El ministro y la ¡®lobbista¡¯
Margallo prefiere informar a la Comisi¨®n de Secretos Oficiales del Congreso sobre el ¡®caso Corinna¡¯
El pasado 5 de marzo, el senador I?aki Anasagasti (PNV) pregunt¨® al ministro de Asuntos Exteriores y Cooperaci¨®n, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, por la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, supuesta amiga del Rey, quien se hab¨ªa jactado en declaraciones p¨²blicas de haber ¡°ayudado gratis al Gobierno espa?ol [...] Ese trabajo que he realizado, cuando se me ha pedido, ha sido siempre delicado, confidencial. Son asuntos clasificados, situaciones puntuales que yo he ayudado a solucionar por el bien del pa¨ªs¡±.
En el Senado, en respuesta a Anasagasti, Margallo se extendi¨® sobre el papel de los lobbistas o cabilderos (en expresi¨®n castiza), de los que dijo que ¡°tienen mala prensa¡± y a los que se lleg¨® a comparar, a finales del siglo XIX, con ¡°los reptiles que se arrastraban por los pasillos del Congreso¡± de EE UU. Para ¡°poner el toro en suerte¡±, Margallo ofreci¨® una definici¨®n de lobby: ¡°Es cualquier actividad que se lleva a cabo con el fin de influir ante los legisladores y/o la Administraci¨®n p¨²blica para promover decisiones proclives a los intereses de un sector¡±.
Mucho m¨¢s parco fue el ministro al referirse a Corinna, de la que ni siquiera mencion¨® el nombre. ¡°El Gobierno no ha hecho encargo de ninguna de las tareas que se citan¡±, asegur¨®. En el presupuesto de su ministerio ¡°no figura partida ni gasto alguno en relaci¨®n con este tipo de actividades¡±, insisti¨®. Y en los fondos reservados ¡°no hay la menor referencia que d¨¦ pie a una sospecha como la que usted est¨¢ sembrando¡±, concluy¨®.
Sin embargo, el 21 de marzo, despu¨¦s de que El Mundo lo desvelara, Margallo reconoci¨® haber mantenido ¡°dos encuentros a nivel personal¡± con Corinna y se mostr¨® dispuesto a comparecer en el Congreso para explicarse ¡°con tiempo y con causa¡±. El pasado lunes, en el mismo diario, puntualiz¨® que, en su opini¨®n, esa comparecencia ¡°debe ser en la Comisi¨®n de Secretos Oficiales¡± de la C¨¢mara.
Aunque se le ha acusado de ello, Margallo no ha mentido. En el Senado no dijo que no se hubiera reunido con Corinna. Casi lo justific¨® veladamente al asegurar que ¡°escuchar a los lobbies es absolutamente necesario para cualquiera que quiera resolver un asunto con conocimiento de causa¡±. Y, parafraseando a Kennedy, apostill¨®: ¡°Los lobbistas me hacen entender un problema en 10 minutos, mis colaboradores tardan tres d¨ªas¡±. Cabe deducir, por tanto, que Margallo se reuni¨® con Corinna, a la que no conoc¨ªa personalmente, para escucharla.
Lo que no se entiende es por qu¨¦ debe informar de esas citas a la Comisi¨®n de Secretos Oficiales, cuyo objetivo ¡ªseg¨²n la resoluci¨®n de la Presidencia del Congreso de mayo de 2004 que la rige¡ª es regular el acceso de los diputados a las materias clasificadas. Salvo que Corinna cobrase de los fondos reservados o se ocupase de asuntos ¡°clasificados¡±, como ella asegura. Fuentes de Exteriores niegan ambos extremos y alegan que el ministro podr¨ªa echar mano de telegramas confidenciales para desmentir que la princesa mediara en contenciosos internacionales.
Eso aclarar¨¢, en el mejor de los casos, lo que Corinna no hizo; pero no lo que s¨ª hizo, ni por qu¨¦ se reuni¨® con Margallo, lo que este sigue neg¨¢ndose a desvelar apelando a la ¡°privacidad¡±. El ¨¦xito de un lobbista se mide precisamente por su facilidad de acceso a la c¨²pula del poder para, seg¨²n la definici¨®n del ministro, ¡°promover decisiones proclives¡± a sus clientes.
Uno de los anuncios estrella de Mariano Rajoy en el debate del estado de la naci¨®n, el pasado 20 de febrero, fue precisamente la regulaci¨®n ¡°de las organizaciones de intereses, los llamados lobbies, con medidas que clarifiquen cu¨¢les pueden ser sus actividades y cu¨¢les deben ser sus l¨ªmites¡±. Pero no parece que la transparencia alcance a este caso.
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