Testigos (des)protegidos
Se juegan la vida por combatir el terrorismo y el crimen organizado. Decenas de personas cuyo testimonio es clave para que se produzca una condena en los tribunales viven en vilo ante la escasa seguridad que les proporciona una ley imprecisa y anticuada
Entr¨¦ en la sala pasando a un escaso metro y medio de los 24 acusados, de quienes me separaba el vidrio de la llamada pecera, a la vista de todos ellos, hasta sentarme en la butaca ante el tribunal.
?¡ª?Cu¨¢l su profesi¨®n?
¡ªTengo entendido que soy un testigo protegido¡ Si lo digo doy una pista sobre mi persona¡
¡ªTiene la obligaci¨®n de decir la verdad. Si no lo hace puede ser multado hasta 3.000 euros y despu¨¦s ser procesado por desobediencia.
¡ªSoy profesor.
¡ª?En qu¨¦ centro?
¡ªEn...
¡ª?En qu¨¦ departamento?
¡ªEn el de¡.
¡ª?Qu¨¦ d¨ªas va a trabajar y qu¨¦ horario hace?
Al final de mi declaraci¨®n se me hizo salir de la sala unos breves minutos para luego entrar de nuevo. As¨ª, pas¨¦ cuatro veces por el lado de los acusados, sin olvidar que, dada la situaci¨®n de la butaca que ocup¨¦, al salir estaba frente a los 24 acusados en un espacio de recorrido de unos cuatro metros.
Cuando respond¨ªa a un segundo abogado hacia el que tuve que girarme, el se?or presidente, despu¨¦s de un rato, me advirti¨® de que en el fondo de la sala se hallaba una c¨¢mara que me estaba grabando y que por tanto se me distingu¨ªa claramente. En mi c¨¦dula de citaci¨®n constan mi nombre y apellidos, as¨ª como mi direcci¨®n completa.
A pesar de mi silencio, mantenido durante dos a?os sobre la raz¨®n de mi declaraci¨®n, al llegar a mi clase el lunes siguiente, toda ella sab¨ªa que hab¨ªa sido yo el profesor que hab¨ªa declarado en el mencionado juicio, cosa que me molest¨® profundamente¡ Lo hab¨ªan concluido a trav¨¦s de las noticias de prensa e Internet¡ Hoy en d¨ªa sigo manteniendo a mi familia ignorante de la experiencia que me llev¨® ante la Audiencia Nacional. Por todo lo expuesto, me considero un testigo protegido absolutamente desprotegido¡±.
Hay medio millar de testigos protegidos, la mayor¨ªa miembros de las Fuerzas de Seguridad y peritos
Este relato figura en una queja remitida por un testigo al Consejo General del Poder Judicial. Una misiva en la que ped¨ªa responsabilidades, advert¨ªa que actuar¨ªa contra el tribunal si ¨¦l o su familia sufr¨ªa cualquier perjuicio moral o f¨ªsico y explicaba los motivos de su declaraci¨®n: ¡°Lo hice porque era un deber moral conmigo mismo y sobre todo por apoyo a las v¨ªctimas del 11-M. Volver¨ªa a hacerlo aun a sabiendas de c¨®mo transcurri¨® mi declaraci¨®n y de c¨®mo me sent¨ª tratado¡±. La comisi¨®n disciplinaria del CGPJ archiv¨® su queja y la Fiscal¨ªa General del Estado le remiti¨® una carta en la que afirma que su relato ¡°har¨¢ reflexionar sobre la forma y modos de aplicar¡± las medidas de la ley de protecci¨®n de testigos. ¡°No me queda sino expresarle el reconocimiento de la labor que como testigo usted asumi¨®¡±, concluye la misiva del fiscal inspector.
Alrededor de medio millar de personas tienen la condici¨®n de testigos protegidos. La mayor¨ªa son miembros de las Fuerzas de Seguridad y peritos judiciales, pero varias decenas son simplemente ciudadanos an¨®nimos. Sus testimonios, en muchas ocasiones, han empujado a la c¨¢rcel a terroristas, narcotraficantes, capos de la prostituci¨®n o blanqueadores de dinero. Algunos viven atormentados por temor a ser descubiertos y aseguran sentirse desprotegidos por una ley org¨¢nica de 1994 que jueces, fiscales y polic¨ªas critican por su ambig¨¹edad. Su falta de seguridad provoca que, a veces, procesados por terrorismo o tr¨¢fico de drogas queden en libertad: el testigo protegido desaparece y no comparece en el juicio oral.
