C¨¢rcel por discutirle al jefe
Hace m¨¢s de 20 a?os que un tribunal militar no castiga con prisi¨®n a un guardia civil por una ri?a
El destino ha se?alado con el dedo a Juan Carlos Alonso Far¨ªas: ser¨¢ el primer guardia civil que, en pleno siglo XXI, ingrese en la c¨¢rcel por una presunta ri?a con un superior. La pena ser¨¢ de tres meses en la c¨¢rcel de Alcal¨¢ de Henares. Hac¨ªa m¨¢s de 20 a?os que no se produc¨ªa este tipo de condena fuera de una misi¨®n militar. Desde que el PP lleg¨® al Gobierno, se impone una acentuaci¨®n del car¨¢cter militar de la Guardia Civil.
Al guardia Alonso se le acusa de insultar al cabo Jim¨¦nez Gir¨®n y luego propinarle un empuj¨®n. Buena parte de los testigos presenciales ni escucharon insultos ni vieron empujones. Los testimonios de un teniente y un capit¨¢n son favorables al castigado y dejan en mal lugar al cabo, pero no fueron tenidos en cuenta. El tribunal militar le castiga aunque reconoce no tener demasiadas evidencias. Es m¨¢s, los oficiales reconocen que el cabo Jim¨¦nez mostraba animadversi¨®n hacia el guardia Alonso. Le ten¨ªa man¨ªa, en otras palabras.
A pesar de la sentencia desfavorable, de los labios del guardia Alonso, un hombre de 30 a?os, no sale una queja hacia la instituci¨®n. "Soy un defensor del sistema", dice, "no tengo nada que reprocharle a la instituci¨®n, pero me defender¨¦ de esta injusticia. No est¨¢bamos en una misi¨®n militar". Su expediente inmaculado (dos felicitaciones y una propuesta de condecoraci¨®n) sufrir¨¢ un borr¨®n, su aspiraci¨®n de ascenso a sargento, su gran sue?o, sufrir¨¢ un retraso que puede ser de siete a?os: el guardia Alonso qued¨® en el puesto 293 de una promoci¨®n a la que accedieron 4.400 aspirantes. No tiene ninguna intenci¨®n de abandonar el cuerpo. Es m¨¢s, parece muy integrado: su compa?era sentimental es tambi¨¦n guardia civil.
Los hechos se produjeron el 2 de junio de 2010 en la localidad grancanaria de Arguinegu¨ªn, una poblaci¨®n costera de casi 3.000 habitantes. Durante un control rutinario, unos vecinos increpan a los guardia civiles y son detenidos, lo cual provoca a su vez la respuesta de un familiar de ellos que es polic¨ªa municipal. Se produce entonces una reacci¨®n en cadena con la marcha de varios centenares de vecinos hacia el cuartel dispuestos a pedir explicaciones y exigir la libertad de los detenidos. El cuartel de Arguinegu¨ªn debe ser reforzado con una unidad de intervenci¨®n.
En un ambiente de gran crispaci¨®n, las ¨®rdenes son las de proceder con calma y no aumentar la tensi¨®n. All¨ª se encuentran el guardia Alonso y el cabo Jim¨¦nez. Se conocen desde hace a?os aunque han pertenecido siempre a unidades diferentes. La unidad del guardia Alonso ha acudido a reforzar el cuartel. En un momento dado, el cabo Jim¨¦nez se dirige al guardia Alonso, y no a otro, y le dice en voz alta que "controle a la chusma". El calificativo de chusma no parece el m¨¢s id¨®neo para mantener la calma. Ambos se enzarzan en una discusi¨®n. No hay agresiones.
Todos los detalles de un episodio que parece una an¨¦cdota en medio de un ambiente de tensi¨®n est¨¢n relatados en un sumario de m¨¢s de 1.000 p¨¢ginas cuya instrucci¨®n ha durado dos a?os. El tribunal militar reconoce que "no alcanza la plena certeza en su convicci¨®n" de que hubiera insultos. Sin embargo, deduce que hubo un empuj¨®n. No tiene en cuenta que el teniente que ejerce de jefe del puesto reconoce que "el cabo Jim¨¦nez utilizaba m¨¢s su superioridad en el empleo con el guardia Alonso que con el resto de los guardias", que el cabo Jim¨¦nez "ven¨ªa de otros destinos en los cuales el volumen de trabajo y complejidad" eran menores y que dio dos partes del cabo Jim¨¦nez por faltas graves.
Un capit¨¢n confirma tambi¨¦n el estado de nerviosismo del cabo Jim¨¦nez, a quien tambi¨¦n lleg¨® a reprender verbalmente. De la declaraci¨®n del capit¨¢n se desprende, igualmente, que el cabo sent¨ªa animadversi¨®n hacia el guardia Alonso. El tribunal militar no toma en consideraci¨®n estas declaraciones y s¨ª la de dos testigos que son, casualmente, guardias que est¨¢n a las ¨®rdenes del cabo.
"Nos llevan al siglo XIX"
El ingreso de un guardia civil en prisi¨®n que estaba en misi¨®n policial es un episodio que parec¨ªa desterrado tras la Ley org¨¢nica de derechos y deberes aprobada en 2007. Alberto Moya, secretario general del sindicato mayoritario AUGC, es muy expl¨ªcito en su respuesta: ¡°Si el resto de ciudadanos pierde derechos y retrocede al siglo pasado, a nosotros nos quieren llevar al siglo XIX¡±.
"Nos preguntamos", a?ade Alberto Moya, "qu¨¦ intereses pueden tener los tribunales militares para forzar hasta este extremo las leyes en este momento, a sabiendas que ya la Guardia Civil tiene su propio r¨¦gimen disciplinario".
AUGC y otros sindicatos se quejan de la "remilitarizaci¨®n" que est¨¢ efectuando el actual Gobierno del PP, "sobre todo para limitar y prohibir los derechos de reuni¨®n, manifestaci¨®n y libre expresi¨®n a los guardias civiles", en un momento de crisis social en el que puede interesar una Guardia Civil "militarizada" y cuyos funcionarios est¨¦n sometidos a la "obediencia debida".
El guardia Juan Carlos Alonso entrar¨¢ en la c¨¢rcel dentro de dos semanas. La AUGC anuncia movilizaciones.
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