Pitiusa: un universo de datos ilegales
Los archivos de un ¡®hacker¡¯ alimentan una investigaci¨®n sin punto final
El caso Pitiusa es como el universo: ignoramos de ¨¦l m¨¢s cosas de las que sabemos. Tambi¨¦n se asemeja a un agujero negro: lo engulle todo a su paso. La investigaci¨®n que ha destapado la mayor red de tr¨¢fico ilegal de datos en Espa?a sigue creciendo a ritmo vertiginoso. Hay m¨¢s de 150 imputados ¡ªdetectives, polic¨ªas, funcionarios y empresarios¡ª, el sumario rebasa ya los 20.000 folios y a¨²n no han sido analizados millones de archivos inform¨¢ticos que fueron incautados en la primera fase de la operaci¨®n, hace ya un a?o.
Aunque comenz¨® como una peque?a trama de compraventa de datos confidenciales, Pitiusa se est¨¢ convirtiendo en un monstruo cada vez m¨¢s dif¨ªcil de controlar. El punto de arranque fue Sergio C., un polic¨ªa local de Santa Maria de Palautordera (Barcelona) que compaginaba su empleo con el de detective y facilitaba datos a Sara D., que a su vez ten¨ªa como clientes a importantes multinacionales. Los pinchazos telef¨®nicos permitieron tirar del hilo y alcanzar a grandes directivos espa?oles. La semana pasada, en la segunda gran fase de la investigaci¨®n, fueron detenidos el presidente de la multinacional Unilever en Espa?a, Jaime Aguilera, y el exgerente de Mutua Universal Eduard Garriga.
Lo que ha llevado a la fiscal¨ªa hasta esos empresarios ¡ªy otra treintena de personas, tambi¨¦n detenidas¡ª son, precisamente, algunos de los archivos inform¨¢ticos que ya han sido analizados. Los m¨¢s significativos son los que obraban en poder del hacker argentino Mat¨ªas Bevilacqua, excolaborador del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) e imputado el a?o pasado en el caso. Bevilacqua es el hilo conductor entre las dos fases del caso Pitiusa y una pieza clave que, adem¨¢s, ha destapado una sorprendente conexi¨®n con el caso N¨®os.
Ya hay m¨¢s de 150 imputados entre detectives, empresarios y funcionarios
Bevilacqua fue contratado, presuntamente, por esos y otros empresarios para investigar los equipos inform¨¢ticos de directivos y empleados de los que, por alguna raz¨®n, sospechaban. La fiscal¨ªa considera que cometi¨® un delito al hacerlo. La defensa, en cambio, sostiene que el an¨¢lisis de los ordenadores se ajust¨® a protocolos aceptados por los directivos. El an¨¢lisis de sus equipos, en todo caso, es el que puso a los investigadores sobre la pista.
Uno de los pendrives del ingeniero inform¨¢tico conten¨ªa miles de correos electr¨®nicos del caso N¨®os. El hallazgo alarm¨® a la fiscal¨ªa, que tem¨ªa una fuga de informaci¨®n o un intento de alterar la investigaci¨®n. Pero ten¨ªa una explicaci¨®n: Bevilacqua hab¨ªa sido contratado por el abogado de I?aki Urdangarin para analizar y poner en orden los correos del caso.
El equipo del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP) que lleva el caso ha rastreado mensajes de m¨®vil, pendrives y ordenadores port¨¢tiles, y ha comenzado ya a analizar los discos duros en poder de Bevilacqua. Lo que se pueda encontrar all¨ª o en dispositivos de otras personas es un misterio. Los investigadores privados trabajan con material sensible y, en ocasiones, con clientes poderosos, como ya puso de relieve la primera fase del caso Pitiusa.
La polic¨ªa a¨²n no ha analizado miles de archivos inform¨¢ticos con millones de datos
Un empresario pag¨® entre 2.000 y 3.000 euros a un detective para grabar una comida de consejeros en la que particip¨® el esposo de la presidenta de Castilla-La Mancha, Mar¨ªa Dolores de Cospedal. La hermana de la princesa Letizia, Telma Ortiz, tambi¨¦n fue espiada. Los investigadores consideran que la trama lleg¨® a vender datos de unas 3.000 personas al mes. Para que la rueda girase, era imprescindible la participaci¨®n de trabajadores (operadoras, bancos) y, sobre todo, de funcionarios con acceso a bases de datos: Hacienda, la Seguridad Social, el catastro, sanidad o miembros de los cuerpos de seguridad del Estado.
¡°El caso se acabar¨¢ centrando en los funcionarios que han vendido esos datos y en los detectives que despu¨¦s revend¨ªan esa informaci¨®n sensible de manera salvaje¡±, seg¨²n fuentes judiciales. Los detectives privados han vivido el caso Pitiusa como una afrenta que ha puesto en duda su honorabilidad. Fuentes del sector subrayan la ¡°estrecha colaboraci¨®n¡± entre la polic¨ªa y los investigadores y destacan que el acceso a datos confidenciales siempre se hab¨ªa producido sin que eso generase un reproche penal. ¡°Uno va a un detective porque necesita un dato especial; si no, lo consigue ¨¦l mismo por internet¡±, abundan las mismas fuentes.
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