Sin soluciones
La partida de Catalu?a est¨¢ jugada de antemano y Mas no dejar¨¢ que el Gobierno empa?e su victoria
La teor¨ªa de los juegos permite para contrastar la racionalidad de las estrategias pol¨ªticas. En principio, cualquiera que sea el tema, la opci¨®n m¨¢s ventajosa para todo jugador consiste en participar en juegos de suma positiva, donde los participantes mejoran conjuntamente sus posiciones iniciales. Los acuerdos de libre comercio son un ejemplo habitual de este tipo de juego en las relaciones econ¨®micas (aunque luego los efectos indirectos pasen su factura). En los conflictos de intereses, pol¨ªticos o econ¨®micos, resultan frecuentes los juegos de suma cero, donde uno y otro ganan y pierden en la misma medida. Pero tambi¨¦n hay juegos asim¨¦tricos, como el hobbesiano dilema del prisionero, donde entre dos jugadores uno limita sus p¨¦rdidas a costa de maximizar las del otro, y viceversa, o en general los juegos de suma negativa, donde una vez iniciados la p¨¦rdida del oponente no garantiza la ventaja final propia.
En este apartado de juegos de suma negativa, encaja la apuesta pol¨ªtica de Artur Mas, al poner de momento todas sus fichas sobre la mesa en la opci¨®n de la independencia de Catalu?a. No estamos ante un juego de oferta, ya que al otro, al oponente, Espa?a, no se le otorga compensaci¨®n alguna. Es m¨¢s, el juego a todo o nada se justifica precisamente sobre las supuestas agresiones y afrentas inferidas por un Estado del cual pretenden, ¨¦l y los independentistas, la separaci¨®n. Ciertamente, si la apuesta es ganadora, el otro va a perder, pero esto resulta irrelevante para quien inicia la partida. Hay dos justificaciones fundamentales para ese ¨®rdago. De un lado, interviene la estrategia de oportunidad pol¨ªtica, la marea independentista producto de la Diada, que resulta imprescindible aprovechar; de otra, para Mas y sus turiferarios, nada menos que la propia supervivencia de Catalu?a se encuentra en peligro, si no resulta eliminada la destructiva vinculaci¨®n con el Estado espa?ol. Para salvarse, al parecer, necesita la separaci¨®n.
As¨ª que Catalu?a estar¨ªa sumida en pleno Apocalipsis pol¨ªtico y econ¨®mico (¡°el expolio¡±) solo que muy cerca la espera el Para¨ªso, asegurado en la independencia por los proverbiales valores del Pueblo Catal¨¢n. Por eso no cabe respetar las reglas de juego establecidas y procede construir un tablero propio para ganar. A partir de aqu¨ª, la Constituci¨®n no existe salvo como obst¨¢culo. Su lugar es ocupado por las decisiones del l¨ªder que asume el papel de salvador de la patria. Al modo de los autoritarismos nacionalistas del pasado siglo, las consultas electorales se convierten en plebiscitos dirigidos a confirmar la ¨²nica elecci¨®n v¨¢lida: la independencia. Insistimos: bajo la apariencia de democracia directa, entramos en el campo de la democracia aclamativa de Carl Schmitt. La mitad de los catalanes, no-independentistas, carecen de existencia pol¨ªtica para quien es su presidente; por fortuna sin violencia, se ven reducidos a la misma condici¨®n de obst¨¢culos privados de visibilidad que los alemanes convocados por Hitler al refer¨¦ndum de marzo de 1936. Si falla la jugada, segura en s¨ª misma, pero fr¨¢gil en caso de responder el gobierno con la ley, entrar¨¢n en escena las manifestaciones multitudinarias, la ¡°democracia de la plaza p¨²blica¡± que patentara Fidel Castro frente a la representativa. Naci¨®n e independencia se identifican. No cabe otra opci¨®n.
En la medida que Mas establece las reglas del juego y siendo desde la Generalitat el principal jugador, nos encontramos ante una variante pol¨ªtica de la llamada trampa social: nuestro l¨ªder plantea una partida para ventaja propia donde no importan las p¨¦rdidas a medio plazo, no digamos para Espa?a, sino para la propia Catalu?a. Aunque como en la canci¨®n de Raimon pueda augurarse un tots havien perdut. De ah¨ª que la clave resida en la promesa de que no debe temerse que el Estado catal¨¢n quede fuera de la UE. Tal vez cuente Mas, no con Bruselas, sino con el Tribunal estrasburgu¨¦s de Derechos Humanos, para avalar su falsa consulta. Nadie se acuerda de que el tema est¨¢ resuelto negativamente por la sentencia del Constitucional 103/2008 de 11 de septiembre, dedicada a Ibarretxe.
El tinglado se vendr¨ªa abajo de existir jugadores oponentes que denunciaran la trampa y exigieran, no soluciones alternativas inalcanzables ahora ¡ªel mantra federal¡ª, sino una pol¨ªtica estrictamente democr¨¢tica frente al decisionismo anticonstitucional de Mas. Desde su constitucionalismo, el PP, y a su lado Ciutadans, intentaron jugar esa carta, pero carecen de fuerza en esta partida asim¨¦trica. Para la hegem¨®nica red de medios independentistas, son ¡°ellos¡±, los espa?oles que parten de nuevo en cruzada contra el Pueblo Catal¨¢n y contra Mas, su palad¨ªn. Aunque el PP intente desmentirlo con su ¡°autonom¨ªa diferencial¡±, salida injusta pero ¨²til si Europa frena, aplicando el dilema del prisionero.
Solo el PSC podr¨ªa haber hecho saltar la trampa, de haberse enfrentado al procedimiento de Mas, dej¨¢ndole en fuera de juego. Pero ha optado por la c¨®moda ¡ªy perdedora¡ª posici¨®n de auxiliar, al avalar el crucial refer¨¦ndum frente a la Constituci¨®n y proponiendo algo as¨ª como una independencia con rebajas propias de cese del negocio. La trampa impone su ley. La partida en Catalu?a est¨¢ jugada de antemano y Mas no dejar¨¢ que el gobierno empa?e su victoria. Quedan Europa o el choque de trenes.
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