
Las mayor¨ªas absolutas aumentan la responsabilidad de los gobiernos aunque a menudo induzcan a los gobiernos a actuar irresponsablemente. No deber¨ªa ser el caso: su holgada posici¨®n parlamentaria permite liberar ox¨ªgeno cuando menos con el fin de favorecer los intereses del PP en Catalu?a o incluso para mostrar al votante de derechas catal¨¢n, un punto espantado hoy ante el lenguaje de CiU, que hay soluciones para todo, o deber¨ªa haberlas. Y adem¨¢s ese gesto negociador prestar¨ªa a Rajoy una estatura como estadista que tranquilizara a una escena internacional que sospecha detr¨¢s del caso catal¨¢n un foco desestabilizador inquietante en t¨¦rminos de mercado, de deuda y de ayuda financiera. Incluso la gran empresa, al parecer, estar¨ªa por animar a Rajoy a mover un poco de juego pol¨ªtico.
Un reset pol¨ªtico pide tiempo, es cierto, sobre todo cuando las nuevas condiciones aparecen s¨²bitamente, o simb¨®licamente, de un d¨ªa para otro. Pero ser¨ªa deseable que cuanto antes el Gobierno las interiorizase y empezase a actuar teni¨¦ndolas en cuenta. Desde ese talante, hasta cabr¨ªa la posibilidad de identificar la considerable cantidad de combustible que el PP ha aportado al conflicto. Si Rajoy no comprende el cambio emocional vivido en gran parte de la poblaci¨®n de Catalu?a no se comprender¨¢ la necesidad de una estrategia que aparque el esencialismo ideol¨®gico y acuda al pragmatismo racional.
Hubo un episodio anterior en que el error fue muy parecido, y la actitud de hoy tiene algo de segundo acto: el ex ministro y ex l¨ªder del PP en Catalu?a, Josep Piqu¨¦, desisti¨® del intento de reconducir la visi¨®n sobre Catalu?a desde G¨¦nova o desde Moncloa, y no parece que ese fracaso condujese a nada demasiado ¨²til. La mayor¨ªa absoluta actual bien podr¨ªa servir para poner en una onda menos impermeable a su propio electorado o incluso a parte de su corte medi¨¢tica. Si en privado hay sectores del PP que reconocen el error de fomentar el anticatalanismo con las mesas de firmas o el boicot a productos catalanes, un valiente acto de pol¨ªtica de verdad podr¨ªa consistir en salir a la luz p¨²blica y remover la buena conciencia con que tantos votantes del PP viven su hostilidad contra Catalunya. ?Ni una sola voz en el PP siente un atisbo de duda sobre el no terminante del Presidente sin otra alternativa?
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