¡°El problema es que la legislaci¨®n es incompleta, mala, antigua y pacata¡±, afirma Javier G¨®mez Berm¨²dez, expresidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero tres, uno de los magistrados que mejor conoce esta figura por haber presidido el juicio del 11-M. ¡°De 400 testigos, m¨¢s de 150 eran protegidos, entre miembros de las Fuerzas de Seguridad, peritos y personas cercanas a los procesados. Hab¨ªa varias familias enteras¡±, asegura. ¡°No tenemos ley, tenemos un sistema de c¨®mo se puede intervenir en el proceso que deja muchas lagunas en el aire. Casi nada est¨¢ previsto en la ley¡±, critica Jos¨¦ Ricardo de Prada, magistrado de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. ¡°Es manifiestamente mejorable¡±, reconoce Vicente Gonz¨¢lez Mota, fiscal y coordinador de terrorismo en ese organismo judicial.
Absueltos por desaparici¨®n
Se hac¨ªan llamar El Ej¨¦rcito del Mes¨ªas, ten¨ªan su base en la mezquita ceut¨ª Darkawia, la misma en la que rezaban los tres j¨®venes que el pasado mes de junio viajaron a Siria para unirse a la yihad y morir luchando contra las tropas de Bachar el Asad. En las empinadas calles y recovecos del barrio de El Pr¨ªncipe, hab¨ªan susurrado al o¨ªdo de algunos su intenci¨®n de ¡°liberar¡± Ceuta y Melilla para atender a la petici¨®n que en 2006 hizo Ayman al Zahawiri, el actual emir de Al Qaeda; escribieron poemas de despedida ¡ª¡°no os aflij¨¢is ni me llor¨¦is. Siempre estar¨¦ en vuestros corazones¡±¡ª, se disfrazaron de muyahidines con una imitaci¨®n del rifle Kal¨¢shnikov en las manos, un pa?uelo palestino en el rostro y las Torres Gemelas ardiendo a sus espaldas; Mustaf¨¢ y Yusef Abderram¨¢n, hermanos de Hamed, el talib¨¢n ceut¨ª expreso de Guant¨¢namo, y otros siete j¨®venes procesados por integraci¨®n en banda armada fueron absueltos porque el Tribunal de la Audiencia Nacional, presidido por ?ngela Murillo, entiende que no se pueden condenar las ideas y que no se acredit¨® que fueran a cometer atentados. La fiscal¨ªa cree que el plant¨®n del testigo protegido debilit¨® su acusaci¨®n. ¡°Desapareci¨® de Ceuta y se escondi¨® en Marruecos. La sala pidi¨® a las autoridades marroqu¨ªes que lo localizaran para que testificara, pero no dieron con ¨¦l¡±, relata Carlos Bautista, fiscal de la Audiencia Nacional que dirigi¨® la acusaci¨®n.
¡°A pesar de mi silencio, al llegar a clase todos sab¨ªan que hab¨ªa sido yo el profesor que hab¨ªa declarado¡±
Meses despu¨¦s de la absoluci¨®n de todos los procesados, el hombre sobre el que pivotaba toda la causa ha reaparecido en Ceuta como por arte de magia. ¡°Ha vuelto porque ya ha pasado el peligro. Deber¨ªamos reflexionar sobre lo que hemos hecho mal. Quiz¨¢s a esta persona no se le dieron suficientes garant¨ªas de seguridad¡±, confiesa uno de los agentes que particip¨® en la operaci¨®n. ¡°Algo fall¨®. Demasiadas personas sab¨ªan qui¨¦n era¡±, afirma una fuente judicial. La sentencia invalid¨® el testimonio de otro testigo protegido porque no se le inform¨® de que no estaba obligado a declarar por ser familiar de uno de los detenidos.
La DEA no declara
No solo fallan los ciudadanos que se juegan la vida por denunciar a unos presuntos yihadistas, tambi¨¦n los profesionales de la seguridad. El 14 de junio de 2008, los agentes encubiertos de la Drug Enforcement Agency (DEA) Mario, Jaime, Barry, J. Dubois, T. Hartman y Joe Bond aterrizaron a bordo de un avi¨®n de la agencia en el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria. Trasladaban 25 bultos con 500 kilos de coca¨ªna de una pureza del 44,57% y un valor de mercado de 26 millones de euros. En la pista les esperaban varios polic¨ªas espa?oles. La droga se traslad¨® custodiada a un almac¨¦n del Servicio de Vigilancia Aduanera.
