La Corona mantiene su apego popular
El sentimiento mon¨¢rquico apenas ha existido pero hay una deuda de gratitud por el papel del Rey en la transici¨®n a la democracia
Una de las preguntas que con m¨¢s frecuencia me han formulado distintos periodistas extranjeros a lo largo de los ¨²ltimos seis meses ha sido: ¡°?Qu¨¦ pasa con el Rey?¡± ?Hasta qu¨¦ punto comparte nuestra ciudadan¨ªa esta sensaci¨®n, al parecer existente fuera de nuestras fronteras, de que ¡°algo pasa¡± con el rey Juan Carlos?
Con los datos de opini¨®n ¡ªvariados y m¨²ltiples¡ª de que dispone Metroscopia cabe articular una respuesta a este interrogante. A grandes rasgos, y con los inevitables pero controlados m¨¢rgenes de error inherentes a todo dato demosc¨®pico, el sentir ciudadano actual sobre la Monarqu¨ªa, la Corona y la concreta figura del Rey puede as¨ª quedar resumido del siguiente modo.
?Dilema Monarqu¨ªa/Rep¨²blica? Este es, en realidad, un dilema ficticio pues plantea algo que no ocupa lugar alguno en la agenda de cuestiones concretas que ahora preocupan a los espa?oles. Pero si a modo de ejercicio de simulaci¨®n, y en t¨¦rminos puramente hipot¨¦ticos y de principio, se les invita a escoger entre una Monarqu¨ªa parlamentaria como la actualmente existente, o una Rep¨²blica como, por ejemplo, la de nuestra vecina Francia, la mayor¨ªa sigue optando hoy por la primera (53% frente a 37%). Es cierto que hace 16 a?os, en 1996, estas cifras eran, respectivamente, 66% y 13%: es decir, el saldo favorable a la Monarqu¨ªa era entonces de 53 puntos, frente a los 16 actuales. En este cambio de tendencia la fecha clave es 2010, momento en que adquiere amplia difusi¨®n y repercusi¨®n medi¨¢tica el caso Urdangarin.
El caso Urdangarin afect¨® a la imagen de los espa?oles sobre la Corona
?Estamos ante una ca¨ªda en picado del sentimiento mon¨¢rquico en nuestra sociedad? Ser¨ªa exagerado afirmarlo. Por un lado, porque dicho sentimiento apenas ha existido. Espa?a ha sido desde 1978 una Monarqu¨ªa parlamentaria sin apenas mon¨¢rquicos declarados, aunque s¨ª con una amplia base de juancarlistas. Ha sido la forma en que el Rey ha ejercido sus funciones lo que ha conferido legitimidad social a la Monarqu¨ªa, y no al rev¨¦s. Como escribiera hace alg¨²n tiempo Miguel ?ngel Aguilar, estamos ante el caso de un rey que se ha ganado su corona: la prueba es que todav¨ªa hoy, 37 a?os despu¨¦s de su proclamaci¨®n como Rey, el 78% de los espa?oles piensa que sin la presencia y actuaci¨®n de Don Juan Carlos la transici¨®n a la democracia no hubiese sido posible. Es esta una deuda de gratitud que el tiempo no logra difuminar y que ¡ªsignificativamente¡ª expresan incluso los m¨¢s j¨®venes. Pero esto no impide que, por otro lado, se tienda cada vez m¨¢s a percibir a la instituci¨®n mon¨¢rquica como algo esencialmente anacr¨®nico (aunque no por ello forzosamente disfuncional o in¨²til): su car¨¢cter mismo de magistratura hereditaria va frontalmente a contrapelo de los valores (igualitarismo, m¨¦rito personal, logro individual) que caracterizan a una sociedad democr¨¢tica avanzada ¡ªcomo es ya la espa?ola¡ª. Es una instituci¨®n que (salvo que se asiente en una tradici¨®n ininterrumpida y multisecular, como ocurre por ejemplo en Gran Breta?a) ha de justificar su pervivencia con la eficacia de su ejercicio y con el carisma personal de quien la encarne, que es sin duda lo que ha ocurrido en Espa?a en estos ¨²ltimos decenios. Pero si la instituci¨®n, por unas u otras razones, empieza a ser percibida como socialmente problem¨¢tica (y no solo como solventadora de problemas), su arraigo y prestigio social corren el riesgo de deteriorarse. Que es, sin duda tambi¨¦n, lo que ha ocurrido (probablemente no de forma irreversible) en Espa?a en estos ¨²ltimos meses: no cabe ignorar que de forma casi un¨¢nime (95%) los espa?oles piensan que el caso Urdangarin ha afectado gravemente a la imagen p¨²blica de la Corona.
