Faltan papables espa?oles
De la Iglesia de la concordia del inicio de la Transici¨®n no ha quedado piedra sobre piedra
Espa?a est¨¢ de regreso en Europa, anunciaba nada m¨¢s llegar el ministro de Asuntos Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo. Pero los hechos se?alan que los espa?oles hemos desaparecido del Banco Central Europeo y que la presencia de nuestros compatriotas en las instituciones y organismos de la UE se ha visto disminuida. Lo mismo parece haber sucedido en el seno de la Curia Romana y del Sacro Colegio Cardenalicio, donde ni siquiera figura el arzobispo de Toledo, titular de la di¨®cesis primada de Espa?a. ?Ser¨¢ que discriminan a los nuestros como hace la UE o ser¨¢ que nuestros posibles candidatos flojean? La impresi¨®n es que el prestigio de nuestros te¨®logos se extingui¨® tras alumbrar la luz de Trento y ser martillo de herejes. Porque las universidades eclesi¨¢sticas espa?olas se entregan a la promoci¨®n de canonistas, equivalentes a los graduados en las escuelas de negocios, pero ?d¨®nde est¨¢n los te¨®logos? ?Hay por aqu¨ª alguna facultad de teolog¨ªa como la de Friburgo o Tubinga? ?De verdad la de San D¨¢maso, promovida por el arzobispo de Madrid Rouco Varela, puede tenerse en cuenta?
Los seminarios diocesanos est¨¢n vac¨ªos, el total de alumnos en Espa?a suman algo m¨¢s de seiscientos. La edad media del clero en algunas di¨®cesis supera los setenta a?os y sus efectivos no pueden retirarse porque han de atender cuatro o cinco parroquias. La tasa de reposici¨®n es ¨ªnfima. Todo un panorama desolador, que se compensa haciendo bulla en la calle y atronando por las ondas hertzianas a unas audiencias encendidas. Claro que frente a la devastaci¨®n de la Iglesia regular han florecido las que en terminolog¨ªa militar denominar¨ªamos fuerzas de intervenci¨®n r¨¢pida. Es decir, el Opus, los legionarios, los kikos, los de Comuni¨®n y Liberaci¨®n, los focolares, etc. Todas fuera de la disciplina del Ordinario del lugar, desinteresadas de las rutinas propias de las unidades de guarnici¨®n, manejadas a distancia por sus estados mayores, que rivalizan en demostrar capacidades de despliegue, y dotadas de sistemas de encuadramiento v¨¢lidos para sostener el entusiasmo y permitir operaciones fulgurantes de modo que al Papa no le falte ambientaci¨®n.
Los ¨²ltimos Papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, que se han paseado por el mundo entero, han elegido las visitas a determinados pa¨ªses para abrirse al di¨¢logo, lanzar mensajes de concordia y favorecer el entendimiento, pero en cuanto llegaban a Espa?a tiraban a dar, exigiendo obediencia. Los pont¨ªfices romanos han utilizado esas ocasiones para distinguirnos con su severidad y manifestar su desagrado por las leyes civiles adoptadas en el uso de nuestra libertad. Han dirigido sus recriminaciones a los Gobiernos espa?oles cuando los han considerado menos en sinton¨ªa con la Iglesia, sin dejar de extraerles ventajas econ¨®micas redobladas. Como si fu¨¦ramos terreno conquistado, han venido en busca de ba?os de multitud inmersos en espect¨¢culos de luz y sonido bajo los m¨¢s variados pretextos. Mientras, los pastores del lugar se afanaban en demostrar sumisi¨®n moviendo con soltura las ovejas de la plaza de Lima a Col¨®n o de Cibeles a Cuatro Vientos.
La jerarqu¨ªa episcopal ha sabido dosificar la algarab¨ªa callejera con el refuerzo de su cadena de radio y ahora de televisi¨®n (22 millones de euros gastados en dos a?os) que convierten cuando conviene en focos activos para la siembra del antagonismo cainita. Se han apuntado sin disimulo a la causa del Partido Popular cuando mejor les ha parecido. Han seguido con las canonizaciones de sus m¨¢rtires de la Guerra Civil, sin atender para nada a quienes fueron asesinados por la otra barbarie, la de los tan bendecidos sublevados, ni desautorizar a algunos hombres de iglesia y dem¨¢s fervorosos te¨®ricos del exterminio. De manera que de aquella Iglesia de la concordia del inicio de la Transici¨®n no ha quedado piedra sobre piedra.
Ahora el foco se fija en el c¨®nclave, sobre el que el Esp¨ªritu Santo podr¨ªa descender en alguna forma para posarse sobre los cardenales electores que, aislados de las influencias terrenales, han de se?alar al sucesor de Benedicto XVI. Est¨¢ descartado que el Esp¨ªritu, suma del carisma y la burocracia, se?ale a un espa?ol porque ninguno de nuestros compatriotas con asiento en la Capilla Sixtina llega con la condici¨®n previa de papable. Pero la ocasi¨®n presente ofrece caracter¨ªsticas singulares por ser la primera en los ¨²ltimos seis siglos que no va precedida de los funerales del papa anterior. Confirmaremos la superioridad lit¨²rgica de la Iglesia y veremos si prevalece la fumata blanca o se adelanta la noticia por las redes sociales. Eso s¨ª, quien conozca c¨®mo se ha producido el nombramiento del bar¨®n von Freyberg para el banco Vaticano (IOR) podr¨¢ se?alar desde ahora qui¨¦nes son los papables y qui¨¦nes son los hundidos.
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