Debate, no combate

A partir de mediados de los noventa, nuestra clase pol¨ªtica pareci¨® considerar ya innecesario el esp¨ªritu pactista de fondo que caracteriz¨® la Transici¨®n (y que era compatible, por supuesto, con discusiones a cara de perro en la superficie pol¨ªtica cotidiana) y abraz¨® la idea de que la b¨²squeda de acuerdos en las decenas de asuntos que la Constituci¨®n dej¨® pendientes equival¨ªa a entreguismo y traici¨®n. Nuestra Ley Fundamental ha ido as¨ª oxid¨¢ndose por falta del necesario mantenimiento al tiempo que el debate anual sobre el estado de la naci¨®n pasaba a oficiarse en clave exclusivamente pugil¨ªstica: solo se pretende el golpe certero que pueda dejar al oponente fuera de combate.

A esta transmutaci¨®n en mera pelea de lo inicialmente pensado como oportunidad de consenso probablemente ha contribuido la infundada creencia de que ganarla conlleva claros r¨¦ditos electorales. En realidad, los datos disponibles indican m¨¢s bien lo contrario: es el cr¨¦dito electoral del que, en el momento de celebrarse el debate, dispongan Gobierno y oposici¨®n lo que orienta la opini¨®n ciudadana sobre el resultado del mismo. A lo que en su transcurso pueda decirse generalmente solo le presta atenci¨®n ¡ªy m¨¢s bien distra¨ªda¡ª el 50% de la poblaci¨®n. Lo usual es que sea declarado sin m¨¢s vencedor el l¨ªder que, en esos momentos, vaya por delante en las preferencias electorales ciudadanas.

As¨ª ocurri¨® entre 2003 (cuando empez¨® a medirse de forma confiable el resultado de este debate en t¨¦rminos de vencedor/perdedor) y 2009. En 2010, quienes consideraron ganador a un ZP ya muy declinante superaron solo en ocho puntos a quienes se?alaron a Rajoy, pero por primera vez la opini¨®n m¨¢s extendida fue que ninguno merec¨ªa ser declarado vencedor. Y en el debate de julio de 2011, cuando se daba ya por cierta la rotunda victoria del PP en las inmediatas elecciones, fue Rajoy el considerado ganador (si bien volvieron a ser m¨¢s los espa?oles que pensaron que nadie merec¨ªa la victoria).

Al debate de este mi¨¦rcoles los dos principales contrincantes llegan con sus partidos en situaci¨®n lamentable en cuanto a fidelidad de voto: apenas un 35% de quienes en 2011 votaron al PP o al PSOE dice que volver¨ªa a hacerlo ahora. As¨ª las cosas (y aunque esa cifra no exprese alineamientos electorales definitivos sino el actual estado de ¨¢nimo), lo que perentoriamente necesitan ambos no es tanto vencer al rival como convencer juntos a la ciudadan¨ªa de que abren un tiempo nuevo: el tiempo de di¨¢logo y pacto que esta lleva meses pidiendo. Si, en una coyuntura que el espa?ol medio vive como de aut¨¦ntica emergencia nacional, el debate se queda otra vez en mero combate, nuestra clase pol¨ªtica no solo habr¨¢ perdido una gran oportunidad de reconectar con quienes le han vuelto la espalda sino que habr¨¢ ¡ªinsensatamente¡ª aplicado una vuelta de tuerca m¨¢s a la ya castigada v¨¢lvula que, mal que bien, va logrando impedir el estallido de la c¨®lera popular.

Jos¨¦ Juan Toharia es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa y presidente de Metroscopia.