Un pozo protege m¨¢s que un ca?¨®n
La ayuda de los militares espa?oles al pueblo afgano revierte en su seguridad Alguna gente tiene miedo y no acepta la colaboraci¨®n¡±, explica un coronel
El acto se repite en Moqur y Ludina, las dos bases espa?olas de combate en Afganist¨¢n. El coronel Luis Cebri¨¢n, jefe del contingente en la provincia de Badghis, impone la medalla de la OTAN a los militares que han cumplido tres meses en Afganist¨¢n. ¡°Algunos dicen que es una medalla conmemorativa, que se entrega por el simple hecho de venir; no es verdad¡±, les dice. ¡°Es la m¨¢s importante, porque reconoce que somos un equipo, iguala a quienes han estado en puestos de combate con los que han hecho un trabajo discreto y an¨®nimo, en la cocina o la lavander¨ªa, sin el que la misi¨®n no hubiera sido posible. Si hemos alcanzado nuestra meta ha sido gracias al esfuerzo de todos¡±, sentencia.
El acto de Ludina se inicia con un homenaje al sargento Joaqu¨ªn Moya Espejo, ¨²ltima baja mortal del contingente espa?ol, que muri¨® de un disparo el 6 de noviembre de 2011 a menos de dos kil¨®metros de la base. Ludina es la posici¨®n de mayor riesgo del Ej¨¦rcito espa?ol en Afganist¨¢n. Est¨¢ al pie de la ruta Lithium, que une el sur con el norte de la provincia, en el l¨ªmite entre la zona de mayor¨ªa tayika y la past¨²n, feudo de los talibanes. Los atentados con IED (artefacto explosivo improvisado) son el pan de cada d¨ªa y los ataques con armas ligeras el de cada semana. El ¨²ltimo, sin consecuencias, el pasado jueves.
Para el coronel Cebri¨¢n es un ¨¦xito reunir en un colegio de Sang Atesh a los notables de la zona con el gobernador del distrito. La sura, como es tradicional, se inicia con una oraci¨®n. Luego, el coronel invita a los l¨ªderes tribales a exponer sus quejas. ¡°En algunos de sus pueblos nos est¨¢ costando entrar, parece que la gente tiene miedo y no quiere aceptar nuestra ayuda¡±. El m¨¢s anciano anuncia que trasladar¨¢n sus demandas por escrito al gobernador para que las haga llegar al mando espa?ol. El coronel no se da por vencido. Se dirige a los representantes de los clanes de Mamazai y Ludina Paint, de etnia past¨²n, y les insta a hablar. Pero ambos reh¨²san. No van a debatir con un militar espa?ol.
El gobernador de Moqur se muestra satisfecho. ¡°Esos son nuestros procedimientos¡±, alega. Reconoce que su mayor problema es la inseguridad, pero conf¨ªa en que el Ej¨¦rcito afgano sabr¨¢ valerse por s¨ª solo cuando se vayan los espa?oles. Quiz¨¢ no confiara tanto si hubiera asistido al ejercicio de tiro que, con dos ca?ones sovi¨¦ticos de calibre 130, realizaron el lunes los militares afganos. Aunque se quer¨ªa impresionar a los talibanes con una exhibici¨®n de fuerza, la mitad de los proyectiles que deb¨ªan iluminar la noche cerrada fallaron. ¡°El problema es que no mantienen en buenas condiciones la munici¨®n¡±, explica un artillero. Un ej¨¦rcito profesional no se improvisa.
Seg¨²n el gobernador, la insurgencia es un fen¨®meno for¨¢neo importado de Pakist¨¢n. Pero no parece as¨ª al escuchar al jefe accidental del batall¨®n del Ej¨¦rcito afgano, quien se dirige a los notables casi suplicando: ¡°Les pido que digan a sus hijos y hermanos que no empu?en las armas contra nosotros. Estamos aqu¨ª para darles seguridad. Tienen ustedes que ayudarnos¡±.
El coronel juega la baza de la zanahoria. Recuerda que los pueblos que han aceptado la ayuda espa?ola tendr¨¢n agua potable el pr¨®ximo verano. El Ej¨¦rcito ha reparado ya 153 pozos. Algunos consideran que esta tarea es m¨¢s propia de una ONG, pero no se trata solo de altruismo: un pozo puede ser m¨¢s eficaz que un ca?¨®n para garantizar su seguridad. Sin respaldo de la poblaci¨®n afgana, hace tiempo que las tropas espa?olas habr¨ªan tenido que volver a casa.
Acompa?ado por el gobernador, el coronel inaugura una pasarela colgante y la iluminaci¨®n del bazar de Sang Atesh con farolas dotadas de placas solares. Las autoridades se marchan antes de que las farolas se enciendan. Se aduce que a¨²n falta casi una hora para la ca¨ªda del sol. Pero los militares han detectado una presencia hostil en una colina. ¡°Los talibanes nos est¨¢n observando¡±, reconoce el coronel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.