Dos grandes en crisis
El PP y el PSOE no muestran intenci¨®n de hacer la refundaci¨®n del r¨¦gimen pol¨ªtico
El PP y el PSOE, lejos de ser los instrumentos pol¨ªticos para sacar adelante el pa¨ªs, se han convertido en un serio problema a los ojos de los ciudadanos, que han perdido por completo la confianza en ambos. Lo ven¨ªan diciendo todas las encuestas y lo confirma la que public¨® este peri¨®dico el pasado domingo. Los pol¨ªticos comparten con los banqueros y con los obispos el m¨¢s absoluto suspenso de los ciudadanos, componiendo as¨ª un cuerpo olig¨¢rquico al que solo faltan los militares para recordar tiempos pasados. Los dos partidos piensan que sus malos resultados ante la opini¨®n p¨²blica son simplemente la expresi¨®n del malestar por la crisis, pero que cuando la econom¨ªa recupere pulso todo volver¨¢ a su sitio. Es un doble error: no hay ninguna se?al de que la situaci¨®n econ¨®mica y social pueda mejorar sensiblemente a medio plazo y el desencuentro con los dos principales partidos espa?oles es estructural, porque la ciudadan¨ªa hace tiempo que no los ve de su lado. En su impotencia, aparecen como instrumentos de otros, sin capacidad de proponer y decidir por s¨ª mismos, instalados en la estricta defensa de unas posiciones de casta.
El r¨¦gimen espa?ol surgido de la Transici¨®n est¨¢ gripado. Necesita una reforma a fondo si no queremos que la democracia se reduzca definitivamente a una pura ficci¨®n. El Gobierno, abonado a los decretos leyes, practica cada vez m¨¢s el autoritarismo posdemocr¨¢tico; el Parlamento crece en irrelevancia y ausencia de debate de fondo; la corrupci¨®n, correlato de la mercantilizaci¨®n general de una sociedad en la que todo puede comprarse, ti?e todo el panorama de negro; el secretismo se pone de moda en la relaci¨®n entre pol¨ªticos; la jefatura del Estado y la presidencia del Gobierno est¨¢n bajo chantaje, y el derecho a decidir se convierte en una barrera infranqueable que bloquea todo debate pol¨ªtico con Catalu?a y, ahora, con el Pa¨ªs Vasco. Todo ello en un momento en que la crisis ha evidenciado las deficiencias de un estado auton¨®mico motor de clientelismo y de caciquismo posmoderno. El Estado del bienestar se est¨¢ desmantelando con la coartada de las exigencias europeas, sin que nadie d¨¦ la cara para justificar unos cambios que cada vez afectan de manera m¨¢s cruel a la vida cotidiana de las personas. El Gobierno solo sabe decir que no puede hacer otra cosa. Ninguno de los dos grandes partidos es capaz de presentar un proyecto pol¨ªtico digno de ese nombre, y simplemente se dedican al est¨¦ril juego de intercambiar insinuaciones de falsos consensos, que solo buscan su propia supervivencia. La ciudadan¨ªa tiene a la vista todos los d¨ªas se?ales de desmoronamiento del r¨¦gimen y de fractura social creciente, y para los dos grandes partidos nunca pasa nada.
Esta semana se ha alcanzado una alta cota en estos ejercicios de falsificaci¨®n de la realidad. Con la Monarqu¨ªa, metida en un espiral autodestructivo que nadie logra detener, el presidente del Gobierno dice solemnemente que la Corona ¡°tiene un gran respaldo ciudadano¡±, bas¨¢ndose en una leyenda de la Transici¨®n ajena a la mayor¨ªa que no vivi¨® de primera mano aquellos acontecimientos.
Los dos grandes partidos se han acomodado a una situaci¨®n dram¨¢tica. Las imposiciones de Bruselas, de Alemania, de la troika, se han convertido en coartadas que los libran del coraje de asumir lo que est¨¢n haciendo: liquidar parte de las conquistas sociales adquiridas. No es extra?o que la muerte de Thatcher haya generado melancol¨ªa en la derecha. Ella, por lo menos, hablaba claro y sin complejos.
El r¨¦gimen pol¨ªtico espa?ol necesita una refundaci¨®n. Los dos partidos pol¨ªticos que deber¨ªan emprenderla ni tienen la confianza de la ciudadan¨ªa ni muestran ninguna intenci¨®n de emprender cambios que supongan una verdadera redistribuci¨®n del poder. En nombre del sentido del Estado se han instalado en un conservadurismo que puede llevarse la democracia por delante. Dicen que hay que evitar una situaci¨®n como la italiana. No hacer nada es la v¨ªa directa al desgobierno. Desde el fascismo, Italia es maestra en experimentos que despu¨¦s se propagan por Europa. Que el PP no quiera que nada cambie, mientras de tapadillo va liquidando el Estado del bienestar, podr¨ªa entrar en la l¨®gica de la derecha; pero que todo lo que el PSOE aporte sea una vaporosa propuesta de reforma de la Constituci¨®n que ni siquiera entra en el debate monarqu¨ªa o rep¨²blica, es un signo de su desorientaci¨®n. La principal obligaci¨®n del PSOE es demostrar que es capaz de renovarse a fondo para que este pa¨ªs no siga sin alternativa de gobierno y como paso previo a relanzar la ineludible din¨¢mica de cambio que necesitamos. Si no, que vengan otros.
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