La pesada losa de un crimen
Los vecinos de Alc¨¤sser tratan de olvidar 20 a?os despu¨¦s el asesinato de las ni?as Toni, Miriam y Desir¨¦e
Veinte a?os no son nada. O un mundo. Como en tantos otros pueblos de la periferia de Valencia, en los accesos a Alc¨¤sser, que suma ahora unos 2.000 habitantes a los 7.000 y pico que ten¨ªa en 1992, est¨¢n visibles las cicatrices de la eclosi¨®n urban¨ªstica. Pisos y adosados nuevos, muchos por vender. En el centro, por el contrario, perviven bonitas casas bajas huertanas, de fachadas coloridas y el t¨ªpico enrejado de la zona. No hay rastro del aniversario: ni carteles, ni homenajes. En el ayuntamiento se anuncia una muestra ¡°agroalimentaria¡±. Mientras, en el pulcro cementerio de Alc¨¤sser, en el extra?o monumento erigido a la memoria de las ni?as, no hay carteles, ni ramos, ni recordatorios.
Es d¨ªa de mercado. Cae una lluvia fina y molesta. Y en los corrillos la gente habla del tiempo, de las hipotecas o del euro por receta. En un bar, seis mujeres toman caf¨¦. Preguntamos por el aniversario. ¡°Yo no viv¨ªa aqu¨ª cuando pas¨®¡±, se excusa una. ¡°Nunca consigo acordar si fue en el 92 o en el 93¡±, contesta otra. El resto baja la cabeza. Hay un silencio inc¨®modo que una de ellas rompe secamente: ¡°Yo s¨ª me acordaba. Mi hija tiene la misma edad". ¡°Para los padres es muy duro remover todo esto¡±, alegan. Alguien retoma la conversaci¨®n donde la dejaron. No quieren decir nada m¨¢s. La escena, con variaciones, se reproducir¨¢ unas cuantas veces. Casi nadie quiere hablar. Y quien lo hace pide por favor que no se diga su nombre, ni su edad, ni su actividad. Nada que les identifique. Se excusan en la proximidad a las familias.
¡°Si preguntas, nadie te dir¨¢ que es una fecha importante. Es una cosa que no recuerda casi nadie si no haces referencia. Cuando el d¨¦cimo aniversario se hizo una misa por las ni?as, y no fue m¨¢s gente que los feligreses habituales¡±, explica Josep P. Gil, psic¨®logo municipal y una de las personas que atendi¨® a las familias. ¡°La gente no tiene inter¨¦s. Te mirar¨¢n con cara rara si les dices que es el vig¨¦simo aniversario. ?Qu¨¦ te van a decir? Que fue muy fuerte, que pobres familias, pero poco m¨¢s. No tienen ganas de remover el tema¡±. ?Por el estigma? ¡°S¨ª. Lo peor era que cuando dec¨ªas que eras de Alc¨¤sser, te contestaban: ¡®Ah, el pueblo de las ni?as¡¯. No era agradable. El problema es que nos hicieron famosos por ser v¨ªctimas, que eso alg¨²n padre lo pudo aprovechar, pero no era lo adecuado. Est¨¢ bien que los medios de comunicaci¨®n recuerden estas cosas, pero que no se recreen, que no le pongan el micr¨®fono a las v¨ªctimas¡±, pide Gil.
Porque en Alc¨¤sser no se olvida el tratamiento televisivo de hace 20 a?os, el calvario retransmitido en directo tras la aparici¨®n de los cuerpos de las ni?as. Entre el programa De t¨² a t¨², de Antena 3, y ?Qui¨¦n sabe d¨®nde?, de TVE, consiguieron aquella noche una audiencia de 17 millones de espectadores. Con un precio muy alto. Especialmente De t¨² a t¨², presentado por Nieves Herrero, muy incisiva a la hora de conseguir que las familias y los vecinos de las ni?as desnudaran sus sentimientos en directo, cosech¨® dur¨ªsimas cr¨ªticas por su sensacionalismo. ¡°En el momento que eres v¨ªctima, est¨¢s receptivo a cualquiera que te haga caso y te haga sentir importante, te dejas llevar. Te hacen sentirte importante de momento. Pero luego llega el d¨ªa a d¨ªa y es muy duro¡±, razona Gil.
