Corrupciones
Mi primer contacto con la corrupci¨®n financiera en Espa?a fue fugaz y rentable. Una vez despedido de la preparaci¨®n de un programa hist¨®rico en TVE hacia 1982, el juez me asign¨® una indemnizaci¨®n de un mill¨®n de pesetas. ?Qu¨¦ pod¨ªa hacer con el regalo? Como en medios universitarios escaseaban los asesores econ¨®micos, acud¨ª al joven marido de una conocida, quien trabajaba en una sociedad de inversiones, primera etapa de una brillante carrera futura en la gesti¨®n de fondos de alto riesgo. Me recomend¨® que adquiriera un bono del tesoro en su sociedad, para luego rescatarlo poco antes de cumplirse el a?o, con una leve p¨¦rdida, de sobra compensada por quedar al margen del pago de impuestos. La sociedad me proporcion¨® un vale, con el cual acud¨ª a la entrada trasera del Banco de Espa?a por la calle marqu¨¦s de Cubas. Al ofrecer yo el DNI, el se?or de la ventanilla lo rechaz¨® y me hizo el pago. Coment¨¦ el episodio con un par de amigos del PCE, uno de ellos Jos¨¦ Sandoval, quienes no prestaron atenci¨®n a mi historia. Obviamente no reincid¨ª. Recientemente he sabido que mi enlace femenino de entonces hizo p¨²blico por imperativo legal un patrimonio de m¨¢s de mil millones de las antiguas pesetas.
A mediados de los 90 impart¨ª una conferencia en Pamplona sobre historia de la corrupci¨®n. Al salir una secretaria sac¨® del bolso setenta y cinco mil pesetas para pagarme. ¡°?D¨®nde se firma?¡±, pregunt¨¦. ¡°No; aqu¨ª no se firma¡±, fue la respuesta. Repliqu¨¦ sonriendo que deb¨ªan invitarme a dar otra conferencia, con un t¨ªtulo a elegir entre ¡°corrupci¨®n en Navarra¡± o ¡°la corrupci¨®n es Navarra¡±. No hubo invitaci¨®n, pero s¨ª pude comprobar en futuras visitas a Pamplona, ya en el nuevo siglo, que todo funcionaba en regla.
Ni PP ni PSOE abordar¨¢n la imprescindible depuraci¨®n de responsabilidades propias
En ambos casos, la intervenci¨®n de instituciones p¨²blicas en los mecanismos de corrupci¨®n no era nada nuevo en Espa?a, como no es nueva, salvo en las dimensiones y en los protagonistas, la oleada de pr¨¢cticas corruptas que estamos viviendo. Una y otra vez, el enriquecimiento mediante el fraude tiene lugar aplicando la f¨¢bula de las moscas que acuden al panal, y lo que es m¨¢s importante, bajo el amparo de pol¨ªticos destacados que acaban protagonizando la operaci¨®n. La gran estafa que supuso la concesi¨®n del contrato a la Trasatl¨¢ntica del marqu¨¦s de Comillas por el gobierno Sagasta puso a prueba en el Congreso la capacidad de los hombres de la Restauraci¨®n para machacar a los ciudadanos en beneficio de los propios bolsillos. Y lo mismo cabe decir entre 1905 y 1928 del episodio en que notables de la ¨¦poca, con Antonio Maura a la cabeza, bloquean la construcci¨®n de embalses para abastecer de agua a Madrid con tal de defender un supuesto privilegio del marqu¨¦s de Santillana.
Nada tiene de extra?o que la historiograf¨ªa se haya mostrado clemente con la corrupci¨®n pret¨¦rita, sobre la base de que tanto en el plano pol¨ªtico como en el econ¨®mico exist¨ªa en otros pa¨ªses. Solo que una cosa era la presencia de corrupci¨®n en un sistema, y otra que el sistema fuera la corrupci¨®n (el gobierno hace las elecciones). La ¨²ltima recuperaci¨®n en este sentido corresponde a la figura de Juan March, al parecer hombre de negocios sin ley, con asombrosa capacidad de hacer dinero ¡°cosa que nunca ha estado bien vista en Espa?a¡± (sic). Las justificaciones se suceden para el Smugglers¡¯ King del Mediterr¨¢neo, as¨ª llamado por los servicios diplom¨¢ticos ingleses, que sobornaba a todas las organizaciones pol¨ªticas de Mallorca, salvo a los liberales de Weyler. Antes de financiar el 18 de julio. Una extensa investigaci¨®n sin franquear los archivos del biografiado hace posible el lavado de imagen.
El hecho es que gracias a la sucesi¨®n de voraces creadores de riqueza propia a costa de intereses p¨²blicos hemos llegado a la situaci¨®n actual, sobre cuya g¨¦nesis habr¨ªa que ir m¨¢s all¨¢ del ladrillo, hasta esa vertiente hispana del fraude financiero de patrocinio p¨²blico que solo emerge con los grandes esc¨¢ndalos. Nos falta un Inside Job. El PP y su G¨¹rtel encabezan la clasificaci¨®n, con ventaja abrumadora, pero no hay que olvidar los tiempos de desregulaci¨®n bajo Zapatero ¡ªaquellos inexplicables elogios a la Banca de Elena Salgado¡ª ni los ERE (hasta peque?as miserias actuales: Fundaci¨®n Ideas). Sobre todo para destacar que ni PP ni PSOE abordar¨¢n la imprescindible depuraci¨®n de responsabilidades propias. Insistamos: ¨²nicamente una Comisi¨®n Nacional encargada de un Libro Blanco de la corrupci¨®n puede sacarnos del barro. Trabajos como los de Fernando Jim¨¦nez y Vicente Carbona marcan la pauta.
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