312 lanzamientos al d¨ªa desde 2008
Los juzgados dictaron en cuatro a?os casi 400.000 ejecuciones hipotecarias La mayor¨ªa de afectados son parados, muchos de ellos inmigrantes
Entre 2008 y el tercer trimestre de 2012 se produjeron en Espa?a casi 400.000 ejecuciones hipotecarias. 391.032 para ser exactos. De media, 80.000 al a?o: 321 al d¨ªa si se descuentan los s¨¢bados y domingos. Son cifras oficiales, del Consejo General del Poder Judicial. No discriminan entre la naturaleza del inmueble: si es un piso, un chal¨¦ de lujo, una plaza de garaje, un edificio a medio construir, un solar o una finca r¨²stica. ¡°El Gobierno juega a la ceremonia de la desinformaci¨®n, con horquillas enormes¡±, critica el abogado colaborador de la PAH, Mart¨ª Batllori. Lo que est¨¢ claro es que son muchos, conviene.
Y por mucho que siempre se apostille que no solo son primeras viviendas, las ejecuciones sobre otros bienes inmuebles tambi¨¦n tienen perjudicados. Pueden ser promotores inmobiliarios (que han entregado masivamente promociones y solares a la banca), por ejemplo. A partir de los datos de las propias entidades, el diputado ecosocialista Joan Coscubiela cifra las daciones de promotores en m¨¢s de 100.000 millones de euros. Entre los afectados hay incluso especuladores (particulares o profesionales) que compraron pisos para revender o alquilar y se han pillado los dedos.
"El fallo no nos libra de la deuda si hay daci¨®n"
Solo tiene 18 a?os, pero sorprenden sus conocimientos de la maquinaria financiera y judicial. Wafae Zrakti ha aprendido a golpes, desde que a su madre se le desplomaron los ingresos y se quedaron sin poder pagar la hipoteca por el piso que habitan en Salt (Girona). La familia lleg¨® de Marruecos en 2001 y compr¨® el piso en 2004. Llevan un a?o sin pagar al Banco Popular. Zrakti representa al colectivo de inmigrantes de origen magreb¨ª o subsahariano que fueron ¡°enga?ados por no dominar el idioma¡±.
En su municipio, donde los inmigrantes son el 43% de la poblaci¨®n, estos son mayor¨ªa entre los afectados por los desahucios. Adem¨¢s, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Girona es una de las m¨¢s activas de Catalu?a. ¡°No entend¨ªa bien el idioma, pero tampoco se preocup¨® el notario de explicarle [a su familia] la letra peque?a, donde est¨¢n los abusos¡±, reprocha Zrakti.
El banco ya ha reclamado el piso, pero todav¨ªa no hay sentencia de desahucio. ¡°La sentencia de Europa probablemente lo parar¨¢, pero no resuelve el problema: no nos libra de la deuda en caso de daci¨®n¡±, lamenta. ¡°La ILP s¨ª¡±, subraya.
En cualquier caso, el grueso del drama est¨¢ en las familias que se quedan sin vivienda. Basta acudir a cualquiera de las asambleas que se organizan en las m¨¢s de 100 plataformas creadas desde 2009 en ciudades espa?olas para ver que el paro est¨¢ detr¨¢s del 90% de los casos. Y, m¨¢s que con el paro, el calvario comienza cuando a los parados se les termina el subsidio por desempleo. ¡°Antes doy de comer a mis hijos que al banco¡±, suelen decir los afectados, justificando por qu¨¦ dejaron un d¨ªa de pagar.
Los primeros sobreendeudados que llegaron a las asambleas de las PAH eran inmigrantes. Sin tantos v¨ªnculos como la poblaci¨®n local en sus barrios, acudieron a las plataformas desesperados. Con pisos tasados de forma estratosf¨¦rica entre 2005 y 2008, comprados con los tipos de inter¨¦s regalados y con cuotas que comenzaron por 600 euros (m¨¢s que asequible con dos sueldos) y que se convirtieron en imposibles de pagar cuando se doblaron y los ingresos cayeron a la mitad.
Son tambi¨¦n las PAH las que descubrieron el rosario de irregularidades que se cometieron mientras la burbuja inmobiliaria e hipotecaria no paraba de hincharse: fen¨®menos como las compras con avales cruzados (dos hermanos se avalaban mutuamente con la propiedad por la que se hipotecaban, de forma que cuando uno no pod¨ªa pagar el problema se multiplicaba), avales falsos, propiedades en el extranjero como aval¡ Era la ¨¦poca en que hasta las autoridades sal¨ªan por televisi¨®n animando a la ciudadan¨ªa a comprarse pisos; cuando el frenes¨ª del ladrillo convenci¨® a media Espa?a de que alquilar era tirar el dinero. Y todo ello con la complicidad de las oficinas bancarias de barrio y los notarios, que no daban abasto en estampar firmas en los documentos de escritura. Es lo que suelen argumentar las familias. Que s¨ª. Que ellas fueron responsables por comprar, pero que la presi¨®n era enorme y que nadie les explic¨® la letra peque?a.
Poco a poco, a la plataforma comenz¨® a llegar poblaci¨®n local, sobre todo de barrios de la periferia de las ciudades. Espa?oles que romp¨ªan su silencio en paralelo a la magnitud del problema. La clase media ha sido la ¨²ltima en salir. En la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) aseguran que hay muchas familias de distritos como El Eixample, en pleno centro de la capital catalana, que tambi¨¦n han perdido sus pisos. Pero no salen a protestar para evitarlo. Entregan las llaves, vac¨ªan la vivienda y se marchan a otro lado. Si tienen suerte, de alquiler. Si no, explica Llu¨ªs Rabell, presidente de la federaci¨®n y tambi¨¦n vecino del barrio, a la segunda residencia. Cu¨¢ntos son, nadie lo sabe.
"La justicia ver¨¢ ahora la mala fe de los bancos"
¡°Esto es solo el comienzo, ha llegado el momento de hacer m¨¢s presi¨®n. Hemos ganado, porque ahora la justicia va a poder ver los casos de cerca. Hasta la fecha, los impagos entraban en el juzgado y este ejecutaba sin posibilidad de ver la buena fe del ciudadano o la mala fe del banco. Ahora lo podr¨¢ ver¡±. Quien as¨ª habla es Oskar Gim¨¦nez, de 36 a?os, que con solo cuatro cuotas pendientes de pago est¨¢ haciendo lo imposible para negociar una salida a su caso. Al haberse quedado en paro no le llega para la letra de 932 euros.
Su caso todav¨ªa no est¨¢ en el juzgado. Lleva desde noviembre intentando, sin ¨¦xito, negociar con Caixa Pened¨¨s una rebaja. Ha intentado que no le cobren la cl¨¢usula de suelo para pagar menos, ¡°pero ni el director de la oficina, ni el jefe de zona, ni el procurador¡±, nadie, le hace caso. Conf¨ªa en que, si finalmente su caso llega al juzgado, los ¡°abusos¡± que hoy ha reconocido el tribunal europeo pesen m¨¢s en la balanza de la justicia que su deuda.
Lo que quiere es encontrar una salida a su situaci¨®n, como, por ejemplo, quedarse con un alquiler en el piso que compr¨® en 2008 en Barcelona.
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