El pueblo no olvida el calvario retransmitido en directo tras la aparici¨®n de los cuerpos de las ni?as
Alc¨¤sser continu¨® mucho tiempo bajo el foco: las contradicciones en la investigaci¨®n; la rocambolesca fuga de Antonio Angl¨¦s, considerado el autor material de los asesinatos, al que se le pierde la pista en un nav¨ªo que se dirig¨ªa a Irlanda; y el enrevesado y largo juicio en el que su c¨®mplice, Miguel Ricart, el ¨²nico condenado ¡ªa 170 a?os de prisi¨®n, por rapto, asesinato y violaci¨®n¡ª. Todo esto aliment¨® teor¨ªas alternativas sostenidas por el padre de Miriam, Fernando Garc¨ªa, con el apoyo del crimin¨®logo Juan Ignacio Blanco. En ellas, Angl¨¦s y Ricart, residentes en la vecina Catarroja, no eran los asesinos, sino los encargados de secuestrar a las ni?as para que, supuestamente, personajes influyentes sofocasen con ellas sus m¨¢s salvajes y macabros instintos. Programas de televisi¨®n como Esta noche cruzamos el Mississippi, de Pepe Navarro, en Tele 5, o el espacio El ju¨ª d¡¯Alc¨¤sser, en Canal 9, entre otros, alimentaron la rueda durante los cuatro meses largos del proceso. Espacios diarios. Centenares de horas de programaci¨®n, de testimonios, de debates. De juicio paralelo en el que se compromet¨ªa la honorabilidad de polic¨ªas, pol¨ªticos, jueces o fiscales. En junio de 2009, Garc¨ªa y Blanco fueron condenados por las ¡°injurias y calumnias¡± vertidas en El ju¨ª d'Alc¨¤sser. M¨¢s de 600.000 euros de indemnizaci¨®n entre los dos.
Todo aquello hizo mucho da?o. Y sobre los familiares que todav¨ªa residen en el pueblo se ha tejido un halo de protecci¨®n. Nadie quiere reabrir heridas. El dolor persiste, pero la vida, de alguna forma, ha seguido su curso. El padre de Desir¨¦e y la madre de Miriam murieron hace tiempo. Del resto, tres viven en Alc¨¤sser. Los padres de To?i, ya jubilados, tienen nietos a los que llevan al colegio. Rosa Folch, la madre de Desir¨¦e, que qued¨® viuda, tambi¨¦n tuvo un nieto ¡°que le ha dado la vida¡±, cuentan. Mientras, Fernando Garc¨ªa, enfrentado a las familias de To?i y Desir¨¦e por la sobreexposici¨®n medi¨¢tica y por la oscura gesti¨®n de una fundaci¨®n que, supuestamente, recaudaba generosos fondos para la persecuci¨®n de la corrupci¨®n de menores, hace tiempo que no vive en Alc¨¤sser. No era de all¨ª y ¡°nunca estuvo muy integrado¡±, dicen en el pueblo. Garc¨ªa lleg¨® a tener un negocio de colchones en Catarroja, muy cerca de donde viv¨ªa la extensa y peculiar familia de Angl¨¦s, con la que ten¨ªa un trato bastante directo. Neusa Martins, la madre de Antonio Angl¨¦s, brasile?a de origen, reapareci¨® hace pocos d¨ªas en una entrevista en Abc para renegar de su hijo (¡°si me dijeran que a¨²n vive, no querr¨ªa saber nada de ¨¦l¡±, llega a decir) y para aventurar que muri¨® en aquel barco que le llevaba de Portugal a Irlanda, que debi¨® de caer al agua y morir bajo las h¨¦lices. Eso dice.
Por su parte, el Tribunal Supremo estableci¨® en enero de 2011 que Miguel Ricart seguir¨¢ en prisi¨®n hasta 2023 por la aplicaci¨®n de la llamada doctrina Parot, que establece que los beneficios penitenciarios han de ser aplicados sucesivamente a cada una de las condenas impuestas y no a una. La noticia fue acogida con alivio en Alc¨¤sser. Pero tambi¨¦n despert¨® recuerdos. Puede que, con el 20? aniversario, el circo se movilice de nuevo. No ser¨¢ bien recibido. ¡°Sobre ese tema no te voy a contar nada¡±, contesta un joven m¨¢s o menos de la edad que tendr¨ªan ahora Miriam, To?i y Desir¨¦e. Es un tema que hiere. Se retira y masculla algo entre dientes sobre ¡°remover la mierda¡±. Una losa muy pesada todav¨ªa.
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