?Un Rey bien evaluado por la ciudadan¨ªa? Sin lugar a dudas. Ya en 1978 el rey Juan Carlos era la figura p¨²blica mejor considerada por la ciudadan¨ªa, y pese a todo lo ocurrido en este a?o ¨²ltimo, sigue si¨¦ndolo en la actualidad. La distancia a su favor en el saldo de aprobaci¨®n ciudadana, seg¨²n datos del Bar¨®metro de Confianza Institucional publicado en estas p¨¢ginas el pasado 30 de diciembre, es de 75 puntos respecto del Gobierno, de 86 puntos respecto del Parlamento y de 100 respecto de pol¨ªticos y partidos pol¨ªticos: una distancia abrumadora. Por otro lado, el conjunto de su trayectoria en sus ya casi cuatro decenios como Jefe del Estado merece de la ciudadan¨ªa una llamativa puntuaci¨®n media de 7.3. Es verdad que lo que se conoce como asunto Botsuana dio lugar a una apreciable censura ciudadana que da?¨® la hasta entonces invariablemente elevada imagen social del Rey. El 74% que en marzo de 2012 aprobaba la forma en que Don Juan Carlos desempe?aba sus funciones cay¨® abruptamente, tras los acontecimientos de abril, a un 52%. Esta cifra, en este pasado diciembre, hab¨ªa subido a un 58% en lo que parece una clara tendencia de recuperaci¨®n.
?Qu¨¦ se espera del Rey? Al respecto los espa?oles tienen ideas muy claras: ante todo y sobre todo, que represente a Espa?a en el exterior, como (seg¨²n un 76%) ha venido haciendo. Es decir, que sea a la vez ense?a y primer embajador de nuestro pa¨ªs y principal valedor de la ¡°marca Espa?a¡±, con su apoyo en el exterior a las empresas espa?olas. Adem¨¢s, siete de cada diez aprecian su papel de ¨¢rbitro y moderador en las disputas interpartidistas internas. Su imagen p¨²blica queda as¨ª configurada, a ojos de la ciudadan¨ªa, como un activo nacional de importancia estrat¨¦gica, de ah¨ª, con toda probabilidad, la posible hiperreactividad de nuestra sociedad ante cualquier hecho o comportamiento de la propia Corona, o de su entorno, que pueda comprometer aquella.
?Tiene futuro la Corona? La respuesta, desde el pragmatismo posibilista (o, si se prefiere, desde el ¡°accidentalismo¡±) con que los espa?oles enfocan la cuesti¨®n de la forma del Estado, es condicionada: en principio s¨ª, pero dependiendo de c¨®mo sea desempe?ada la instituci¨®n por quien en cada momento sea su titular. De cara al futuro m¨¢s inmediato no parece haber lugar a dudas: el 74% de los espa?oles cree que en estos momentos la Corona est¨¢ firmemente asentada en nuestro pa¨ªs y que la sucesi¨®n, en su d¨ªa, de don Juan Carlos por el pr¨ªncipe Felipe se producir¨¢ con toda normalidad. Por otro lado, el actual Pr¨ªncipe de Asturias ha sabido transitar este tiempo especialmente turbulento (para Espa?a y para la Casa Real) sin desgaste alguno en su imagen p¨²blica. El 66% de los espa?oles aprueba la forma en que est¨¢ desempe?ando sus funciones y el 79% considera que est¨¢ ya preparado para desempe?ar la jefatura del Estado. En otras palabras, cuando llegue el momento, y a diferencia de su padre, don Felipe no tendr¨¢, de entrada, que preocuparse por ganarse la Corona sino por contribuir, con su forma de ejercerla, a su asentamiento y pervivencia.
Jos¨¦ Juan Toharia, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa, es presidente de Metroscopia. Todos los datos citados en este texto proceden de sondeos de opini¨®n realizados por Metroscopia en noviembre y diciembre de 2012, as¨ª como de los recogidos en Pulso de Espa?a 1 y Pulso de Espa?a 2 (Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n/Biblioteca Nueva, 2011 y 2012, respectivamente).
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