Euskadi 2013

El a?o viejo se despidi¨® en el Pa¨ªs Vasco con el acuerdo alcanzado entre el PSE de Guip¨²zcoa y Bildu para la aprobaci¨®n del presupuesto de ese territorio, gobernado por la coalici¨®n abertzale, para 2013. La portavoz socialista en las Juntas Generales justific¨® su posici¨®n argumentando que no se trataba de un pacto sino de coincidencia sobre algo que hab¨ªa propuesto su partido y aceptado Bildu: un plan de est¨ªmulo econ¨®mico y contra el desempleo que se concret¨® en la inclusi¨®n de una partida de 7,6 millones de euros para esos fines en unos presupuestos de 661 millones.

La decisi¨®n caus¨® cierta perplejidad, pero habr¨ªa quedado en pol¨¦mica provincial si la portavoz no hubiera a?adido que, una vez desaparecido el terrorismo de ETA, el entendimiento entre partidos de izquierda como Bildu y el PSE ¡°es inevitable¡±; y si el secretario general del PSE de ?lava, Txarli Prieto, no hubiera ido m¨¢s all¨¢ al teorizar d¨ªas despu¨¦s, con vistas al cercano congreso de su partido, la necesidad de un giro radical respecto a la estrategia de centralidad intentada por Patxi L¨®pez, en favor de una dirigida ¡°a los trabajadores¡± y que implicase una pol¨ªtica de alianzas totalmente diferente que incluir¨ªa la posibilidad de pactos ¡°sin prejuicios¡± con otras formaciones de izquierda, entre las que estar¨ªa Bildu.

Esto ya ha provocado algo m¨¢s que desconcierto en las filas socialistas porque supone considerar que la retirada de ETA convierte autom¨¢ticamente a su antiguo brazo pol¨ªtico en un partido democr¨¢tico (y adem¨¢s de izquierda), lo que no es algo que pueda considerarse evidente. En primer lugar, porque esa retirada no se ha traducido en disoluci¨®n de la banda, y tanto Bildu como las otras marcas de la izquierda abertzale se han abstenido de reclam¨¢rselo; al rev¨¦s, pretenden condicionarla a la obtenci¨®n de contrapartidas pol¨ªticas, como la retirada de las fuerzas de seguridad de territorio vasco. Y mantienen su negativa a reconocer su complicidad de d¨¦cadas con el terrorismo.

Todav¨ªa hoy, cada vez que se producen detenciones de miembros de ETA armados, sus portavoces advierten que con ello se pone en peligro el ¡°proceso de paz¡±. Es una advertencia d¨¦bil, porque la posibilidad de un regreso del terrorismo es casi nula. Pero refleja que hay todav¨ªa demasiado del pasado de Batasuna en Bildu, Amaiur y EH-Bildu como para considerarlas formaciones pol¨ªticas como las dem¨¢s. Por eso, la actitud de los socialistas guipuzcoanos y los argumentos que simplifican el problema diciendo que lo importante es qu¨¦ se pacta y no con qui¨¦n tienen el efecto de que los sucesores de Batasuna se sientan dispensados de dar ese doble paso de reclamar la disoluci¨®n sin contrapartidas de ETA y reconocer su larga responsabilidad en la legitimaci¨®n del terrorismo. Reconocimiento que es condici¨®n necesaria para poder abordar cuestiones como la situaci¨®n de los presos de ETA.

La disoluci¨®n de Batasuna anunciada la semana pasada, ?podr¨ªa entenderse como un intento de predicar con el ejemplo, para que ETA haga lo mismo? M¨¢s bien parece inscribirse en el proceso de reunificaci¨®n de todas las piezas del viejo entramado en Sortu, el partido que se constituir¨¢ el 23 de febrero y que seg¨²n la ponencia ideol¨®gica a debate ¡°recoge el caudal del MLNV¡± (siglas del movimiento articulado en torno y bajo la direcci¨®n de ETA) y aspira a convertirse en el ¡°referente pol¨ªtico de toda la izquierda abertzale¡±. De la ponencia ha desaparecido la conclusi¨®n que en el texto original se sacaba de lo anterior: la ¡°vocaci¨®n de Sortu debe ser convertirse en la ¨²nica fuerza pol¨ªtica nacional¡±, que conectaba con el vanguardismo excluyente que en la tradici¨®n etarra identificaba vasco con patriota consecuente. Tambi¨¦n ha desaparecido la menci¨®n a la Alianza Bolivariana como posible referencia internacional.

Pero la discusi¨®n sobre los l¨ªmites a la hora de pactar con Bildu no es tanto ideol¨®gica como pol¨ªtica. La idea seg¨²n la cual hay que dejar que gobierne las instituciones en que tenga mayor¨ªa, para que madure (y se desgaste) frente a las dificultades de la gesti¨®n diaria, tiene fundamento; pero tambi¨¦n l¨ªmites. No es lo mismo alcanzar acuerdos en un ayuntamiento ¡ªque es sobre todo un organismo de gesti¨®n de servicios¡ª que en una instancia pol¨ªtica, como una comunidad aut¨®noma. Por ello, lo inquietante no es tanto el acuerdo concreto de Guip¨²zcoa, discutible en todo caso, como las razones invocadas, que abren paso a pactos pol¨ªticos ¡°sin prejuicios¡± con los herederos de Batasuna en otros ¨¢mbitos.

La experiencia del Tripartito catal¨¢n muestra los riesgos de pactos, m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito municipal, con partidos independentistas. La idea de asociar a ERC a responsabilidades de gobierno para favorecer su definitiva integraci¨®n en la normalidad institucional se tradujo en la pr¨¢ctica en la adaptaci¨®n de los socialistas a los planteamiento radicales de su socio para evitar la ruptura de la coalici¨®n; lo que a su vez provoc¨® la radicalizaci¨®n de CiU en la oposici¨®n. Sus efectos para los socialistas catalanes est¨¢n hoy a la vista.