La desesperaci¨®n
La derecha neoliberal impera en Europa bajo la direcci¨®n f¨¦rrea de Merkel. Rajoy es un entusiasta disc¨ªpulo, siempre fiel a la exigencia de recortes
Al mismo tiempo que el nuevo Gobierno italiano se presenta ante el presidente de la Rep¨²blica, un asesino solitario, trabajador en paro, intenta matar a varios carabineros de guardia en el palacio del gobierno. Su gesto adquiere un nuevo significado cuando precisa al ser detenido que su objetivo eran los pol¨ªticos; como se dice en Italia, la casta. En las manifestaciones del Primero de Mayo su nombre, Luigi Pietri, figura como ejemplo a imitar en las pancartas de la ultraizquierda. La presidenta de la C¨¢mara de Diputados, Laura Boldrini, pronuncia una verdad peligrosa: ¡°La tragedia del paro convierte a las v¨ªctimas en verdugos¡±.
La Europa bienpensante se deshace en elogios para el Governissimo constituido por un democristiano del Partido Democr¨¢tico con la bendici¨®n del presidente Napolitano, impulsor del ¡°amplio entendimiento¡± que le recuerda al ¡°compromiso hist¨®rico¡± propuesto en los setenta por el eurocomunista Berlinguer. Pero es que Berlusconi no es Aldo Moro, sino el hombre que en dos d¨¦cadas ha dado una lecci¨®n permanente de demagogia, corrupci¨®n moral p¨²blica y privada, y mal gobierno, siendo Europa quien le oblig¨® a dimitir en 2011. El fracaso de la izquierda, primero con la ventaja insuficiente en las urnas, luego al traicionar un cuarto de sus representantes en la elecci¨®n de Romano Prodi a la presidencia de la Rep¨²blica, arruin¨® el prop¨®sito de Bersani de acabar para siempre con el dominio de un magnate sobre los intereses generales. Ahora el cavaliere tiene en sus manos el Gobierno Letta, le obliga a suprimir un impuesto que ¨¦l mismo vot¨®, antes de pensar c¨®mo cubrir¨¢ esa falta de ingresos, y coloca a una serie de duros en el Gabinete cuyo n¨²cleo controla, con dos de Comuni¨®n y Liberaci¨®n, m¨¢s un reaccionario ministro de Reformas, integrista en moral, pro-pena de muerte y anti-eutanasia, quien propondr¨¢ al propio Berlusconi para presidir la Comisi¨®n de Reformas. La justicia puede temblar, los homosexuales esperar tiempos mejores y la desesperaci¨®n subir en flecha ante la rendici¨®n de la izquierda.
Una vez fallido el ensayo Hollande, la derecha neoliberal impera en Europa bajo la direcci¨®n f¨¦rrea de Merkel. Rajoy es un entusiasta disc¨ªpulo y, siempre fiel a la exigencia de recortes, preside el desplome resultante de la ruptura de los equilibrios econ¨®micos y de la consiguiente ca¨ªda inexorable de la demanda y del empleo. Como en Italia, una creciente desesperaci¨®n se adue?a de nuestra sociedad, manifest¨¢ndose hasta ahora sobre todo en el suicidio de las v¨ªctimas (los desahucios), aunque tambi¨¦n en protestas cada vez m¨¢s agrias. Por otra v¨ªa, como en los setenta, despunta el camino de la violencia. Es el problema que afecta a los escraches, simple cauce de expresi¨®n de rechazo si son autocontenidos; gravemente peligroso de ser un escal¨®n para justificar la ley de Lynch o el pr¨®logo de agresivos actos de repudio a la cubana.
Estamos metidos en un proceso de radicalizaci¨®n de extremos. Nuestra caricatura de Thatcher, Esperanza Aguirre, propone vaciar el Estado ¡ªsalvo fuerzas de seguridad¡ª, y Gallard¨®n, una vez arruinada la capital con sus gastos como alcalde, se lanza al desaf¨ªo contra el aborto que le dicta su integrismo moral y religioso. En cuanto a las formas de protesta, sin pararse a reconocer su capacidad limitada de convocatoria, la asociaci¨®n que impulsa el ataque al Congreso, desde una resurrecci¨®n para andar por casa de Bakunin ¡ª¡°asedia, incendia, ocupa¡±, es su lema¡ª, busca que la acci¨®n de sus ¡°grupos de afinidad¡± alcance el m¨¢ximo de eficacia (violencia) posible. El salto adelante registrado en la Universidad sigue la misma l¨ªnea, m¨¢s all¨¢ de los boicots a este o aquel conferenciante juzgado de derechas; con la bendici¨®n de nuestros ¨¦mulos en miniatura de Ch¨¢vez, la ocupaci¨®n por la fuerza y los piquetes informativos convertidos en punitivos pasan al orden del d¨ªa.
Es la hora de una oposici¨®n de masas responsable, utilizando la red y la expresi¨®n democr¨¢tica en la calle, distanci¨¢ndose de minor¨ªas activas que act¨²an como verdaderas destrozonas, no de una casta, sino de la democracia. Y focalizando los objetivos. El italiano Beppe Grillo sirve de ejemplo a contrario. En vez de respaldar a la izquierda, a pesar de la convergencia con ella en muchas de sus propuestas, hundi¨® a Bersani e hizo inevitable a Berlusconi. Antisistema manda. En vez de democracia l¨ªquida, mont¨® una dictadura personal sobre un reba?o de seguidores, y atiz¨® las manifestaciones extremas de desesperaci¨®n con sus soflamas apocal¨ªpticas contra la democracia representativa. Fue la llama que se acerc¨® a la carga explosiva de unas gentes que est¨¢n perdi¨¦ndolo todo.
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