Veinte capos de la droga fueron absueltos porque agentes de la DEA se negaron a comparecer. Tem¨ªan ser reconocidos
Cuatro d¨ªas despu¨¦s, uno de los agentes de la DEA tom¨® el volante de una furgoneta y la condujo hasta el aparcamiento del centro comercial Las Arenas. Apag¨® el motor y esper¨®. A sus espaldas descansaban los 25 bultos de coca¨ªna tra¨ªdos a Espa?a desde un lugar ignoto. El colombiano Jorge Antonio Brito Rodr¨ªguez no tard¨® en llegar. Lo hizo acompa?ado de un conductor, el canario ?lamo Santana. Cuando pagaron la coca y comenzaron a cargarla descubrieron que aquel aparcamiento estaba plagado de polic¨ªas espa?oles. Se hab¨ªan tragado el anzuelo de una operaci¨®n organizada por la DEA. El resultado fue devastador: 20 detenidos, en su mayor¨ªa colombianos, peruanos y espa?oles, que acabaron en la c¨¢rcel. Entre ellos, un agente de la Unidad Contra el Crimen Organizado destinado en Galicia que mediante SMS hab¨ªa pedido 300.000 euros a los narcos a cambio de la informaci¨®n de la que dispon¨ªa.
Todo fue sobre ruedas hasta la vista del juicio oral. Los seis agentes de la DEA que durante toda la instrucci¨®n de la causa figuraron como testigos protegidos desaparecieron envueltos en el mismo halo de misterio con el que llegaron a Espa?a en el avi¨®n Gulfstream de la agencia. La Sala Penal de la Audiencia Nacional haciendo gala de una ¡°paciencia b¨ªblica¡± envi¨® providencias, en febrero de 2011, a la representaci¨®n de la DEA en Madrid para que al menos declararan por videoconferencia, pero recibi¨® una respuesta ¡°desabrida y escasamente colaboradora¡±. Barry y sus colegas estaban participando en otras actividades encubiertas; Joe Bond se hab¨ªa ¡°jubilado¡±; la videoconferencia presentaba ¡°dificultades tecnol¨®gicas¡±. Una nueva petici¨®n recibi¨® como respuesta ¡°las razones ya dadas¡±. Guillermo Ruiz Polanco, ponente de la sentencia por la que se absolvi¨® a los 20 procesados, calific¨® la negativa de los agentes a comparecer de ¡°indigna, indignante e inadmisible¡±, destacando que hab¨ªan sido ellos los impulsores y actores de la investigaci¨®n. Y record¨® que el desaparecido Joe Bond se hab¨ªa comprometido ante el instructor de la Audiencia Nacional a mantenerle informado del desarrollo de la operaci¨®n y a colaborar ¡°lealmente¡± con las autoridades espa?olas.
¡°La ley solo tiene cuatro art¨ªculos: no prev¨¦ nada, ni trabajo, ni dinero, ni deslocalizaci¨®n¡±, dice el juez G¨®mez Berm¨²dez
Durante el juicio, los magistrados Alfonso Guevara, Mar¨ªa de los ?ngeles Barreiro y Ruiz Polanco no ocultaron su malestar. Sin el testimonio de estos testigos privilegiados no hab¨ªa caso. Adem¨¢s, la cadena de custodia de la droga se hab¨ªa roto porque el tribunal ignoraba cu¨¢l era su verdadero origen. ?Isla Margarita? ?Un velero llamado Diandra? Sin los testigos de la DEA casi todo era humo sin valor probatorio. Los 20 procesados pensaron que la vida les brindaba una nueva oportunidad. A todos menos al cabecilla, el colombiano Jorge Antonio Brito, el narco que recibi¨® la coca en Las Palmas. Muri¨® en la sala de un infarto durante una de las sesiones del juicio oral.
