No es tecnolog¨ªa, es periodismo
El buen periodismo ha estado siempre subsidiado e Internet pulveriza el subsidio de los anunciantes
La toma de posici¨®n y las conclusiones de los an¨¢lisis incluidos en el libro de economistas frente a la crisis quedan bien sintetizadas en el t¨ªtulo del volumen: No es econom¨ªa, es ideolog¨ªa. Se trata de entablar un combate directo a la pretensi¨®n de los gobernantes, empe?ados en buscar amparo invocando unas variables fuera de control, como las de la meteorolog¨ªa, para eximirse as¨ª de cualquier responsabilidad y presentar sus opciones al p¨²blico en t¨¦rminos de ¨²nicos dictados racionales posibles, fuera de los cuales no hubiera alternativas. El intento de los economistas citados es desmontar ese aparato de relojer¨ªa y separar las piezas obligadas por la naturaleza de las cosas de aquellas otras que responden a determinados designios ideol¨®gicos que se han sumado voluntariamente y tergiversan el resultado.
Del mismo modo, la cuesti¨®n sobre la que aqu¨ª se quiere debatir no es la del recurso a las nuevas tecnolog¨ªas, que est¨¢n cada vez m¨¢s disponibles para mayor n¨²mero de actores, sino el periodismo y la informaci¨®n. V¨¦ase por ejemplo c¨®mo, despu¨¦s del lanzamiento el a?o pasado de @news.va, que supuso el estreno del Vaticano en la popular red social de Twitter, ahora nuestro Beat¨ªsimo Padre ha decidido abrir una cuenta propia bajo el nombre de @pontifex, la cual estar¨¢ en funcionamiento a partir del pr¨®ximo d¨ªa 12 en ocho idiomas, entre ellos el castellano, y que nada m¨¢s anunciarse cuenta ya con 120.000 seguidores. Una decisi¨®n de Benedicto XVI que confirma algo probado de manera reiterada por la historia: que la Iglesia quiere ser usuaria de las nuevas tecnolog¨ªas, sin erosionar para nada la impenetrabilidad e invariabilidad del dogma. Hubo ocasiones de rozamiento con peligro por ejemplo para Galileo, quien supo sortearlo abjurando a tiempo de la Ciencia y evit¨® as¨ª verse convertido en materia combustible por cuenta de te¨®logos encumbrados. Menos mal porque su rehabilitaci¨®n por Juan Pablo II se hizo esperar hasta 1992 con un peque?o desfase de 350 a?os. Seguro que con menos diferencia horaria seremos informados de si, bajo el formato obligatorio de los 140 caracteres, los tuits de Su Santidad quedan o no investidos de la misma infalibilidad que le afecta cuando habla como pastor supremo de la Iglesia Universal en materia de fe y costumbres.
La primera afirmaci¨®n debe dirigirse a refutar que la opci¨®n digital y la p¨¦rdida de calidad de las cabeceras period¨ªsticas bajo las que aparecen acreditadas sea un proceso inevitablemente encadenado. La p¨¦rdida de calidad, el abandono de los est¨¢ndares de exigencia que las publicaciones se imponen o de las que desertan son variables independientes del tipo de soporte en el que se ofrecen. A lo que deber¨ªamos atender en todo caso es a la transformaci¨®n inevitable del periodismo. La Columbia Journalism School acaba de ofrecer un avance centrado en el periodismo americano pero que puede leerse con provecho para el periodismo espa?ol. A mitad de camino entre la encuesta y el manifiesto, el trabajo de la Columbia se centra en la pr¨¢ctica del periodismo y en las pr¨¢cticas de los periodistas en Estados Unidos y se abstiene de especular sobre el futuro de la news industry. As¨ª que nos incita a recentrar nuestras preocupaciones. Recordemos que sin libertad es imposible la existencia de prensa que mereciera ese nombre porque degenera necesariamente en propaganda del r¨¦gimen negador. De modo que, establecido un r¨¦gimen de libertades, lo que nos corresponde analizar es si ser¨ªa posible mantener su vigencia, tal como hasta ahora la hemos experimentado, en el caso de que dejara de cumplirse, la funci¨®n que la prensa ha venido ejerciendo como espacio para el debate p¨²blico y la determinaci¨®n de la agenda.
Falta profundizar sobre la materia del periodismo, recordar que el buen periodismo ha estado siempre subsidiado, aceptar que Internet ha pulverizado el subsidio de los anunciantes, reconocer que la reestructuraci¨®n es forzosa e identificar las oportunidades para hacer un buen trabajo en el campo noticioso. Refugiarse en la invocaci¨®n de la modernidad para renunciar a la funci¨®n que se espera de la prensa permitir¨ªa parafrasear el t¨ªtulo del libro de los economistas y decir tambi¨¦n que ¡°no es tecnolog¨ªa, es ideolog¨ªa¡±. Mientras se recomienda la lectura del discurso que Michael Ignatieff hizo al recibir hace unos d¨ªas el premio de periodismo Francisco Cerecedo. All¨ª dej¨® claro que ¡°aquellos que tienen poder y dinero necesitan ser sometidos al escrutinio de quienes son demasiado irresponsables como para ser complacientes¡±. Por eso, a?adi¨® que ¡°la buena conciencia del periodismo es la que habla con sinceridad al poder¡± y que ¡°los h¨¦roes de la profesi¨®n lo hicieron, aunque a menudo les costara su puesto de trabajo¡¡±.
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