Al PP le entra el p¨¢nico
Los movimientos sociales son en este momento la principal fuerza de regeneraci¨®n democr¨¢tica
La presi¨®n de la ciudadan¨ªa ha provocado que el PP entre en estado de vacilaci¨®n. Seis rectificaciones en un d¨ªa dan a entender que el Gobierno vive en una situaci¨®n de desconcierto evidente. Acomodado en una amplia mayor¨ªa absoluta y sin una oposici¨®n fuerte, actuaba convencido de que pod¨ªa tomar las iniciativas m¨¢s impopulares con toda impunidad. No tiene oposici¨®n delante, pero tiene enfrente a la ciudadan¨ªa. Despu¨¦s de tantos meses de repetir que hace lo que hay que hacer y no se puede hacer otra cosa, a Rajoy le ha entrado el p¨¢nico. De pronto ha sentido el v¨¦rtigo de la soledad.
Los mecanismos de participaci¨®n del sistema pol¨ªtico espa?ol est¨¢n averiados, si es que existieron alguna vez, pero la movilizaci¨®n social ha conseguido que la presi¨®n subiera por esas debilitadas arterias hasta forzar al Gobierno a dar varios pasos atr¨¢s. Es una buena noticia, porque indica que la ciudadan¨ªa sigue viva y que hay energ¨ªa para regenerar el sistema pol¨ªtico.
Alg¨²n d¨ªa se tendr¨¢ que hacer la genealog¨ªa de la Transici¨®n. Entonces, el miedo a la inestabilidad en un pa¨ªs sin tradici¨®n democr¨¢tica sirvi¨® para justificar que se armaran unas instituciones cerradas e impermeables. Las mayor¨ªas absolutas hicieron el resto. Y el PP y el PSOE se convirtieron en la vertebraci¨®n de Espa?a. Este modelo bipartidista ha perdido la confianza de los ciudadanos, que lo ven m¨¢s como un mecanismo de control social que de vinculaci¨®n democr¨¢tica.
Unas pocas horas antes de que Rajoy diera la orden a su partido de cambiar el voto anunciado y admitir a tr¨¢mite la iniciativa popular para la daci¨®n en pago de las hipotecas, el presidente hab¨ªa repetido uno de sus t¨®picos favoritos: ¡°No he cumplido con mis promesas, pero al menos he cumplido con mi deber¡±. La compatibilidad entre el incumplimiento de las promesas y el cumplimiento del deber es por lo menos discutible. Rajoy pretende que la cruda realidad le forz¨® a cambiar sus planes. Pero es imposible creer ¡ªsalvo supuesto de suma incompetencia¡ª que cuando formul¨® las promesas no supiera la realidad que se encontrar¨ªa. Con lo cual hay negligencia en el deber antes o despu¨¦s, en la formulaci¨®n de la promesa o en la toma de decisiones. B¨¢rcenas, las hipotecas, el miedo al estallido social y las dudas sobre la gesti¨®n del Gobierno por parte de algunos poderes corporativos importantes: esta es la suma de factores que han llevado a Rajoy a parar el tren y tomarse un respiro. Lo que no ha conseguido la oposici¨®n lo ha conseguido la calle. Eso s¨ª, ha sido necesario un mill¨®n y medio de firmas, una ca¨ªda fulminante del PP en las encuestas y unos cuantos suicidios, para que el Gobierno emprendiera alguna rectificaci¨®n. Siempre tarde. Es el problema de Rajoy. Es muy dif¨ªcil dar coherencia a una pol¨ªtica cuando las decisiones importantes son siempre de ¨²ltima hora.
Pero donde se acumulan las sospechas sobre el cumplimiento del deber por parte de Mariano Rajoy es en el caso B¨¢rcenas, sobre el que se acaba de descubrir una nueva mentira. Es falso que el extesorero estuviese totalmente desvinculado del PP desde hace dos a?os, por m¨¢s que lo hayan repetido en cadena los dirigentes de la derecha. El partido le ha estado pagando incluso la seguridad social. Rajoy todav¨ªa no se ha pronunciado sobre la persona de B¨¢rcenas. Y mientras no lo haga, la sombra de la sospecha, la hip¨®tesis del chantajista, seguir¨¢ devorando su autoridad.
El martes el PP tom¨® conciencia de su soledad. Y fue el d¨ªa de las concesiones. Por elemental respeto a la ciudadan¨ªa era necesario aceptar la iniciativa popular a tr¨¢mite. El PP no la asumi¨® hasta que se vio rodeado. Antes de la rectificaci¨®n, el parlamento vivi¨® uno de las situaciones m¨¢s humillantes de su historia. Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, con la venia de los principales grupos parlamentarios, habl¨® a puerta cerrada, sin actas ni taqu¨ªgrafos. Un acto indigno que descalifica a los se?ores diputados: ?c¨®mo puede permitirse que un poder contramayoritario ponga condiciones y fuerce las normas de una c¨¢mara democr¨¢tica? Draghi despleg¨® el obsceno paternalismo tecnocr¨¢tico que gobierna Europa: puso buena nota a los espa?oles pero exigi¨® nuevos sacrificios. El mi¨¦rcoles por la ma?ana, la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa utiliz¨® a Draghi como cita de autoridad para glosar las bondades de la reforma laboral. De modo que es razonable pensar que la rectificaci¨®n es solo una pausa. Pero sirve para confirmar dos cosas: que el Gobierno se siente inseguro y aislado y que los movimientos sociales son en este momento la principal fuerza de regeneraci¨®n democr¨¢tica.
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