El magistrado Jos¨¦ Ricardo de Prada cree que la negativa de los agentes de la DEA a declarar en este y otros procesos en Espa?a es por temor a ser identificados. En EE UU no se les exige comparecer en el procedimiento. Los agentes franceses tambi¨¦n ponen toda clase excusas para declarar y reclaman una seguridad integral. Y los espa?oles cuando lo hacen suelen aparecer caracterizados, seg¨²n afirman fuentes judiciales y policiales. ¡°Yo no lo permito¡±, puntualiza G¨®mez Berm¨²dez. ¡°Estos u otros testigos pueden ser liquidados. En los casos de los agentes infiltrados no sabemos muy bien como gestionarlos¡±, reconoce el juez De Prada.
Una ley de m¨ªnimos
Cuando un juez otorga a un testigo la condici¨®n de protegido se le asigna en la causa un n¨²mero y se introduce su verdadero nombre y apellidos en un sobre cerrado y lacrado que el secretario del juzgado guarda en la caja fuerte. Ning¨²n funcionario tiene acceso a su identidad. Su nombre solo puede ser revelado al acusado o a su abogado durante el transcurso del juicio oral. G¨®mez Berm¨²dez pide un cambio: ¡°Si la defensa lo pide hay que facilitarlo por si se tratara de un caso de enemistad. Ahora est¨¢ mal resuelto y el legislador lo sabe. Cuando hay un polic¨ªa infiltrado la ley prev¨¦ que no se dar¨¢ su identidad. La soluci¨®n es f¨¢cil. No revelar la identidad del testigo salvo que a la vista de la sentencia ese testimonio sea el que sustenta la condena. No deber¨ªamos levantar la protecci¨®n antes. Ahora est¨¢n desprotegidos. La ley tiene solo cuatro art¨ªculos. No prev¨¦ nada: ni trabajo, ni deslocalizaci¨®n, ni dinero y, sin embargo, se hace porque lo pedimos los jueces¡±.
De Prada fue juez internacional en la Sala de Cr¨ªmenes de Guerra de la Corte de Bosnia-Herzegovina donde conoci¨® casos de testigos protegidos a los que se les dio una nueva identidad y busc¨® otros pa¨ªses donde vivir. ¡°En Bosnia testificaban en otra habitaci¨®n, se les distorsionaba la voz y la imagen. Solo los ve¨ªa el tribunal. Los programas son muy importantes: una nueva identidad, un trabajo, un medio de vida. Nada de esto est¨¢ previsto en la ley espa?ola. Es una ley para andar por casa. No est¨¢ acabada, no prev¨¦ multitud de supuestos con los que nos encontramos. La delincuencia organizada obliga a muchas cosas y nos deber¨ªamos plantear llegar m¨¢s lejos. Ahora hemos elaborado una cierta jurisprudencia que no lo resuelve todo¡±. El magistrado Ruiz Polanco define la situaci¨®n con una breve frase: ¡°Es una ley de m¨ªnimos¡±.
Escoltado desde 2005
Es testigo protegido desde 2005. Vive con escolta y no recibe ninguna asignaci¨®n econ¨®mica. Veinte a?os despu¨¦s de perder a su pareja y a una amiga en el atentado que en 1985 acab¨® con la vida de 18 personas en el restaurante El Descanso en Madrid reconoci¨® al sirio espa?ol Mustaf¨¢ Setmarian, de 53 a?os, como el presunto terrorista que coloc¨® la bomba. Lo hizo al ver su fotograf¨ªa en un peri¨®dico. La declaraci¨®n que efectu¨® entonces a la polic¨ªa y el retrato robot dise?ado con su testimonio y el de otras victimas coincide con algunos rasgos del yihadista. La causa que estaba a punto de ser archivada se reabri¨® y sigue viva a la espera de que el que fuera n¨²mero tres de Al Qaeda, casado con una madrile?a y padre de cinco hijos, reaparezca despu¨¦s de su detenci¨®n en Pakist¨¢n y entrega a la CIA que lo ha mantenido oculto en sus c¨¢rceles secretas. Documentos del Ej¨¦rcito norteamericano aseguran que fue entregado a Siria. ¡°Te hacen un interrogatorio fuerte y duro. Te tratan bien, pero quieren concluir que dices la verdad. Me pusieron escolta cuando se filtraron datos sobre mi persona. Yo segu¨ª mi camino, sin calor ni fr¨ªo. Me puse a averiguar y comprob¨¦ que est¨¢bamos vendidos. Eso que ves en las pel¨ªculas americanas no existe aqu¨ª. Me sorprendi¨® comprobar que no hay un reglamento¡±, afirma.
