¡°Me puso la pistola en la cabeza, pero consegu¨ª reducir al atracador¡±
Un guardia civil que estaba de vacaciones en Sevilla se enfrenta al ladr¨®n de un banco
"?Quieto todo el mundo, no os mov¨¢is!", grit¨® este mi¨¦rcoles al mediod¨ªa un hombre en una sucursal bancaria del barrio de Parque de Alcosa, en Sevilla. "?Esto es un atraco, todos contra la pared!", continu¨®. Un joven de 26 a?os no obedeci¨® sus ¨®rdenes. El ladr¨®n le puso de rodillas y le enca?on¨® con una pistola. Pero, aprovechando un movimiento del delincuente, el chico consigui¨® tirarlo al suelo y reducirlo. Fue entonces cuando revel¨® que era un agente de la Guardia Civil destinado en Gipuzkoa que se encontraba de vacaciones en su ciudad natal. Como si de un guion de Hollywood se tratase, un ciudadano desarmado se enfrent¨® al malo y su actuaci¨®n fue determinante para que la polic¨ªa lo detuviera.
El guardia civil hab¨ªa ido con su madre al banco para hacer unas gestiones. Cuando un hombre con la cara tapada entr¨® en la sucursal y, a punta de pistola, exigi¨® a la cajera que metiera el dinero en una bolsa y oblig¨® a quienes estaban dentro de la entidad a ponerse contra la pared, el agente decidi¨® no enfrentarse a ¨¦l directamente. Sab¨ªa que el atracador estaba nervioso. Sin embargo, no obedeci¨® sus ¨®rdenes.
Fueron dos se?oras ¡ªuna que estaba sacando dinero del cajero y otra que se encontraba a las puertas de la sucursal cuando entr¨® el ladr¨®n¡ª, las que avisaron a la polic¨ªa. Al advertir lo que ocurr¨ªa, echaron a correr para pedir auxilio y encontraron a una patrulla de la Polic¨ªa Nacional en la esquina de la calle. Esta, inmediatamente, se traslad¨® frente a la entidad bancaria y procedi¨® a asegurarse de que no hab¨ªa m¨¢s atracadores en la zona. Los cinco agentes rodearon entonces el edificio. Localizaron el coche del atracador. Lo hab¨ªa dejado abierto, aparcado en doble fila, listo para arrancar. Era imposible entrar en la sucursal. No sab¨ªan si hab¨ªa rehenes y no pod¨ªan ponerlos en peligro.
Mientras, en el interior de la oficina, el guardia civil le ped¨ªa a su madre que se metiera debajo de la mesa. El ladr¨®n, muy nervioso, gritaba "?Quieto todo el mundo, no os mov¨¢is!" y los pon¨ªa en fila de cara a la pared. Lleg¨® incluso a golpear a un se?or mayor, que cay¨® al suelo. "?Qu¨¦ pasa, no piensas hacerme caso?", le dijo al agente, que no hab¨ªa obedecido sus ¨®rdenes. Le oblig¨® entonces, a punta de pistola, a arrodillarse, a poner las manos detr¨¢s de la cabeza, y lo enca?on¨®.
Ese fue el peor momento para el agente. Su madre estaba viendo c¨®mo el delincuente apuntaba a su hijo y su novia, que estaba fuera esperando, tambi¨¦n percib¨ªa movimientos dentro de la sucursal. Adem¨¢s, ¨¦l sab¨ªa que la pistola estaba montada y lista para disparar. Sin embargo, en un momento en el que el ladr¨®n volvi¨® la cabeza, el guardia civil reuni¨® el valor para meter la pierna entre las suyas y hacerle una zancadilla. Ya en el suelo, hubo un forcejeo entre ambos y el atracador perdi¨® el arma que, aunque se parec¨ªa mucho a la que usan los polic¨ªas, result¨® ser de balines impulsados por gas. Entonces, un trabajador del banco se abalanz¨® sobre el hombre tirado en el suelo y ayud¨® al agente, que se qued¨® a horcajadas sobre el frustrado atracador.
Cuando la situaci¨®n estuvo controlada, un hombre sali¨® de la sucursal para pedir ayuda. Se top¨® con varios polic¨ªas que lo apuntaban con una pistola. "?Yo no soy!", gritaba. Cuando los agentes comprobaron que, efectivamente, no se trataba del ladr¨®n, entraron al banco y encontraron al caco reducido por el guardia civil. Result¨® que algunos de ellos conoc¨ªan al atracador: era camarero en una cafeter¨ªa que se encuentra frente a la comisar¨ªa del distrito. Solo tuvieron que ponerle las esposas y llev¨¢rselo. El trabajo duro ya lo hab¨ªa hecho el guardia civil.
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