La soberan¨ªa como aureola
Cuesta negar la conveniencia de una manifestaci¨®n de la ciudadan¨ªa sobre la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a o sobre su eventual modificaci¨®n
El concepto de soberan¨ªa ha sido y es uno de los m¨¢s discutidos en la filosof¨ªa pol¨ªtica, en el derecho constitucional y en el derecho internacional. Cada vez cuesta m¨¢s dar con una versi¨®n universal y pac¨ªfica de esta categor¨ªa te¨®rica. Una obra reciente y documentada (Kelmo-Skinner, Sovereignty in Fragments: The Past, Present and Future of a Contested Concept, Cambridge 2010) expone de nuevo la accidentada historia de la idea de soberan¨ªa, sus aplicaciones controvertidas en los ¨¢mbitos interno y externo del Estado, su instrumentaci¨®n pol¨ªtica y su evoluci¨®n en diferentes contextos.
Tan compleja panor¨¢mica suscita muchas dudas sobre la utilidad de fundar en una soberan¨ªa original de la naci¨®n catalana la reclamaci¨®n de un refer¨¦ndum o consulta popular sobre la definici¨®n de las relaciones Catalu?a-Espa?a. Pero tambi¨¦n las suscita rechazar la celebraci¨®n de dicha consulta en base a la afirmaci¨®n constitucional de una soberan¨ªa reservada al pueblo espa?ol. M¨¢s que clarificar los t¨¦rminos del debate, agarrarse al concepto de soberan¨ªa incrementa la confusi¨®n. La misma confusi¨®n que un reconocido fil¨®sofo del derecho, Alf Ross, le imput¨® ya hace a?os cuando escrib¨ªa que ¡°apenas hay otra materia en la cual la oscuridad y la confusi¨®n sean tan grandes como en esta¡±.
Partidarios y adversarios de celebrar dicha consulta deber¨ªan esquivar, por tanto, la invocaci¨®n de una categor¨ªa tan problem¨¢tica y concentrarse, no en una justificaci¨®n mediante doctrinas impugnables, sino en la conveniencia democr¨¢tica de consultar directamente a la ciudadan¨ªa sobre una cuesti¨®n de futuro que le concierne muy radicalmente. Porque, a estas alturas y despu¨¦s de tantas vueltas y revueltas, cuesta negar la conveniencia de una manifestaci¨®n directa de la ciudadan¨ªa para que se pronuncie abiertamente y sin intermediarios sobre la conservaci¨®n del actual statu quo de la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a o, alternativamente, sobre su eventual modificaci¨®n. Discut¨ª hace unos a?os la utilidad de una consulta de este tipo con quien la propon¨ªa. Pero las circunstancias de hoy me llevan a pensar que poner barreras a la posibilidad de esta expresi¨®n directa de las preferencias ciudadanas no hace m¨¢s que incrementar la tensi¨®n, enquistar el problema e impedir que afloren datos necesarios para su ulterior tratamiento.
Lo cierto es que una noci¨®n equ¨ªvoca como la de soberan¨ªa permite manejar tantas y tan discutibles razones para consultar exclusivamente a los catalanes sobre su relaci¨®n con el Estado como para sostener que dicha consulta debe hacerse al conjunto de los espa?oles. Si es as¨ª, la voluntad ciudadana puede expresarse en forma de refer¨¦ndum territorial limitado a Catalu?a, siguiendo la puerta abierta por la interpretaci¨®n inteligente de la legislaci¨®n espa?ola que propon¨ªa el profesor Rubio Llorente hace unos meses. Pero tambi¨¦n podr¨ªa manifestarse en un refer¨¦ndum de ¨¢mbito estatal que certificar¨ªa estad¨ªsticamente tanto la orientaci¨®n del electorado espa?ol como la orientaci¨®n del electorado catal¨¢n. En ambos casos contar¨ªamos con datos indispensables para disipar en alguna medida las persistentes brumas del bizantinismo y del sectarismo que envuelven este prolongado debate.
Situados en un terreno pura y duramente pol¨ªtico, lo que conviene aquilatar ahora es el peso de los recursos de que dispone cada una de las opciones en debate. Mayor¨ªas ciudadanas correctamente registradas, alianzas con colectivos-clave de la sociedad, complicidades internacionales m¨¢s o menos expl¨ªcitas y tambi¨¦n argumentos jur¨ªdicos siempre interpretables: es la suma de todo ello y no ¨²nicamente un solo factor lo que sirve para armar la defensa de las respectivas posiciones.
A este inventario de recursos hay que sumar la destreza en el manejo de los tiempos del proceso y en el formato de los mensajes que se emiten durante el mismo. Hay que reconocer que no son destrezas exhibidas con demasiada soltura por quienes en el curso de estos ¨²ltimos meses pretenden dirigir las respectivas alternativas. Lo ponen de manifiesto en la escena catalana las propuestas de resoluci¨®n parlamentaria sobre el derecho a decidir, todas ellas caracterizadas por una extensi¨®n y una prolijidad inadecuadas a mi juicio para facilitar los puntos de encuentro y aptas en cambio para fomentar los desacuerdos puntillosos sobre los detalles.
En esta ocasi¨®n y en tantas otras, calibrar recursos, mesurar tiempos y administrar argumentos es de importancia capital en pol¨ªtica. Bastante m¨¢s que intentar envolverse con la aureola de un concepto tan discutido como el de soberan¨ªa, por llamativo y solemne que sea.
Josep M. Vall¨¨s es catedr¨¢tico em¨¦rito de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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