El testigo dice sentirse seguro y agradecido a sus escoltas y a sus jefes ¡ª¡°a veces son bals¨¢micos¡±, dice¡ª, pero reclama una normativa que evite la improvisaci¨®n y garantice su seguridad. ¡°Esto no es una broma. Corres un riesgo y asumes una gran responsabilidad. Hacemos una labor que nos puede costar la vida. No se valora el servicio que prestamos a la sociedad. A nadie le gusta ser testigo protegido. Deber¨ªamos tener m¨¢s informaci¨®n sobre los casos en los que estamos involucrados. No espero nada, no pido nada, solo quiero que se haga justicia¡±.
La falta de garant¨ªas de seguridad para los testigos protegidos provoca que muchas veces no se conozca toda la verdad. La mayor¨ªa de las diligencias que llegan a los juzgados arrancan con esta coletilla: ¡°Este servicio ha tenido conocimiento por distintas fuentes que...¡±. Vicente Gonz¨¢lez Mota, fiscal coordinador de terrorismo en la Audiencia Nacional, lo explica as¨ª: ¡°Se trabaja con informaci¨®n policial o de inteligencia, y al juicio llega el resultado de esa informaci¨®n. No podemos condenar sobre informes de inteligencia. Si alguien ha colaborado hay que llevarlo a juicio con un sistema verdaderamente eficaz. No se pueden presentar las operaciones como fruto de la casualidad. Con la ley actual o no se lleva a juicio a la fuente o si se lleva, como el proceso es largo, el testigo no aparece o se desdice de sus declaraciones¡±.
Para transformar la informaci¨®n de inteligencia en prueba es imprescindible un sistema eficaz de protecci¨®n de testigos. ¡°No es suficiente decirle al testigo: no se preocupe que usted no va constar en las diligencias. Hay que arbitrar un sistema, aunque sea caro, de medios de vida, de cambio de identidad, de muchas cosas m¨¢s. Hoy no tenemos un sistema id¨®neo. No es lo bueno que deber¨ªa de ser¡±, arguye el fiscal de la Audiencia Nacional.
Una nueva identidad
La ambig¨¹edad de la ley y la ausencia de un reglamento no impide que algunos testigos lleguen hasta el final. Las declaraciones a la Guardia Civil, al juez y, m¨¢s tarde, al tribunal del testigo F-1, un paquistan¨ª que entren¨® en campos terroristas de Pakist¨¢n, provocaron en 2008 la detenci¨®n de una c¨¦lula islamista que pretend¨ªa volar el metro de Barcelona. El testigo hab¨ªa sido elegido para participar en el ataque suicida ordenado por Amir Baitul¨¢ Mehsud, emir de los talibanes en Wazirist¨¢n, una regi¨®n monta?osa del noroeste de Pakist¨¢n. ¡°?Llevaremos chalecos explosivos?, pregunt¨® el confidente. ¡°El artefacto lo cargaremos en una mochila: una tercera persona lo detonar¨¢ a distancia¡±, respondi¨® uno de los yihadistas, vecino del Raval. El fiscal Mota dirigi¨® la acusaci¨®n y trat¨® a este testigo. ¡°Fue necesario para la operaci¨®n y para el juicio, aunque no como ¨²nico medio. Su testimonio debe estar apoyado en m¨¢s elementos de prueba. Este caso es una figura excepcional y como excepcional debe ser tratada¡±. Interior ha facilitado a este testigo una nueva identidad, un domicilio y una asignaci¨®n econ¨®mica, seg¨²n aseguran fuentes policiales.
?Se producen fraudes o abusos? El juez G¨®mez Berm¨²dez no duda: ¡°S¨ª, en ocasiones s¨ª se producen. Hay testigos desde hace 20 a?os de que no tienen ning¨²n sentido que sigan en esa situaci¨®n. Gente que todav¨ªa sigue cobrando dinero. Cantidades superiores a mil euros mensuales. He retirado muchas protecciones por innecesarias lo que genera problemas, pero si esto no se regula no tiene salida¡±.
Cada seis meses el Ministerio del Interior pide a los jueces que renueven o no la condici¨®n de los testigos protegidos. El juez debe valorar en un informe la situaci¨®n del testigo. ¡°Es absurdo que la polic¨ªa te pregunte y te pida que valores. Eluden su responsabilidad porque no te dan un informe de seguridad y tenemos que decidir nosotros. ?Y si ocurre algo? ?Qui¨¦n es el responsable?¡±, se pregunta un magistrado de la Audiencia Nacional. Interior ha declinado responder a las preguntas de este peri¨®dico por tratarse de una materia sensible, seg¨²n un portavoz.
Testigo Portabales
Hace 23 a?os Ricardo Portabales y Manuel Fern¨¢ndez Pad¨ªn empujaron al banquillo a 52 acusados en la Operaci¨®n N¨¦cora, uno de los golpes m¨¢s duros y eficaces contra el narcotr¨¢fico gallego. Sus testimonios fueron determinantes para encarcelar a capos como Laureano Oubi?a, Manuel Charl¨ªn Gama y buena parte de sus adl¨¢teres. Se convirtieron en los testigos protegidos m¨¢s famosos del pa¨ªs. Nueva identidad, nueva vida, nuevo pa¨ªs en el que vivir y una asignaci¨®n econ¨®mica. El 29 de septiembre de 2009, la Secci¨®n Tercera de la Sala Penal de la Audiencia Nacional dict¨® un auto por el que 19 a?os despu¨¦s se orden¨® a la Comisar¨ªa General de Seguridad Ciudadana de la Polic¨ªa retirar la protecci¨®n de la que gozaban. Informes policiales remitidos a los jueces se quejaban de que ambos prescind¨ªan de la escolta ¡°cuando as¨ª les ha convenido¡±. Ambos recurrieron, pero perdieron.
El auto, cuyo ponente fue el juez Ruiz Polanco, es rotundo: ¡°Han transcurrido casi veinte a?os desde la adopci¨®n de las medidas protectoras siendo de toda l¨®gica entender que los riesgos se han aminorado sustancialmente, si no totalmente¡ Las normas de protecci¨®n del servicio de protecci¨®n han venido siendo incumplidas reiterada y descaradamente desde pr¨¢cticamente los primeros momentos de establecerse el servicio¡±. Y a?ad¨ªa: ¡°Las medidas protectoras, sean de naturaleza personal o econ¨®mica, no pueden prolongarse ad infinitum, ni tienen la finalidad de subvenir a necesidades que los protegidos han tenido tiempo sobrado de cubrir adecuadamente y sin riesgo concreto conocido de clase alguna¡±. Portabales y Pad¨ªn cobraban entonces 992 euros mensuales.
Portabales vive desde hace a?os en Montevideo (Uruguay), alejado de su mujer y de sus hijos. Ricardo ten¨ªa ocho a?os cuando su padre se convirti¨® en testigo protegido. ¡°Despu¨¦s de haber sido la familia m¨¢s protegida de Espa?a, con 15 escoltas, hemos pasado al olvido... Y si mi padre hizo las cosas mal, ?qu¨¦ culpa tenemos, por qu¨¦ vamos a pagarlo nosotros? A m¨ª lo ¨²nico que me preocupa es mi madre, que se ha quedado en la calle, sin una pensi¨®n, despu¨¦s de todo lo que ella y nosotros hemos sufrido por culpa de mi padre¡±. Pad¨ªn asegura sentirse ¡°enga?ado¡±. ¡°Arriesgu¨¦ mucho, una parte de mi vida escondido a cambio de nada¡±. Ambos, en sus alegaciones calificaron los informes policiales de ¡°sesgados, incompletos y err¨®neos¡±.
Detr¨¢s de cada testigo hay un oficial de seguridad que atiende sus inquietudes. ¡°Son muy sensibles a las crisis de seguridad. Sobre todo cuando creen haber visto algo o alguien que les inquieta. Se comprueba, y en el 99% de los casos son infundadas. Piensan que la protecci¨®n tiene que ser visible, pero la buena protecci¨®n es la que no se ve¡±, asegura un juez.
Juan del Olmo, instructor del 11-M, tramit¨® la concesi¨®n de testigo protegido a numerosos testigos. Al menos a ocho de ellos se les facilitaron nuevas identidades y asignaciones econ¨®micas, seg¨²n fuentes policiales. G¨®mez Berm¨²dez, que presidi¨® el tribunal, las mantuvo todas. ¡°Hay que ser cuidadoso y no equivocarse porque el sueldo genera dependencia. Si les das medios de vida plantea cierta dificultad de credibilidad¡±. En pleno juicio, un confidente al que se conoc¨ªa como Cartagena pidi¨® un aumento de su asignaci¨®n.
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